La alquimia de la Bestia

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Luis Diego Guillén. La alquimia de la Bestia

Luis Diego Guillén

La alquimia de la Bestia

I. Un aristócrata del Infierno

II. Las volubles manos de la Providencia

III. Edén en penumbra

IV. Víbora en celo

V. De lienzo y sudario

VI. Ánima en sequía

VII. El espectro más vaporoso

I. Río Tinto

II. Dios de piel oscura

III. La fiera de Kallinicos

IV. Los prostíbulos de Portobelo

V. Mil ojos malignos

VI. El más tétrico bufón

I. Nuestra Señora de los Infiernos

II. Lázaro de baratija

III. Duda razonable

IV. Usekara

V. La de Dios es Cristo

VI. Cortesía del Maligno

VII. Llamada a escena

VIII. Bones neuches

IX. Santiago y a ellos

X. El Ángel de la Providencia

XI. Cita de fantasmas

XII. El frío regazo de la madrugada

XIII. La firma del artista

XIV. Señales en el cielo

I. La sangre de los pastores

II. Tiempo de siega

III. Carne a la fogata

IV. Cincelado en piedra

V. Bienaventurada la roca

VI. El linaje del maíz

VII. El foso de los inocentes

VIII. Las serpientes matan en silencio

IX. Hoy vi salir el arcoíris

X. Muerte justa

XI. El peso de la omnipotencia

XII. La crisálida del sueño

XIII. Nuestros dioses están en la selva

XIV. Surayom

XV. Afuera el mal ronda

XVI. El hálito de la sierpe

XVII. Escamas al rojo vivo

XVIII. El yunque de la tierra

XIX. Con el aire entre las fauces

XX. Un río desde el Paraíso

XXI. El precio de la pureza

XXII. El sagrado trino de las ocarinas

Отрывок из книги

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Respiré tranquilo, ninguno se fue para la costa hondureña. Si el norte era para los aristócratas y el sur para los ambiciosos, el centro era para los descastados de rostro deforme como yo. Estaba solo en la empresa, pues. Por lo pronto, tranquilidad. Nada de incómodos testigos en Río Tinto ni de parientes despechados y vengativos en Cartago. Mestanza continuó:

—Antonio quedó a cargo del Convento y vive en una de las casas que su madre le legó antes de irse. Para todos los efectos, don Santiago, está solo. Usted decide si para bien o para mal. En este caso…

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