Diario de máscaras
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Luisa Valenzuela. Diario de máscaras
Índice
El tiempo de la máscara
Alrededor de la manzana
Las cuatro direcciones
La sobriedad del palo borracho
La verdadera vuelta a la manzana
Australia
Adenda zoológica
Primera vez en Bali
Adenda botánica
Java
La sorpresa
Papúa Nueva Guinea
Adenda. Casuarios, un microrrelato
Vanuatu
Adenda kanak
Estética o misterio
Mujeres y mascareros
Adenda. Hine-nui-te-pō
Integración
El río Zambeze
Egipto, puerta del África
Los dogón de Mali
El Tíbet
Adenda. La sal, un microrrelato
India y Nepal
Japón
Adenda. Shishi y Tengu
Corea por dos
China
Diablos
Adenda sudaca
La Tierra sin Mal
El Amazonas
Adenda. Entre boras y huitotos
El Sibundoy y la literatura
Formas de respeto
México lindo y querido
Huehuenches
Días y Noches de muertos
Adenda. Catrina, la calaca
Semana Santa yaqui
Malla de alambre
La máscara mortuoria
El secreto
Payasos sagrados
Adenda. Bonifacio
La máscara cambiante
La máscara sarda
Osos
Adenda de novela
V de Venecia y B de Basilea
Fuego
Adenda. Caminar sobre el fuego
La casa de la máscara
Nombre
Identidad y anonimato
Curalotodo
Отрывок из книги
Luisa Valenzuela
Diario de máscaras
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Sabido es que la palabra persona, en su acepción más profunda, significa “máscara”. Del latín persōna, es un término que según ciertos filólogos fue tomado por los griegos del etrusco phersu para acuñar prósôpon (delante del rostro), nombre que se le daba a la máscara en las tragedias. De allí derivó “per sonare”, como dicen algunos que decían los romanos refiriéndose precisamente a las enormes máscaras con bocina que se usaban en el teatro griego para proyectar la voz.
Las máscaras son umbrales: entidades liminales entre lo sagrado y lo profano, entre el mundo de los espíritus y el de los mortales, entre el bien y el mal, entre la obra de arte y la espontaneidad del desparpajo, entre la risa y el llanto, la alegría, el ritual, la muerte, el desenfreno. El desenfado también. Son una de las primeras manifestaciones del arte allí donde nunca existió la palabra arte; ni la palabra máscara, si vamos al caso. Están vivas a la par de quien las porta, han servido para personificar las fuerzas de la naturaleza y para ahuyentar o asimilar los miedos, son instrumentos de enseñanza social y de contención, son el todo en cada pieza individual.
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