Esta es una historia del Antiguo Oeste. Thad Conway, el personaje central de esta historia, vivía con sus padres en Texas, en una región que en 1863 era la frontera de la civilización. Los constantes ataques de los indios comanches y la crueldad que demostraban contra los colonos hicieron nacer en Thad un odio mortal contra esos indios. ¿Cómo podía amar a tales asesinos? Entonces, pasó por una experiencia dura, pero valiosa, que le enseñó preciosas lecciones.
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Mabel Cason. El pecoso y los comanches
El pecoso y los comanches
Prefacio
Capítulo 1
La potranquita
Capítulo 2
¡Silba una flecha!
Capítulo 3
Merodean los comanches
Capítulo 4
¡A perseguir a los comanches!
Capítulo 5
¡Los comanches vuelven al ataque!
Capítulo 6
Capturado por los comanches
Capítulo 7
Convertido en comanche
Capítulo 8
La vida entre los comanches
Capítulo 9
El encuentro inesperado
Capítulo 10
Los cazadores
Capítulo 11
El rapto de los mellizos
Capítulo 12
La fuga
Capítulo 13
Los comancheros
Capítulo 14
Combate con los rangers
Capítulo 15
En la agencia
Capítulo 16
El encuentro con los suyos
Capítulo 17
El regreso al hogar
Capítulo 18
El regreso de Melissa
Encuentra las siete diferencias
Encuentra los diez elementos que no son de la epoca
Sopa de letras
Отрывок из книги
Mabel E. Cason
Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.
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Al llegar el verano de 1863, comenzaron las incursiones. La familia Fairless, que vivía junto a un arroyo a 25 km de distancia, fue barrida, con la excepción de un muchacho de catorce años que se hallaba fuera del hogar en la ocasión. Para el 1º de julio, los comanches habían llegado dos veces hasta la hacienda de los Conway, robando caballos en las dos oportunidades. Parecía que un miembro de la banda le había tomado afecto a Cosita, porque en las dos ocasiones estuvo entre los animales robados.
El perro de Thad y los de Travis habían despertado a la familia las dos veces, antes de que los indios se alejaran con unas pocas cabezas de ganado, pero Cosita había sido robada primero. Las dos veces había vuelto luego de una semana o dos, extenuada, sedienta y con hambre, y con la boca llagada y sangrante por el tipo de rienda que usaban los indios.