El mundo relacional adolescente. Familia, pares, pareja y comunidad
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María Angélica Pease Dreibelbis. El mundo relacional adolescente. Familia, pares, pareja y comunidad
Отрывок из книги
Serie Ser adolescente en el Perú
Tomo I. El mundo interno adolescente
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Además de la vivencia, en el plano representacional, consideramos dos conceptos que nos ayudan a describir las subjetividades de los individuos y cómo estas median su comprensión de la realidad y de los fenómenos que experimentan: las creencias y concepciones. Para Pajares (1992) y Nespor (1987, en Pajares, 1992), el estudio de las creencias es importante, ya que este constructo se considera un indicador sobre las decisiones que los individuos toman a lo largo de sus vidas; además, ejercen una importante influencia en la manera cómo las personas conceptualizan las tareas y la forma en que aprenden de la experiencia. Estas son entendidas como verdades personales indiscutibles que derivan de la experiencia o de la fantasía con un fuerte componente afectivo y evaluativo. Además, cumplen una importante función adaptativa al brindarles a los individuos su definición del mundo y de sí mismos. Debido a este fuerte componente afectivo y evaluativo, son muy resistentes al cambio y, por lo tanto, muy difíciles de modificar (Catalán, 2011). Las concepciones, por su parte, suponen un conjunto de posicionamientos sobre los fenómenos de la realidad vinculados a temáticas particulares que una persona sostiene. Si bien ambos constructos se utilizan para entender los elementos mediadores de la comprensión y acción de un individuo ante un fenómeno en particular, la diferencia entre ambos recae sobre el componente afectivo y evaluativo de las creencias. Ambos constructos nos son útiles para entender cómo las y los adolescentes representan la diversidad de situaciones a las que son expuestos y en las que se involucran, así como para describir su comprensión sobre estos fenómenos. Siguiendo lo que plantean algunos autores —como Thompson (1992)—, si bien desde algunas perspectivas se tiende a emprender el esfuerzo de distinguir creencias de concepciones, estas pueden trabajarse, analizarse y comprenderse en su interrelación o de manera conjunta. En nuestro caso, para el presente estudio, optamos por dicha vía.
Por otro lado, nuestra indagación parte de la constatación de una ausencia de modelos y teorías desarrolladas específicamente para la adolescencia peruana. Si bien, como hemos discutido, la mayor parte de las investigaciones se centra en adolescentes de sociedades WEIRD (Heine, 2016), la larga tradición de estudio desde la psicología sobre la adolescencia nos otorga, sin embargo, algunos modelos muy potentes que fueron investigados en diversas culturas. Nos mantenemos así en la tensión entre dialogar con estos modelos teóricos e identificar las particularidades de nuestro entorno, esfuerzo que algunos psicólogos culturales consideran clave para la comprensión de realidades como la nuestra. En algunas variables, esto fue posible en tanto existía una teoría muy legítima y validada cross-culturalmente, como en el caso de la teoría de desarrollo psicosocial de Erik Erikson en torno al tema de construcción de identidad. En otros casos, ello no fue posible, como en el de la indagación acerca de las concepciones y vivencias de la participación ciudadana. Consideramos que este diálogo fue fructífero. Antes que descartar modelos o teorías, nos preguntamos por sus límites y aspiramos a comprender qué tan explicativos son para nuestra realidad y qué tendría que afinarse o adaptarse para dar cuenta de ella en la teoría. Pero, al mismo tiempo, antes que aproximarnos a la vivencia de nuestra adolescencia de manera deficitaria e intentar entender qué les falta para acercarse a la teoría normativa, nos aproximamos a ellas y ellos desde sus particularidades, además de buscar comprender qué tan bien explicadas se encuentran sus vivencias desde dichos modelos teóricos.
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