Mujeres que tocan el corazón de Dios

Mujeres que tocan el corazón de Dios
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Mujeres que tocan el corazón de Dios es una invitación a orar en femenino. Es un libro inspirado en el testimonio de diversas mujeres, la mayoría históricamente situadas en distintas épocas y culturas, y perteneciendo a diferentes condiciones sociales, desde los tiempos bíblicos hasta nuestros días. El texto consta cuatro partes escritas en orden cronológico, cada una formada por pequeños capítulos, que contienen la biografía resumida de una de estas mujeres, seguida de una invitación a la oración. La intención es ofrecer un instrumento sencillo para oración y para alimentar la espiritualidad. ¿Cómo tocaron estas mujeres el corazón de Dios? La autora dice que acercándose a él. Lo tocaron al cultivar en ellas una cercanía especial al Dios-Amor, al entregarse a él en cuerpo y alma, y al reflejar esa cercanía en su vivencia del amor al prójimo. Amaron a los demás por encima de sí mismas. Por eso tocaron el corazón de Dios, y, en palabras humanas, Dios se dejó tocar por el valor de la fe activa de estas mujeres, y confirmó su testimonio.

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María C. Domezi. Mujeres que tocan el corazón de Dios

PRESENTACIÓN

Mujeres. de la memoria bíblica

Las comadronas hebreas: Ingenio que defiende la vida

La Sunamita: El camino del amor

¡Oh Jesús misericordioso, tú eres el camino, la verdad y la vida! Creo en ti, resucitado, amigo y libertador. Aléjame del miedo y el conformismo, quítame el complejo de inferioridad, ayúdame a cambiar los hábitos insanos, líbrame de la arrogancia. que disfraza mis inseguridades. No permitiré que me traten. como el sexo débil, ni que usen mi cuerpo como un objeto. o resten importancia a mis sentimientos. Que, como tú, me deje tocar. por quien padece, que sea yo un instrumento de tu fuerza, para que tu poder brille en la dignidad. de todo ser humano

Padre querido, aquí estoy, sola delante de ti. Sé que tu mirada compasiva. abarca a tantas personas ligadas a mi vida, a mi trabajo, a mis desplazamientos; gente cercana y lejana, necesitada y dispersa. A veces, lo más difícil es unir. a quienes están más cerca, proteger a quien convive conmigo. en el día a día. Otras veces, me siento tentada. a encerrarme en mi mundo. y olvidarme de todos los dramas. de la gran familia humana ¡Despierta mi ser femenino, oh Padre de todas y todos! Ayúdame a abrir los brazos y el corazón, y usar mis dones para unirme. a quienes buscan crear fraternidad

¡Oh Dios tan grande y. tan cercano, tan poderoso y amigo, acógeme en el misterio de tu comunidad! En ti busco una casa, un hogar, un abrigo seguro, y un lugar en la gran mesa. en la que todos somos iguales. Adaptaré mis pasos a los de aquel. que camina a mi lado. Compartiremos el pan, la palabra. y nuestros sueños, y enfrentaremos juntos. los desafíos y los problemas. Que nuestro amor sea abierto, don multiplicado, que haga el bien a todos. y traiga felicidad

María de Nazareth

María de la Visitación

María, madre de Jesús

María del Destierro

María de los Dolores

María de las Alegrías

Mujeres

Tecla de Iconio

Perpetua y Felicidad

Cecilia, la romana

Lucía, ojos de gracias

Inés de Roma

Bárbara de Nicomedia

Hildegarda de Bingen

¡Oh Padre amoroso y proveedor de todo, ten piedad de tus hijos que viven en la miseria! El desempleo amenaza, las deudas quitan el sueño, y la ilusión. del consumismo nos tienta todo el tiempo. Que brille en nuestro interior. tu imagen y semejanza. Que siempre hable más alto. nuestra dignidad humana. Venga tu Reino de amor,

Viridiana, la peregrina

Clara de Asís

Isabel de Hungría

Zita de Lucca

Catalina de Siena

¡Haz de mí un instrumento de tu paz, oh Dios, puro amor y máximo bien! Contigo no tendré miedo. de los que propagan la corrupción. Perdona mis flaquezas, abre mi entendimiento, guíame en la hermandad de quienes. tienen buena voluntad, para irradiar. la fuerza de tu amor que nos salva. Mi obediencia será consciente, abierta y libre. Mi humildad buscará otras manos, que se unan para hacer. los cambios necesarios

Rita de Casia

¡Oh Jesús, manso y humilde de corazón, haz que mi corazón se parezca al tuyo! En el sufrimiento de la cruz, le pediste al Padre: Perdónalos, porque no saben lo que hacen. Creo en la fuerza de tu perdón, que regenera. Creo en tu gracia, que vence las trampas del mal. Ayúdame, a mí y a todas las madres. angustiadas al ver a sus hijos corriendo riesgos. en medio del odio, de la violencia, de las drogas y las falsas ilusiones, a ser pacificadoras y ayudarlos. a serlo ellos también

Juana de Arco

¡Señor Jesús, victorioso. en el fracaso de la cruz, Dios Hijo Resucitado y presente. en nuestras luchas! Estoy ante las guerreras condenadas. como brujas, que brillan en tu gloria. y me llenan de valor. Quiero escuchar tu voz a través de los inocentes. No seré indiferente a la industria. de la guerra, denunciaré a los que lucran. con el negocio de las armas. Con la espada de tu justicia. y tu amor infinito, seré mujer valerosa. y cumpliré mi misión

Teresa de Ávila

Oh Dios misericordioso, que tu gracia triunfe siempre. en la osadía de las mujeres. que se dejan tocar por el fuego. de la pasión: pasión por ti, que haces tu morada en nosotros; por tu Reino de justicia y amor; por la humanidad que busca ser feliz. Si reina la mediocridad, nos rebelaremos. Si las estructuras se corrompen, haremos reformas. Que así sea, por la acción. de tu Espíritu en nosotros

Rosa de Lima

A ti me entrego confiada, oh Padre de corazón materno, en una ofrenda. de respeto y diálogo interreligioso. Son las rosas cultivadas por nuestros pueblos. hermanos en esta América Latina. que todavía padece opresión. Son rosas de muchos colores, con el don de su aroma, cultivadas en los valores. del Evangelio encarnado, en la vida de nuestra gente, que sufre la punzada de las espinas: gente mestiza, indígena, afrodescendiente. y de todas las etnias

Juana Inés de la Cruz

Mama Antula

Nhá Chica de Baependi

María de Araújo

Conchita: Esposa, madre y mística

¡Oh Jesús, mi salvador, amigo y compañero! Me espanta la depravación del ser humano. Quienes se entregan a sí mismos. por el bien de los más vulnerables y necesitados, son calumniados, perseguidos, martirizados. Y sin embargo, ¡eres tú. el más grande de los mártires! Amaste hasta el fin, incluso a tus enemigos. Amaste más de lo que te amas a ti mismo, y entregaste tu vida como acto de infinito amor. En ti, el amor vence todo el odio. En tu salvación, todos los seres humanos. son redimibles. La pequeña brasa. que echa humo, todavía puede ser reavivada. En la fuerza de tu resurrección. alimento mi esperanza. Tú que vives y reinas como Padre, en la unidad del Espíritu Santo

¡Ten piedad, oh Padre, de las niñas, de las mujeres que lanzan. un grito ahogado pidiendo libertad! De las niñas a quienes les roban la inocencia, de las mujeres utilizadas. como esclavas sexuales, de los bebés robados y vendidos. por pandillas especializadas. en el tráfico de personas ¡Cuánto dolor clama a ti, oh Dios! Que ese dolor no me sea indiferente. Que tu Espíritu Santo me ilumine. y me motive a hacer. mi modesta contribución. a favor de la vida y la dignidad. de tus hijas y tus hijos

¡Cuánto bien me hace estar cerca de ti, oh Señor Dios de los humildes! Sé que siempre has estado conmigo, sin cobrar ni exigir nada, por mera gratuidad de tu amor. Derrama tu gracia en cada persona. que se ha cruzado en mi camino, repartiendo bondad y dándome la mano ¡Muchas gracias, Padre mío!

Teresa del Niño Jesús

Isabel de la Trinidad

María Goretti

Edith Stein

Teresa de Calcuta

Dulce de los pobres

Veva Tapirapé

¡Oh Jesús de Nazaret, de los establos, de las calles, del barco de los pescadores, de las multitudes, del desierto, Jesús del borde del pozo, del pesebre. y de la cruz, que desciendes hasta los últimos. para levantarnos a todos! ¡Qué lejos estoy todavía de armonizar. mi vida con la tuya! Pero me alegra ver a las mujeres. que se vuelven un reflejo de tu infito amor ¡En ellas percibo tu Evangelio encarnado, vivo y contagioso! Ayúdame a ir hacia aquellos que me necesitan, a crear cercanía con ellos, inspirarles confianza, respetar la diversidad, salvar a las minorías abandonadas. y construir una fraternidad sin fronteras

Dorothy Stang

¡Oh Espíritu Santo Consolador, brisa suave y fuego que incendia! Enjuga el llanto de quienes sufren, da fuerza a los débiles, desarma a los fuertes, une a los que parten sin rumbo, protege a los que se arriesgan en la misión. de promover los derechos humanos. Sacúdeme, libérame del egoísmo, envíame

¡Oh Jesús, tú te hiciste pequeño como los niños, los recibiste en tu regazo, les diste amor. y les impartiste tu bendición. Quieres que yo también me vuelva. como una niña y denuncie. a quien me escandaliza. Soy tan solo una gota de agua. en el océano de tantas carencias. Pero quiero participar en las redes solidarias, para que todos los niños tengan vida, y vida en abundancia ¡Que los más pequeños me conviertan!

Adelaide Molinari

Jean Donovan

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PRESENTACIÓN

Mujeres de la memoria bíblica

.....

Viridiana, la peregrina

Clara de Asís

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