Galería clausurada
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Marina Latorre. Galería clausurada
Отрывок из книги
Con la colección Biblioteca recobrada. Narradoras chilenas, la Universidad Alberto Hurtado busca dar nueva vida a la literatura escrita por mujeres en Chile desde el siglo XIX, con obras hoy asequibles solo en antiguas ediciones e incluso casi inexistentes en las bibliotecas de nuestro país.
Esta selección de textos es apenas una contribución a la enorme reformulación crítica del canon y de la historiografía literaria, iniciada sobre todo por pensadoras e investigadoras que, a mediados de los años de la década de 1980, comenzaron a trabajar estratégicamente por una mayor visibilización de la escritura de mujeres en el campo cultural. Esta labor se lleva a cabo hoy a través de diversos esfuerzos académicos y editoriales, a los que nuestra casa de estudios busca contribuir.
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Latorre es hija de un dirigente social magallánico. Más que considerarlo un obrero, prefiere enfatizar su relación apasionada con los libros, como lo hace, por ejemplo, en el poema “La fuga” (Ventisquero, 1981): “A los siete años, / estoy en medio de una muchedumbre. / Todos los niños correctamente uniformados. / Como presos, / vamos aclamando / la profesión del padre: / ingenieros, magistrados, médicos, abogados. / Empinada todo lo que puedo, / con orgullo grito / a la cara de esos correctos hijos / de una burguesía establecida. / En alta voz delato mi inconciencia: / ‘Mi papá es lector’. / El trueno de una risa colectiva / traspasa las paredes”. Esta herencia familiar habría de sumarse a otras. En la nutrida biblioteca familiar, Latorre descubre muy pronto “la pobre vida de derrota / de presos, exiliados, / el último escalafón del ser humano, /cesantes, jubilados” (“La fuga”). Como María Teresa, la pequeña protagonista del cuento “Una colección privada”, lee muy tempranamente La historia de los girondinos, de Lamartine, y se conmueve con esta historia, que vincula con los relatos, vivos aún, de su propia familia y las luchas sociales en la región magallánica. Estos primeros impactos habrían de perdurar en los textos que escribió ya adulta, como El incendio de la Federación Obrera de Magallanes (2011), libro premiado por editorial Quimantú en 1973, que por causa del Golpe vería postergada su publicación por más de 30 años. En él, Latorre examina muy de cerca las atrocidades cometidas la noche del 20 de junio de 1920 contra el proletariado magallánico: su propio padre, José Latorre, había resultado herido en la tragedia.
De más está decir que la autora se comprometió con el proyecto de la Unidad Popular. Esto es bastante explícito en “El monumento”, donde abandona la perspectiva de la clase económicamente acomodada para explorar, aunque nuevamente desde la mirada de una mujer, la experiencia de los obreros textiles. La protagonista descubre la explotación en que ha vivido, pese a su propia adhesión irracional a la figura del patrón: “[...] cuesta creer qué es lo que significa una industria en poder de sus trabajadores. Parecen frases hechas para un medio de publicidad [...]. Pero aquí, adentro, donde comenzó una época diferente, empiezo a darme cuenta de que la vida tiene otro sentido”. Latorre se interesa por las subjetividades marginadas de los obreros, en quienes espejean los rasgos de su propio padre activista: “[...] se negaba a tratar de obtener dinero [...] consideraba que la ganancia era un robo. Se había acentuado su porfía por no salirse de su clase, por no transar, por no renegar de ella. Le gustaba vestirse con un traje increíble que se había hecho confeccionar. Con chaqueta cerrada y abotonada hasta el cuello. Era su traje de proletario” (El Incendio de la Federación Obrera de Magallanes).
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