Отрывок из книги
Marta Sanmamed y Sonja Wimmer
Juntos paseaban por los mejores pastos y sin mayor estrés pasaban las jornadas en el jardín del Olimpo.
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El dios Apolo escuchó los lamentos y trató de consolarlo, pero Cipariso imploraba estar junto al ciervo por toda la eternidad. Apolo, entonces, sentenció con voz profunda: «Serás recordado por todos nosotros y tú estarás por siempre al lado de tu amigo y de todos los que sufren».
Cipariso seguía llorando tanto, tantísimo, que sus brazos se transformaron en ramas cubiertas de hojas verdes y sus piernas se unieron formando un tronco que se fue hundiendo en la tierra. ¡Se estaba convirtiendo en un ciprés!…
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