No nos engañemos. Este libro responde a las exigencias del discurso hegemónico: parte de la base de que es necesario formular preguntas, pero se siente incapaz de responder a todas. Es un texto integrado en la masa de textos y, a la vez, una trompeta del Apocalipsis. Un ensayo esquizoide que pretende ser cualquier cosa, menos académico. Aquí no hay vocación de transparencia. Ni de limpieza. Ni de claridad. El exceso de higiene debilita la salud. Este texto aspira a manchar de tinta las manos que lo agarren. Como el papel de periódico.Estos pensamientos –soflamas al margen de cualquier cautela– responden a la incertidumbre y a cierta sensación de malestar: a la imposibilidad de estar conforme. Son un oxímoron: textos que parten de la radical convicción de que la literatura ya no le importa a casi nadie y que a la vez pretenden hablar de la literatura desde un lugar que no sea su templo, su jardín vallado, su paraíso perdido.¿Se puede (o se debe) hacer política con la literatura en tiempos en los que se empeñan en hacer literatura de la política? «No es un ensayo en absoluto académico, pero pocos he leído en español que lo igualen en matices, en agudeza reflexiva o en haber sabido captar las trampas de la ideología, sea ésta la neoliberal, que es la diana más sostenida, o la supuestamente revolucionaria, que también resulta desmontada alguna vez.» José María Pozuelo Yvancos, ABC"Este libro es una confidencia articulada y un alegato vibrante. Es también un ensayo culto de una persona culta que decide perder las buenas formas y poner contra las cuerdas a sus propios colegas de afición y, en alguna medida, de oficio: la sociedad literaria. Expresa una carencia literaria en forma de amputación civil: ¿adónde ha ido a abrevarse la literatura para que tantos lectores sientan que ya no atañe a ciudadanos cargados de impaciencias sociales, políticas o ideológicas? ¿Por qué la narrativa no satisface la exigencia de una mirada analítica que descubra y deplore el comportamiento del poder o los desmanes de la economía?" Jordi Gracia, El País"¿Qué ha pasado con la cultura? ¿Quién ha barrido su capacidad convulsiva? ¿Por qué el ocio como único dios verdadero? ¿Quién desinstaló del pensamiento la hormona crítica? ¿Quién redujo el concepto de ciudadanía al de público? ¿Por qué hoy es el miedo nuestro único barómetro? Sanz responde con la valentía de quien no cree en la casualidad. Es una forense ante el cuerpo inmediato de nuestro tiempo inmediato. Hay libros inesperados que se van levantando a cada página como un vuelo extraordinario. Éste es uno de ellos. Porque nos hace visibles en lo invisible. Porque son contrapeso y resistencia." Antonio Lucas, El Mundo
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Marta Sanz. No tan incendiario
UNA PROPUESTA DE ABAJO ARRIBA
PRESUPUESTOS PARA UN DEBATE
CULTURA DE IZQUIERDA
DIAGNÓSTICO
¿POR QUÉ HOY LOS ARTISTAS NO MILITAN?35
LA NOVELA HOY39
LITERATURA Y TIEMPO LIBRE
CONTAR UNA HISTORIA Y LEER UNA HISTORIA
INTERNÁUTICA Y NARRATIVA
NARRACIONES POSIBLES EN UN MUNDO IMPOSIBLE O NARRACIONES IMPOSIBLES EN UN MUNDO POSIBLE
EL ESPACIO CONFLICTIVO DEL ENSAYO48
CLAUDICACIÓN, REVOLUCIÓN, TATACHÁN, PECES Y PATOS50. TROMPETAS
EN EL EXTINTO PAÍS DE LAS MARAVILLAS SOCIALDEMÓCRATAS
PINTAN BASTOS
UNA DEDUCCIÓN ERRÓNEA
TATATACHÁN
CODA LITERARIA
NO LE CUENTEN NUNCA NADA A NADIE: CLAUDIQUEN
MARX Y LA LITERATURA
NOTAS
ÍNDICE
Отрывок из книги
LARGO RECORRIDO, 15
NO TAN INCENDIARIO
.....
10. Toda la cultura encarna un posicionamiento ideológico. El pop, el expresionismo abstracto, el barroquismo o el minimalismo son soluciones «formales» que concretan una ideología. No, no es exactamente así: la expresión «soluciones formales» parte de una dicotomía espuria entre el fondo y la forma sustentada en la lógica perversa del comentario de texto. Quizá, por esa razón, muchos niños no aprenden a leer. El expresionismo abstracto, el pop, el minimalismo no son soluciones formales, sino formas ideológicas. Como Pocoyo. Los Teletubbies. Y la madre de Marco.
11. Las formas culturales con apariencia de neutralidad –formas blancas, formas ensimismadas en la cultura sacramental del arte por el arte, formas de primera comunión– son las que entrañan mayor peligro –sí, peligro: existe una cultura de alambrada electrificada–. La cultura deja un poso que nos mueve a unos procedimientos determinados de acción. O de inacción. Cuando la publicidad se convierte en poesía toda esta cadena de relaciones causa-efecto es aún más evidente: planes de pensiones, privilegiar la seguridad frente a cualquier otro valor, pensar en la vejez, curarse en salud, huir a las verdes praderas, comer hortalizas desinsectadas, asociar la libertad con la velocidad y el viaje… Las propuestas culturales son, en definitiva, procedimientos de acción –o de inacción–. No hace falta ejercer de comisario –palabra para despellejar–: basta con leer tomando conciencia del significado profundo del acto de leer.