Un crisol de terror
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Max Liebster. Un crisol de terror
Отрывок из книги
A mi padre Bernhard y a mi madre Babette
A Willi Johe
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Llevaba días temiendo el momento de la lectura sagrada, y ahora tenía un nudo en el estómago y la sensación de no poder articular palabra. Detrás de mí podía sentir la presencia de toda la comunidad, que, al igual que yo, llevaban sombreros o yarmulkes. Algunos lucían sobre sus hombros el Tallith, un chal de oración de rayas azules y blancas, con costuras y flecos plateados. Algunos acostumbraban a coger los flecos, tocar sus libros personales de oración y besarlos cada vez que aparecía en el texto el santo nombre de Dios. Me habían enseñado que, por ser pecadores, no debíamos pronunciar el nombre más sagrado, que se escribía con cuatro letras hebreas conocidas como el Tetragrámaton, sino que debíamos reemplazarlo por Adonai, que significa “Señor”, o por Adoshem, que significa “El Señor del Nombre”. El nombre sagrado nunca debería salir de nuestros labios pecadores. Utilicé un puntero plateado para señalar las palabras de derecha a izquierda en mi rollo, y leí con seguridad y fluidez. Cuando bajé, todos me felicitaron; me había convertido en un hombre.
Después de la ceremonia, el rabino se presentó en casa. Lo tradicional hubiera sido celebrar una fiesta en honor a nuestro invitado especial y en conmemoración de mi Bar Mitzvah. En cambio, se sirvió una comida sencilla para una reducida lista de invitados. Los únicos que estuvieron en nuestra celebración fueron el hermano menor de mi padre, Nathan Liebster, que vivía en Aschaffenburg y era zapatero como él, y su familia. El hermano de mamá, Adolf Oppenheimer, no estuvo presente, ya que vivía en Heilbronn, no disfrutaba de buena salud y no podía desatender su negocio de ropa de caballero. El tercer hermano de papá, Leopold Liebster, que era sastre y vivía lejos, en la ciudad de Stuttgart, no había sido invitado. A mi padre y a mi tío les separaba algo más que la distancia: Leopold se había casado con una mujer católica, que rehusó criar a sus hijos en la religión judía. Como, por otro lado, Leopold no quería que sus hijos fuesen católicos, los criaron como protestantes.
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