La gran vida
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Michael Caine. La gran vida
Отрывок из книги
Prólogo
1. La dimensión desconocida
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A lo largo de mi carrera he ido incorporando a mi repertorio algunos trucos muy útiles. Durante un primer plano, mira fijamente solo uno de los ojos del actor que tienes enfrente, no mires a uno y otro ojo porque parecerías taimado; escoge el ojo que haga que tu cara se acerque más a la cámara; si interpretas a un personaje duro o amenazador, no parpadees (¡y no olvides la caída de ojos!); si interpretas a un pusilánime o a un inútil, parpadea todo lo que quieras (solo hay que fijarse en Hugh Grant); y si tienes que hacer una pausa después de que hable otro actor, primero habla y haz la pausa después, de ese modo podrás alargar esa pausa tanto como desees. Por último, el desnudo integral frontal. No lo hagas. En la actuación el control lo es todo, y en cuanto te quedas desnudo pierdes el control de la mirada del público. Pero si, a pesar de todo, insistes en hacer caso omiso de mi consejo en este último aspecto, permite que te haga una última recomendación: no te muevas. Cuando preguntaron al legendario bailarín de ballet Robert Helpmann —al hilo del estreno en Londres del espectáculo de variedades Oh! Calcutta, interpretado por bailarines desnudos— si él se avendría a bailar desnudo, respondió: «Terminantemente, no». Y ante la cuestión de por qué no, repuso: «Porque no todo se detiene cuando lo hace la música». Un hombre sabio.
Incluso contando con la cara adecuada, tienes que irradiar cierto sentido del humor. Creo que soy un buen actor dramático, pero transmito la impresión de que conmigo uno se puede echar unas risas. Se establece una conexión entre el actor y su público que va mucho más allá del papel que interpretas y que no tiene nada que ver con tus dotes interpretativas. Carisma. Lo tienes o no lo tienes. ¿Quién lo tiene, hoy en día? Yo señalaría a Jude Law, Clive Owen y Matt Damon. De entre ellos, me identifico con Jude Law. Al fin y al cabo, se me parece un poco… y ha hecho remakes de dos de mis películas. Y también me identifico con él en otro sentido. La prensa se pasa el día criticando su vida privada. Cuando trabajamos juntos en La huella, un crítico mencionó que se había beneficiado a la niñera, y yo pensé: «Espera un momento… ¡Pero si no se beneficia a ninguna niñera en la película!». Es un actor magnífico, un gran padre… y un poco mujeriego, como lo era yo, aunque quizá yo me lo montaba mejor para que no trascendiera. Pero antaño, cuando mis colegas y yo nos dábamos la gran vida y salíamos con un montón de chicas, no teníamos que vérnoslas con los paparazzi y las revistas de cotilleo, a diferencia de las estrellas actuales. Hoy en día no nos habríamos ido de rositas.
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