Описание книги
En este nuevo libro, Espejo incorpora recursos provenientes del ensayo, de la narrativa, del lenguaje coloquial y hasta del pensamiento filosófico, lo cual le otorga a su expresión una dimensión transgenérica. El poeta ha tejido un vasto entramado que refleja, bajo diferentes ópticas, la compleja relación que el ser humano mantiene con el Cosmos y la sociedad que lo rodea.
Budas de Bamiyán (fragmento)
Puedo dar testimonio fidedigno de ese instante de mi infancia donde la congoja me tomó por entero al escuchar a un chico de mi edad clamando por los golpes que recibía su madre a la que vi poco después de esos gritos desesperados llevando a la comisaría a punta de cuchillo a sus presuntos victimarios. Supe entonces sobre la tensión entre hambre y saciedad la diferencia entre el hilo que se hunde en la piel de seda y la soga del ahorcado. ¿Realismo mágico o social, estética de la muerte o sabor del bajo fondo? ¿Pero acaso importa lo que en realidad sentimos cuando todo se hunde en el fragor del ruido y de la imagen? Por eso no deja de sorprenderme el pánico que se apoderó de mí al ver explotar en la montaña a los budas de Bamiyán, como si yo hubiera sido un disciplinado creyente de las bondades de Sidartha y no un observador despiadado que sólo sintió curiosidad ante la carrera de los peatones en Manhattan, mientras trataban de escapar de la cercana muerte con la ferocidad de algunos sobrevivientes.
Budas de Bamiyán (fragmento)
Puedo dar testimonio fidedigno de ese instante de mi infancia donde la congoja me tomó por entero al escuchar a un chico de mi edad clamando por los golpes que recibía su madre a la que vi poco después de esos gritos desesperados llevando a la comisaría a punta de cuchillo a sus presuntos victimarios. Supe entonces sobre la tensión entre hambre y saciedad la diferencia entre el hilo que se hunde en la piel de seda y la soga del ahorcado. ¿Realismo mágico o social, estética de la muerte o sabor del bajo fondo? ¿Pero acaso importa lo que en realidad sentimos cuando todo se hunde en el fragor del ruido y de la imagen? Por eso no deja de sorprenderme el pánico que se apoderó de mí al ver explotar en la montaña a los budas de Bamiyán, como si yo hubiera sido un disciplinado creyente de las bondades de Sidartha y no un observador despiadado que sólo sintió curiosidad ante la carrera de los peatones en Manhattan, mientras trataban de escapar de la cercana muerte con la ferocidad de algunos sobrevivientes.