Описание книги
Luis Tudanca
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Sexualidad y muerte: dos estigmas clínicos
Agradecimientos
Del destino a la risa. Luis Tudanca
El destino del trauma
La negación: cómo decir lo imposible
¿Más allá del trauma?
Artificios
El cuerpo como el nuevo Dios
Comentario
¿Qué malestar en nuestro tiempo?
Lo que queda de Tótem y tabú
Momentos de la caída del padre
De la masa a la multitud
Lo masculino y lo femenino en el Otro social
¿Pasión por lo real?
Política del trauma
Un inconsciente que ex-siste
Bibliografía general
Revistas / Publicaciones digitales
De lo sublime a lo ridículo, no hay más que un solo paso (1) Adrián Scheinkestel
El concepto de Posverdad para la filosofía y la política. Ester Cohen
Bibliografía
El horror de la belleza. Liliana Barreiro
Bibliografía
Posverdad: Violencia de género y medios de comunicación. Valeria Analía Pastorella (1)
Para contextualizarnos
Cuando la mentira es la verdad (6)
Concepto de Género
Violencia mediática contra las mujeres: “La Posverdad atiende su juego…”
Bibliografía
Quitapenas. Claudia Fraile
Bibliografía general
@maternidad. Andrea Rivero
Bibliografía general
Mónica Biaggio
Portadilla
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La función de la tyche como encuentro se presenta primero en la historia del psicoanálisis bajo la forma del trauma. El encuentro del que habla con relación a la tyche es el encuentro que es siempre inesperado; tiene que ver con la sorpresa, con lo que cae en el mal lugar. Este trauma, que es inicial, es taponado por el principio de placer. El principio de placer es lo que duerme. Cuando decimos que estamos “dormidos” es porque estamos nadando en el principio de placer. Por eso cuando los pacientes dicen que tienen que gratificarse, hay mucho empuje ahí.
En la gratificación está anudado el principio de placer y también el dormir. Tampoco se puede estar despierto todo el tiempo, porque estar despierto es estar despierto a lo real, y eso se da, por ejemplo, en la psicosis. La neurosis, en cambio, tiende a dormir al sujeto, y por lo tanto vela lo real; esto es porque forma parte de la misma estructura. Hay muchos modos que tiene la neurosis de velar eso que no tiene nombre. Eso que es traumático. Lo que despierta en el sueño de “Padre, ¿acaso no ves que ardo?”, (10) no es un sueño freudiano, sino que se lo contaron. No lo despierta la vela, no se trata de la percepción del ruido de la vela que cae, sino la voz. La voz está aludiendo al objeto. Recordemos que en el Seminario 11, Lacan tiene los objetos a, que había elaborado en el Seminario 10, donde ya planteaba el goce como fragmentado.
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