El error de tu venganza
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Noelle Cass. El error de tu venganza
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Отрывок из книги
El error de tu venganza
Noelle Cass
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Finalmente, se levantó del sillón y salió del despacho. Esa noche tenía una importante cena de negocios con un comercial y le hacía falta el tiempo para ducharse y cambiarse de ropa, cuarenta y cinco minutos después, salió del apartamento y se encaminó hacia el aparcamiento donde estaba estacionado el coche. Se subió a él y suspiró, mientras sujetaba con firmeza el volante, su plan de venganza contra Isabella estaba en marcha. Aunque en su mente lo tenía así de claro, su corazón se oponía, diciéndole que estaba cometiendo un gran error. Pero él se negaba a escucharlo de nuevo. Le había hecho caso una vez y había acabado con él destrozado, no le daría de nuevo la oportunidad de volver a sufrir por ella. Tenía que pagar por todo el dolor que le había causado. Necesitó de años para enfrentarse de nuevo a la realidad y darse cuenta de que ella ya no volvería a estar de nuevo con él. No amándolo, como él la amaba a ella. Sacudió suavemente la cabeza, y puso el coche en marcha. Salió del aparcamiento acelerando y con un estruendoso chirriado de ruedas. Así era él, cada vez que se acordaba de Isabella. Tenía que acordarse de ella como una cualquiera, capaz de entregarse al mejor postor por conseguir lo que quería y ascender en la sociedad. Pensaba, mientras circulaba entre la densa circulación, y conducía de camino al restaurante donde lo esperaba el comercial para tratar un importante negocio.
Esa misma noche, a Isabella le resultó imposible pegar ojo. No dejaba de dar vueltas y más vueltas en la cama. No podía creer que fuera tan idiota para aceptar la invitación a comer de Cristopher. Sabía que, si lo dejaba entrar de nuevo en su vida, la volvería a hacer sufrir. Y no quería volver a sufrir de nuevo por ese hombre, no después de los esfuerzos que tuvo que hacer para salir a flote y encauzar de nuevo su vida. Diez minutos después, se dio por vencida al ver que le era imposible dormir y encendió la lámpara. Se levantó de la cama y salió del dormitorio para ir a la cocina a prepararse un té que la ayudara a descansar. Lo necesitaba, el día siguiente tendría un día muy ajetreado y necesitaba urgentemente unas horas de descanso para despejarse. En la cocina cogió una taza, después puso un cazo de agua a hervir en el fuego y cogió un sobre de té del paquete. Minutos después, ya con el té preparado, se sentó en una de las sillas que había alrededor de la encimera. Su mente voló, inevitablemente, de nuevo a Cristopher. Seguía siendo un hombre atractivo, se dijo para sí, los cinco años que habían pasado habían hecho que su rostro más maduro, enfatizara sus facciones. Su cuerpo era también más musculoso y fuerte que en el pasado. Seguramente por las largas horas que pasaba en el gimnasio, pensó distraída, mientras su mente evocaba imágenes de Cristopher. No podía creer que fuera tan necia para seguir amándolo como lo amaba, sobre todo después de todo el daño que le había hecho, que hubiera sido mucho peor si estuviera enterado de la verdad.
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