Dionisíacas. Cantos XXV-XXXVI
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Nono de Panópolis. Dionisíacas. Cantos XXV-XXXVI
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BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 319
La tercera entrega de las Dionisíacas de Nono de Panópolis, que se presenta ahora al lector, contiene los cantos XXV-XXXVI y abre la segunda parte de este extenso poema. En ellos encontraremos una mezcla de elementos tradicionales, como la imitación homérica del engaño de Zeus (Diòs apátē) o el catálogo de las tropas indias, e innovaciones en el campo de la épica, como son la colección de parádoxa y mitos locales poco conocidos, elementos novelescos y eróticos, etc. En definitiva, siguiendo el principio poético de la variación (poikilía), Nono emprende la narración de la segunda parte de su «proteica» obra centrándose en el desarrollo de la campaña índica de Dioniso.
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El comienzo del canto retoma el ataque de Deríades a las Bacantes, a quienes condujo hacia dentro de la ciudad de los indios. Hay una escena general de lucha en la calle, con los ciudadanos como espectadores (vv. 1-20) y, seguidamente, algunos lances concretos: un indio se enamora del cadáver de una Ménade a la que acaba de matar y pronuncia un monólogo, en una escena de extraño erotismo, lamentando su muerte y declarándose vencido por su víctima (21-78); las mujeres indias toman las armas también contra las Ménades, destacando, entre alusiones a mujeres guerreras de la mitología, las tres esposas de los caudillos indios, Protonoe, Quirobia y Orsiboe (79-97).
Nono concluye a continuación los dos episodios más importantes que ha emprendido en estos cantos entre la narración general de la batalla, la Diòs apátē y el epilio amoroso de Morreo y Calcomede: en primer lugar, pone fin a la historia erótica del indio y la muchacha con una nueva estratagema de ésta, que convence a Morreo para que se quite las armas y se lave antes de entrar en su lecho (vv. 98-138). El indio responde encantado a su discurso y se quita la armadura y las armas (139-159). Mientras tanto, entre los dioses, Afrodita le hace ver a Ares lo que está sucediendo entre Morreo y Calcomede, y se burla de él demostrándole cuán poderoso es el amor que incluso un terrible guerrero como Morreo se desnuda y se lava en el río (160-184). Tras el baño de Morreo, en el que Nono resalta de nuevo lo imposible de una unión consentida entre una chica blaṅca y un hombre negro, Calcomede se retira pudorosa para no ver un desnudo masculino. Morreo intenta entonces violar a la Ménade, pero una serpiente oculta en su túnica la defiende y frustra el deseo del indio (185-222).
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