Secuestro. Cuando la muerte acecha

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Orlando E. Padrón O.. Secuestro. Cuando la muerte acecha
Отрывок из книги
Mi comisión y la corrupción en la Fiscalía
Me encuentro en la vía por la autopista Regional del Centro conduciendo mi vehículo personal, pensando en la inmortalidad del cangrejo. Me dirijo al Circuito Judicial Penal de Aragua, en Maracay, a realizar una audiencia preliminar de uno de los tantos asuntos pendientes en mi despacho, Fiscalía 22.a Nacional, mi nuevo rol dentro del Ministerio Público. Y pensar que hace como un mes era el director de Delitos Comunes, ahora me toca nuevamente patear los pasillos de los tribunales, ya no como fiscal de Los Teques, fiscal superior o director, ahora me toca como fiscal con competencia nacional, motivo suficiente que me obliga a prepararme cada día más para enfrentarme a los 24 códigos procesales, como decimos en la Fiscalía: “en cada estado existe un código diferente”, cada quien le da una interpretación distinta a las normas; es una lucha que vengo enfrentando desde hace mucho tiempo, y que asumí con mayor interés desde que fui nombrado en el cargo de director de Delitos Comunes: hacer que la interpretación de las normas procesales sea igual en todas las regiones. La verdad es que considero que esta lucha la estoy perdiendo, y ahora como Fiscal Nacional no tengo la facultad para instruir a los demás fiscales, solo me queda aconsejar y asesorar a mis compañeros fiscales, me parezco a un Quijote, como decía el doctor Julián Isaías, cuando fue fiscal general: los fiscales parecen Quijotes, luchando solos en contra de las injusticias, ahora me toca seguir en mi lucha diaria para hacer prevalecer la justicia y el bien común. Mi verdad es que pensaron hacerme un daño apartándome de la dirección y no imaginan el bien que me han hecho.
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Los pegadores, son los sujetos que, dentro de la organización criminal, tienen como tarea someter a la víctima para privarla de su libertad y trasladarla hasta un determinado sitio ya acordado con antelación, en el cual la entregan a otros sujetos a quienes llamamos “cuidadores”, término con el cual nunca he estado de acuerdo, por cuando su misión es velar por que la víctima no se escape o sea rescatada; igualmente le aportan comida y agua, pero no en todos los casos hacen eso, por lo que deberían ser llamados “custodios, carceleros o vigilantes”.
Continuando la conversación con el comisario Karabín, le manifesté a manera de corregir algunos errores que se pudieran estar cometiendo conforme a la información que obtuve en Maracay.
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