El secreto de la tierra y los primeros dioses

El secreto de la tierra y los primeros dioses
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Описание книги

Durante la noche del veinticincoavo aniversario de la guerra de los Sueños, las melodías del arpa, el pandero y el laúd flotaban en la sala del trono del castillo. Los asistentes a la celebración ignoraban lo que se desataría cuando el vino y el banquete se asentaran en sus cuerpos. Hasta aquella velada, Ur era respetada y temida por los reinos cercanos, quienes también codiciaban el misterioso poder oculto detrás de sus murallas.El secreto de la tierra y los primeros dioses transporta al lector a un mundo donde las deidades están más cerca de lo que la imaginación humana puede creer. La muerte, la amistad, la sed de conquista y el idealismo arrastrarán a los personajes a sangrientas luchas por cambiar la sociedad donde viven.

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Pablo Orellana. El secreto de la tierra y los primeros dioses

EL SECRETO DE LA TIERRA. Y LOS PRIMEROS DIOSES

Pablo Orellana

ÍNDICE

El cristal. Una fiesta en el castillo. Orfanato. Contrato de la EDE. Despertar. Miriam. Rescate. La batalla de los dioses. El puente de los Condenados. Un nuevo rey. Una gran diferencia. KaphkaYahvehHades

El cristal. Hace mucho tiempo, una gran guerra se desató en los reinos de poniente. Dirigido por el rey Sephnas, el ejército de Ur marchó con inclemencia hasta el reino de Kah, con el único objetivo de destruirlo todo

Una fiesta en el castillo. Entre risas y cantos, bailes y música se encontraba la ciudad de Ur. Aquel cálido día de verano se celebraba el veinticincoavo aniversario del final de la guerra; por tal motivo, la ciudad se adornaba con miles de cristales colgados en cada casa, tienda y bazar. No había puerta o ventana que careciera de un cristal blanco, en representación al de mayor tamaño ubicado en la torre más alta del castillo de Helena, el cual albergaba el cristal desde el año seis después de la guerra. Como símbolo de paz, se erigía sobre el monte Munhadar en el centro de Ur, entregando esperanza y salud a los habitantes del reino

Mi vida se hace larga, mientras espero mi libertad. Mas nunca llegará, del rey es hasta el final. Los que no desean morir, se venden para siempre, sirviendo constantemente

La abundancia de mis manos no puedo verla, pero está ahí, en las manos del rey. La sangre de mis hijos no me ha sido devuelta, pero está ahí, en las manos de Yahveh. La fuerza de los nuestros nace de las caderas. de las madres de este pueblo. Nuestra vida no es tuya, nuestra vida es de ellas…

Orfanato. Era primavera. Cinco de los sesenta y siete niños del orfanato de Yakhabaz habían cumplido doce años y debían comenzar a trabajar

Revisa bajo la cama

Contrato de la EDE. Según dicta el mandato número setenta y ocho, todo niño mayor de doce años está capacitado para postular a la Escuela del Ejercito, en adelante EDE. Cada egresado le deberá por siempre su vida al reino, motivo por el cual la ofrecerá cuando sea necesario, en desmedro de su integridad física y amor propio. El costo del ingreso de los estudiantes será determinado por la administración del momento, así como la prueba para los estudiantes becados

Despertar. Lo que al principio era música y se convirtió en golpes de espada, gritos y lamentos, evolucionó hasta ser solo silencio

Miriam. Seth tenía trece años e iba en primer año de la EDE, estaba a mediados del curso. A pesar de lo diferentes que era los cursos entre sí, a todos se les enseñaba a luchar, esa era una de las principales características. El profesional del ejército debía su vida al reino, así que necesitaba saber cómo defenderlo

Cuando suenan las campanas, mi piel se eriza, mi corazón tiembla y mis ojos se secan de lamentar. El rey dispone de mi vida; si es así mi suerte, me despido de mi familia y abrazo la muerte

Rescate. Era medianoche y la ciudad seguía bajo ataque

La batalla de los dioses. Los soldados de Ur expulsaron a los invasores. A muchos de los kahínos no les quedó otra alternativa que huir a los bosques, donde encontraron su destino frente a las peligrosas criaturas que lo habitaban. Al menos trescientos soldados fueron cazados por la caballería de Ur, mientras que en el interior de las murallas ciento cincuenta quedaron como prisioneros

El puente de los Condenados. En el puente de los Condenados, Faranthy y su ejército habían desmantelado las casas y granjas para fabricar miles de lanzas. Las entradas a ambos extremos del puente permanecían protegidas por enormes empalizadas, destinadas a salvaguardar el pequeño pueblo que se encontraba en su interior. Este pueblo se dedicaba a comerciar con los viajeros que pasaban por aquel lugar, ya que era uno de los dos únicos pasos habilitados para cruzar hacia el extremo sur del río. El otro se ubicaba al sur de la fortaleza de BarackRoth

Un nuevo rey. En el castillo de Helena, Abithur se dirigía a la sala de guerra, pues había convocado una reunión para preparar el contraataque y tratar otros asuntos de importancia. Además de Abithur y el rey Héctor, acompañado por cuatro guardias reales, se reunieron en aquella estancia Aemer, Seth, Miriam, Dante, Khary y ocho susurradores, encargados de transmitir los mensajes de quienes no podían estar presentes físicamente

Una gran diferencia. Al salir del castillo de Helena, Seth se encontró con sus compañeros frente a un carruaje que los llevó a toda velocidad hasta el castillo de Yahveh. Allí aguardaba paciente el capitán Amron, uno de los caballeros más fuertes de Ur y el mejor amigo del general

Kaphka. El manto de la noche evitaba que se distinguiera la totalidad de las criaturas que rodeaban el castillo. De pronto, una luz azul emergió de aquella oscuridad y las nubes del cielo emitieron un sonido que estremeció a todos. Pocos instantes después, una intensa lluvia cayó sobre la tierra de BarackRoth y aquella luz avanzó entre las criaturas; solo al llegar hasta las puertas del castillo fue posible identificar a su portador: un hombre de largo cabello blanco, espalda ancha e imponente estatura, ojos verdes y hermosa apariencia. Vestía una túnica larga y verdosa, y portaba un arpón en su mano derecha, el cual tenía incrustada una gema azul que brillaba con intensidad

Yahveh. Desde la distancia, Kaphka sintió la presencia de Yahveh con intensidad. De inmediato, comenzó a caminar hacia el castillo junto a Ahsha y Lahia, al tiempo que su ejército realizaba se arrojaba nuevamente contra el castillo

Hades. El estrepitoso sonido de una explosión despertó la conciencia de Seth, quien se hallaba de bruces sobre la seca y árida tierra. Poco a poco sus ojos se abrieron, al tiempo que percibía en el aire un calor sofocante. Al ponerse de pie, descubrió sobre sí el techo de una gigantesca cueva, donde colgaban cientos de candelabros de piedra que con su fuego entregaban una luz tenue. Al mirar a su alrededor, asemejó el lugar a un páramo desértico en el que solo se encontraban algunas almas similares a la suya y una que otra flor de color negro violeta

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Sephnas era un hombre de abundante barba y espalda ancha, fuerte, severo y con una espectacular destreza con la espada; además, poseía la habilidad de predecir el futuro mediante sueños proféticos, característica que lo llevó a conseguir el ejército más grande de la historia, conquistando y sometiendo durante años todas las ciudades y tribus cercanas al reino de Ur.

Cegado por su ambición y el temor al cumplimiento de cierta profecía, no encontró más que dolor y muerte para su gente. Pues la muralla de Kah, ubicada entre las dos mitades de la montaña partida, resultó ser impenetrable.

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La ciudad poseía una estructura muy particular. Tras su fundación, la urbe se desarrollaba alrededor del castillo de Yahveh, un templo dedicado a la adoración de la diosa, ubicado al oriente del lago Minar y al poniente del monte Munhadar. Al sur del castillo se encontraba el río Ghost y al norte el río Logg, ambos rodeaban la montaña y desembocaban en el lago, así que Ur era una fortaleza muy bien protegida.

Luego de la segunda guerra, denominada la guerra de los Sueños, la ciudad ganó prestigio y, gracias al poder del cristal, las arcas del reino se llenaron lo suficiente para construir un nuevo castillo en la cima del monte Munhadar, donde se trasladó el gran cristal. Este nuevo castillo recibió el nombre de Helena, en honor a la última reina de Ur. A raíz de esto, el castillo de Yahveh se convirtió en el principal templo, mientras el resto de la ciudad se organizó alrededor de la montaña hasta tomar una forma circular, dejando intactas miles de hectáreas de bosque pertenecientes al monte. De esta manera, los ríos Ghost y Logg atravesaban Ur hasta llegar al lago, el cual desembocaba en el mar a través de un río navegable del mismo nombre.

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