Deportes, masculinidades y cultura de masas
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¿Quiénes fueron los primeros cronistas deportivos en Chile? ¿De qué manera construyeron sus relatos periodísticos? ¿Qué tipo de discusiones políticas e ideales socioculturales proyectaron las revistas deportivas de la primera mitad del siglo XX? Apelando a la sensibilidad de miles de lectores, las revistas deportivas escenificaron proyectos colectivos de nación y difundieron arquetipos masculinos como ejemplos de conducta cívica en cientos de páginas. A diferencia de la prensa diaria, que surgió del ámbito de la información cotidiana, las revistas elaboraron sus discursos a partir de saberes especializados que buscaban entretener, educar, emocionar y establecer pautas culturales. Columnistas, editores, fotógrafos e ilustradores desplegaron una serie de estrategias comunicacionales que influyeron tanto en el poder político como en la conformación de una emergente cultura de masas. Más que plataformas de entretenimiento o simples registros impresos de sucesos deportivos, las revistas se constituyeron como actores independientes e intelectuales colectivos capaces de transformar la práctica deportiva en un asunto de importancia estatal.
El deporte y los medios de comunicación han estado históricamente asociados de tal manera que sería difícil construir la historia del deporte chileno sin reconocer su vínculo con los medios. La revisión histórica de publicaciones deportivas subraya el rol del «cuarto poder» en la creación y oposición de proyectos políticos de Estado. En ese sentido, «creación» y «oposición» no son conceptos mutuamente excluyentes, ya que el deporte fue una herramienta para promover la propaganda oficial de los gobiernos, como también un mecanismo para desafiar el pensamiento hegemónico. El deporte, como elemento novedoso a fines del siglo XIX y más claramente en las primeras décadas del siglo XX, se consolidó como un espacio de confrontación simbólica relevante para la configuración moderna del periodismo chileno. Más importante aún, las revistas lograron conciliar elementos de la cultura popular (imaginarios colectivos, costumbres locales, aspiraciones sociales) con elementos de la emergente cultura de masas e incorporar dichos elementos dentro de la cultura política chilena que edificó el Estado a mediados del siglo XX.
Отрывок из книги
A mi padre, Pedro.
A mi hijo, Baltazar.
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En el Chile de la primera mitad del siglo XX, las revistas deportivas entraron en la disputa por las audiencias durante el surgimiento de la denominada prensa de masas, la cual, según Guillermo Sunkel, estuvo organizada en base a dos matrices culturales: una ligada a educar a los sectores populares y representar sus intereses frente al Estado, típica de periódicos panfletarios de los años cuarenta como El Siglo o Frente Popular (matriz “racional-iluminista”); y otra más rica en imágenes y sensibilidades populistas, presente en tabloides amarillistas de los cincuenta como Las Noticias Gráficas y Clarín (matriz “simbólico-dramática”). Para Sunkel, esta prensa sensacionalista, con fuerte énfasis en la cobertura de sucesos deportivos, nació precisamente como “popular” porque era accesible a públicos previamente excluidos por la cultura oficial82. La investigación de Sunkel es fundamental para comprender que las revistas deportivas oscilaron entre una matriz racionalista y una dramática al emplear la visión tradicional del periodismo “serio” simultáneamente interpelando la subjetividad de los lectores por medio de informaciones deportivas. Es por esto que fotografías, publicidad y caricaturas resultaron cruciales para representar las aspiraciones de las masas y el deporte como un espectáculo más cercano a públicos analfabetos y semialfabetos83. Por ende, existe la necesidad de analizar las formas en que las narrativas deportivas, con un significado pluralmente inteligible, se extendieron a temas más amplios que el propiamente deportivo.
Si bien la historiografía chilena sobre prensa ha avanzado considerablemente en las últimas dos décadas, reconociendo el surgimiento del segmento deportivo en la prensa diaria a inicios del siglo XX, la historia cultural tiene una deuda con las revistas deportivas84. Por un lado, es incomprensible que los estudios de medios no contemplen la aparición de la prensa moderna sin referirse a los deportes; por otro lado, es menos entendible que los estudiosos del deporte no consideren el rol de los medios como facilitadores de la masificación deportiva. En general, estos dos campos culturales están entrelazados en todos los niveles. Los propietarios de revistas deportivas a menudo organizaban eventos deportivos y muchos atletas y futbolistas se convirtieron en destacados cronistas, y lo más importante, el público para estos entretenimientos estaba compuesto por audiencias similares. Dado que la historia oral y los registros radiales no son opciones viables para este período, el libro depende ampliamente de textos escritos para trazar los debates que giraron en torno a la cultura de masas. Las secciones de “concursos para suscriptores” y “cartas al director” permiten que algunas voces de lectores y deportistas se transmitan, a pesar de que estas voces también están cuidadosamente mediadas. Finalmente, este libro no ofrece una historia cultural de todas las revistas deportivas chilenas. La producción de cultura de masas en este periodo estuvo dominada casi por completo por Santiago y ocasionalmente Valparaíso. Si bien la recepción de estos productos culturales en el norte o sur del país es un importante objeto de estudio, escapa del alcance de este libro.
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