Malte vive en mi jardín

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Pilar Orlando. Malte vive en mi jardín

prólogo. Los agujeros del amor

I. Acababa de leer Los cuadernos de Malte, de Rilke…

II. Estoy tan bien en este jardín

III. Todos alrededor de la madre

IV. Todos copiamos algo

V. Estoy pecando muchísimo

VI. Algo tengo que hacer para entender a los demás

VII. Yo no recordaba nada

VIII. Enfermedad, ¿qué enfermedad?

IX. Intento recordar el pasado

X. Las dos lo amábamos

XI. No he vuelto a escribir una línea

XII. El arte es una especie de revelación

XIII. No tenemos fe en nada

XIV. Yo todavía no soy sabia

XV. Isabella es el nombre más bonito del mundo

XVI. Cualquier fecha es una excusa para celebrar

XVII. Mis dedos no funcionan

XVIII. El sexo es sublime

XIX. ¡Cómo puedo vivir tan bien!

XX. Escucho a Mozart de fondo

XXI. Importan más las formas

XXII. Mi chimenea encendida

XXIII. Amistades incorruptibles

XXIV. No paran de interrumpirme

XXV. Tengo un micromundo

XXVI. El diagnóstico sonaba mal

XXVII. Seguir haciendo lo mismo. Pero distinto

XXVIII. El neurólogo

XXIX. Kinesiología en París

XXX. Kleenex y constelaciones familiares

XXXI. Deberías visitar a un psiquiatra

XXXII. Células madre

XXXIII. Curandera

XXXIV. Cortar por lo sano

XXXV. Naturoterapia

XXXVI. Terapias holísticas

XXXVII. Reiki

XXXVIII. Agua de Lourdes

XXXIX. Hipnosis

XL. Espinoso asunto el de la asistencia

XLI. No puedo hacer tres cosas al mismo tiempo

XLII. Las coincidencias existen

XLIII. Los malos de verdad son catastróficos

XLIV. Variedad de opiniones

XLV. Los problemas los lleva uno dentro

XLVI. El poder de la mente

XLVII. Pensamiento mágico

XLVIII. La historia es mía

XLIX. Me tomaré otro vino

L. Víspera del viaje

LI. No sentí la trascendencia

LII. Estamos locos

LIII. La tamborrada

LIV. Y, de pronto, mi cuerpo

LV. Decir la verdad

LVI. Yo también puedo decir la verdad

LVII. No sé si es bueno o malo

LVIII. Escribir colocada

LIX. Soy más fuerte que los que andan

LX. El miedo paraliza

LXI. Invocar tiene consecuencias

LXII. Melancolía

LXIII. El día de mi cumpleaños no es mi mejor día

LXIV. ¿Por qué me traicioné?

LXV. No soy una lechuga

LXVI. Hay un hombre a mi lado

LXVII. El confinamiento me ha hecho normal

LXVIII. Lo que para los demás es un encierro, para nosotros es libertad

epílogo. Hoy es un día para correr, Malte. Espéranos

Los libros que he leído, la música que ya no escucho y los huecos que deja el diablo

Agradecimientos

Отрывок из книги

Pilar y yo coincidimos en el curso «Razón y corazón» que impartía Alejandro Gándara. Nos enseñaba la diferencia entre dolor y daño y al final de la clase preguntó si alguien tenia algún testimonio. Pilar, apoyada ligeramente en un bastón, se levantó y dijo: «Yo he perdido a mi hija y he sentido que el dolor me traspasaba. Casi muero de pena, pero aquel dolor me construyó, aprendí mucho con esa pérdida. Pilar no se hizo daño, aguantó bien el dolor. Escucharla fue muy impactante para mí, sentí su testimonio sereno y desgarrador como un regalo y quise conocerla, quise que me enseñara, y tengo la suerte de ser su amiga desde entonces.

Este libro es otro regalo. Pilar sabe que la vida te puede arrancar pedazos, o todo, si te dejas. Y ella no se deja. Porque sabe superar el miedo y siente que la vida le paga bien esa ausencia de miedo.

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Madrid, abril de 2021

—¿Puedo tener un rato el iPad? Sí, cariño.

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