La reedición de esta obra acercará a nuevos lectores a la que fue la primera novela del escritor Ramón Illán Bacca, quien con la ironía y sentido del humor que lo caracterizan, presenta una historia de espías ambientada en el Caribe colombiano durante la Segunda Guerra Mundial. En estas circunstancias, el joven reportero Gunter Epiayú (hijo de un alemán y una Guajira) se embarca en una peculiar investigación para descifrar el papel de la enigmática y seductora Deborah Kruel en los planes del ejército nazi.
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Ramón Illán Bacca. Deborah Kruel
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II. EL BANQUETE DE SÓCRATES VALDEZ
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII. LA APOTEOSIS DE MARÍ PUSPÁN
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO X
CAPÍTULO XI
CAPÍTULO XII. DE POR QUÉ LOS CIGARRILLOS PIELROJA DEBEN LLAMARSE PIJAOS
CAPÍTULO XIII
CAPÍTULO XIV. YO ESTUVE EN LA OPERACIÓN PELÍCANO (1)
CAPÍTULO XV. YO ESTUVE EN LA OPERACIÓN PELÍCANO (2)
CAPÍTULO XVI
CAPÍTULO XVII
CAPÍTULO XVIII. YO CONOCÍ AL PÚGIL MOROCHO
CAPÍTULO XIX. DIARIO DE UN CONTRAESPÍA
CAPÍTULO XX
ESTUPENDA GRATIFICACIÓN
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La presencia en la serranía de la Macuira de un Stuka abandonado fue la noticia de la semana pasada. La revista Interviú tituló con letras gigantescas: “Descubierto el avión donde huyó Hitler”. Sucesos Sensacionales habló de un laboratorio clónico. El columnista del Rigoletto Otto Nicolás Pérez soltó la novedosa tesis de que todo se debe a una espiral del tiempo. “El Stuka —dijo—, al pasar por el Triángulo de las Bermudas, fue envuelto por extrañas fuerzas magnéticas, que años después, en un salto temporal (fenómeno inexplicable en nuestro actual grado de conocimientos científicos), lo depositaron en el punto donde ha sido encontrado”.
El único en preguntarse cómo un avión de tan corto radio de acción pudo hacer ese vuelo interoceánico ha sido el redactor de El Sesquiplano, Gunter Epiayú. Curiosamente, Máximo Franco, experto en aeronáutica de la Universidad de Houston, conjeturó que este viejo bombardero fue armado en el mismo sitio y jamás ha sobrevolado.
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El hombre contestó con suficiencia:
—¡Siempre sé llegar primero cuando me lo propongo! Además —agregó bajando la voz y con un tono mucho más cordial—, todavía tengo un alma de quince años.