Raquel M. Roca pasó toda su infancia soñando con escribir y se lanzó a probar suerte durante la adolescencia. Su gran pasión por aprender a llenar de vida las páginas la llevó a estudiar Comunicación Audiovisual en la Universidad de Valencia. Ha escrito diversos cortometrajes de ficción y realizó una adaptación cinematográfica como trabajo final de grado. Siempre con un bloc de notas bajo el brazo, la cabeza en las nubes y una historia que contar, Raquel es una apasionada de la ciencia ficción y la fantasía. «Los chicos perdidos» nace de esa necesidad de vaciarse de unos personajes cada vez más desatados en su imaginación que fueron los que terminaron dirigiendo la orquesta. Actualmente se gana la vida como Community manager, pero es una gran apasionada de la lectura, los videojuegos, las tardes de terraceo, la comida italiana y las noches de Netflix. Si quieres conocerla más puedes seguirla en redes sociales como: Twitter: @raquelmroca Instagram: @raquelm.roca
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Raquel Mocholi Roca. Los chicos perdidos
LOS CHICOS. PERDIDOS
ÍNDICE
I. Enzo
II. Cosas de niños
III. Pequeños guerreros
IV ¿Quién teme al lobo feroz?
V. Después de la tormenta siempre sale el sol
VI ¿Qué fue de los chicos perdidos?
VII. El cuento de un niño
VIII. Dulces sueños
IX. Mentiroso
X. El libro
XI. El precio de tus elecciones
XII. Ruedas
XIII. El juicio
XIV. Bailar hasta morir
XV. Alguien voló sobre el nido del cuco
XVI. La fuga
XVII. Hogar, dulce hogar
XVIII. Aquello que nunca quisiste saber
XIX. El escritor
XX. La abogada
XXI. La mecánica
XXII. La pintora y el banquero
XXIII. El orfanato
XXIV. Inferno
XXV. Amarillo
XXVI. El Otro Enzo
AGRADECIMIENTOS
Отрывок из книги
Raquel M. Roca
Para Bea, por animarme a escribirla a pesar de la distancia.
.....
Antes de que pudiera hacer nada más cogí el primer objeto que encontré. Era la pluma con la que había estado escribiendo. Sin pensármelo dos veces, se la clavé en la puñetera mano. El pezzo di merda empezó a gritar y me soltó de inmediato, así que aproveché para levantarme de un salto, abrir la puerta y correr hasta mi cuarto como si mi vida dependiera de ello.
Ya poco me importaba pasar de curso o no, y en cuanto tuve un momento para hablar a solas con Stefano le conté todo lo ocurrido con pelos, señales, gestos, chillidos y todo lo que hizo falta. A pesar de todo el espectáculo, Stefano no pareció sorprenderse con mi relato, cosa que me chocó bastante. En lugar de eso preguntó: