El mundo, la carne y el Diablo
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Richard Rohr. El mundo, la carne y el Diablo
Copyright © 2021 Richard Rohr
¿Qué hacemos con el asunto del mal? de Richard Rohr. 2021, JUANUNO1 Ediciones
Published in the United States by JUANUNO1 Ediciones, an imprint of the JuanUno1 Publishing House, LLC. Publicado en los Estados Unidos por JUANUNO1 Ediciones, un sello editorial de JuanUno1 Publishing House, LLC. www.juanuno1.com
Name: Rohr, Richard, author. El mundo, la Carne y el Diablo : ¿Qué hacemos con el asunto del mal? / Richard Rohr. Published: Miami : JUANUNO1 Ediciones, 2021. Identifiers: LCCN 2021948337. LC record available at https://lccn.loc.gov/2021948337
REL012040 RELIGION / Christian Living / Inspirational. REL012070 RELIGION / Christian Living / Personal Growth
Ebook ISBN 978-1-63753-017-7
Ian Bilucich. Corrección. Tomás Jara. Créditos Portada. Equipo de Media y Redes JuanUno1 Publishing House. Concepto diagramación interior & ebook. Ma. Gabriela Centurión. Crédito foto de Richard Rohr. Nicholas Kramer. Director de Publicaciones. Hernán Dalbes
Miami, FL. USA. Octubre 2021
COVER. PORTADA. LEGALES. INTRODUCCIÓN
LA GENIALIDAD ESPIRITUAL DE PABLO. TODOS NOS BENEFICIAMOS Y SOMOS CÓMPLICES DEL MAL. LOS LUGARES OCULTOS DE LA MORTANDAD. UNA SALIDA Y UN PASAJE. LA ESPIRAL DE LA VIOLENCIA. LA CRÍTICA DE JESÚS AL SISTEMA DE PECADO. CÓMO SOBREVIVIR E INCLUSO SALIR ADELANTE. AMOR Y PERDÓN. LA DIALÉCTICA PAULINA. SOSTENIENDO LAS TENSIONES
Estas son las únicas ideas genuinas: las de los náufragos. Todo el resto es retórica, gesticulación y farsa —José Ortega y Gasset ¿No es irónico e interesante a la vez que Pablo naufragara literalmente tres veces (٢ Co ١١:٢٥)? ¿Y no es más que atractivo que el primer paso en el viaje hacia la recuperación del programa de los doce pasos sea experimentar la absoluta impotencia? Por lo visto, hay algo espiritualmente esencial que no conocemos hasta que tocamos fondo o enfrentamos la injusticia y lo absurdo de la vida de una manera bastante personal. ¡La vida no es justa en absoluto! Esta es una de las grandes ideas de Pablo. Para él, el pecado no es principalmente una falta personal, sino la matriz negativa de la que emergen tanto el mal como la iluminación (“el mundo”), que luego suelen conducir a la glorificación de “mi” maldad como algo bueno y necesario para la sociedad (“el diablo”). Esto hace que las personas buenas hagan cosas malas y que las personas malas hagan cosas muy malas sin rastro alguno de culpa o vergüenza (en este nivel, la conciencia aún no puede formarse porque el ego todavía está dirigiendo el barco). En general, se necesita algún tipo de “naufragio” para iniciar la formación de una conciencia verdaderamente madura. Antes de eso, solo nos enfocamos en los protocolos religiosos y sociales. Este parece ser el resumen de las enseñanzas de Pablo sobre el pecado y el mal:
La mayor parte del resto de este libro nos demostrará de qué manera esto es verdad. Debido a su alto grado de sutileza, lo explicaré desde muchos ángulos distintos. Y lo fundamentaré todo sobre esta asombrosa declaración de Pablo: “Porque fue a la vanidad que la creación fue sujetada. No por una falta propia es incapaz de alcanzar su propósito completo, sino que así fue hecho por Dios” (Ro 8:20). Dios parece haber creado un universo deliberadamente incompleto e imperfecto para que podamos dedicarnos a hacerlo pleno y santo. El mal es la mosca en la sopa que pone en movimiento todo el drama. Tiene que haber un “villano” contra el que podamos trabajar. Este probablemente sea el resumen de la cosmología universal de Pablo sobre el mal. El mal es nuestra inhabilidad para ser perfectos, puros e imperecederos, sin embargo, Pablo prosigue esta declaración con una estrategia de salida, arrojándonos un salvavidas: “La creación aún conserva la esperanza de ser liberada de su esclavitud a la corrupción, a fin de disfrutar de la misma libertad y gloria que los hijos e hijas de Dios” (Ro 8:21). La naturaleza, incluyendo la humana, sigue el mismo patrón universal: Vida > Muerte > Vida. El orden debe ser confrontado con desorden para hallar su ser completo (reorden). No existe detenerse en algún orden ideal, tampoco un vuelo sin escalas hacia el reorden. Pablo llamará a esto “el disparate de la cruz” en varios lugares (1 Co 1:18, por ejemplo). A los liberales no les gusta ninguna aseveración del orden. Los conservadores no tolerarán el desorden. Ambos grupos están medio ciegos. Pablo está enseñando que el pecado es una palabra para el absurdo básico de la vida en esta tierra, la situación imposible, el sentido trágico de la vida que todos enfrentamos eventualmente; tal vez, la mejor manera de resumirlo es darnos cuenta de que “nunca podrás ganar” o de que “vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastes 1:2). De alguna manera, las faltas son siempre parte del trato. Todo muere y –peor aún– vemos que nosotros mismos somos gran parte del problema, a pesar de nuestros mejores esfuerzos para evitarlo. Estamos atrapados en un dilema que no podemos resolver ni superar del todo (¡Hasta que no lo sabemos, no estamos preparados para la elevación única de Dios!) Pablo parece pensar que el pecado tiene pase libre para habitar dentro de nosotros y en nuestro mundo: “Los judíos y los griegos [los grupos simbólicos más importantes] están bajo el dominio del pecado (Ro 3:9); “Ambos, judíos y griegos, han pecado y renunciado a la gloria de Dios” (Ro 3:23); “El dominio de la muerte se ha esparcido por toda la raza humana” (Ro 5:12). Pablo cree que el fracaso y la culpa poseen una inevitabilidad de la que nadie puede escapar, a pesar de la religión y la ley (“los judíos”) y de la razón y la filosofía (“los griegos”) A continuación, algunas de las perspectivas para aproximarnos al pensamiento de Pablo:
En resumen, Pablo probablemente diría:
Ver las fuentes de mal en toda su sutileza y ubicuidad condujo a Pablo a un problema y a un dilema angustiantes. Si esta es la naturaleza del pecado y del mal, ¿qué esperanza tenemos cualquiera de nosotros/as? ¿No hay una salida? ¿Hay algo que podamos hacer para mejorar la situación humana? El reconocimiento de este problema alcanza su desenlace en el momento cercano a la desesperación de Pablo, al final de uno de sus dolorosos diálogos internos (Ro 7:14–23): “¡Qué hombre miserable soy! ¿Quién me librará de este sistema de muerte encarnado?” (Ro 7:24, mi traducción). Al parecer, el mal es un campo de energía invisible del cual él nunca puede zafarse. No hay ningún pedestal de pureza desde el cual elevarse por sobre la humanidad para juzgarla (algo que le pareció que la religión podía darle) No existe ningún terreno elevado extrapecaminoso de moralidad; lo que hay es la siempre parcialmente exitosa misma lucha (¡Muéstrame una reforma o revolución totalmente exitosa!). Hasta hoy, los judíos hablan de ello como tikkun olam, la reparación del mundo, que eternamente está en necesidad de ser arreglado. Lamento decir que esto es diferente a cambiar el mundo por completo. El Evangelio del crucificado y resucitado no es una filosofía idealista, sino realismo radical judío y bíblico. Es la tarea a la que Dios en Jesús le dice sí, haciéndose carne (Jn 1:14) y vaciándose en la realidad humana plena, “incluso hasta la muerte en la cruz” (Flp 2:7–8) El mensaje del Evangelio es rotundamente realista sobre el mundo, la carne y el diablo, revelándolos a todos, y no tan solo a uno de ellos. Les enseña a los humanos a sobrevivir e incluso desarrollarse espiritualmente dentro de un absurdo básico. La mayor parte de las enseñanzas de Jesús y Pablo ofrecen un modo de vivir dentro de todos los sistemas de dominación, basado en la identificación y solidaridad con los excluidos de estos sistemas y, por consiguiente, creando comunidades paralelas o alternativas. El Evangelio no es la línea recta de la filosofía del progreso occidental, que pretende negar o rechazar –o cambiar por completo– la situación imposible ¡Esto no quiere decir que no debemos o deberíamos trabajar por un cambio! En su lugar, Jesús y Pablo nos muestran cómo encontrar libertad dentro de una situación popularmente injusta, y trabajar para que se haga justicia, completamente a sabiendas de que este es un ritmo de variación mucho más lento, pero que también es un proceso que asegura crecimiento espiritual, no violencia y algunos niveles de paz. No se presta a los fanáticos o lo que ahora llamamos ideólogos, que seguramente fue el simbolismo tanto de Simón el Zelote (quien aparentemente pudo crecer) como de Judas (que no pudo hacer el cambio). La Teoría Integral llama a estos fanáticos “verdes malos”; son quienes se han movido más allá de las ideologías violentas del nivel inferior, pero que continúan siendo bastante arrogantes e individualistas, sin tener una experiencia interna de Dios.24. Tanto Jesús como Pablo reenmarcan la situación humana de manera radical y nos invitan a vivir una vida humana vulnerable en solidaridad comunitaria tanto con el pecado como con la salvación
Sé que esto no parece, al principio, una estrategia para una vida exitosa, y sin dudas nunca atraerá a los trepadores sociales ni a los idealistas puros. Primero, se siente como una claudicación, pero esa no es la intención de Jesús ni de Pablo en absoluto (precisamente, es lo contrario). Pablo cree que ha encontrado un nuevo tipo de victoria y de libertad. Él mismo la llama “disparate” o “necedad” (1 Co 1:21, 25, 27; 4:10), como lo es para la mayoría de la gente hasta el día de hoy. A menudo, la llama “misterio escondido” que solo las personas sabias descubren (la mayor parte de 1 Corintios 1 y 2 es conocida como el sermo sapientiae –o “sermón sobre la sabiduría”– de Pablo, en el que describe este modo de conocer alternativo distinto de la mera filosofía o religión) Pablo cree que existe una forma de la realidad oculta, cruciforme, incluso revelada en la geometría de la cruz (ver Ef 2:13–22). El mundo está lleno de contradicciones, falsas alternativas, juegos de suma cero, paradojas y maldades irresolubles (la mayoría de los animales mueren dolorosísimamente, de un modo u otro; ha habido cuatro o cinco extinciones masivas en el tiempo geológico; hay niñas y niños que mueren de pequeños y personas malas que viven hasta su ancianidad) Pablo es un profundo realista sobre la vida en este planeta. Debemos reconocer cabalmente y rendirnos a esta realidad fundacional antes de tratar de pensar que podemos reparar el mundo con libertad y amor (tikkun olam). La visión de Pablo está simbolizada por la escandalosa imagen de un hombre en la cruz, el Dios Crucificado que acepta y transforma completamente esta trágica situación humana a través del amor. Si esta es la realidad a la cual incluso Dios debe someterse, entonces, seguramente nosotros debemos y podemos hacer lo mismo. No se trata tanto de entregarnos a una nueva religión, sino de entregarnos a una realidad obvia, algo mucho más difícil. Al entregarnos a este absurdo humano primordial, que se autorrevela en la paciencia, el amor y el perdón hacia todas las cosas (Cristo es otro nombre para “todas las cosas”), nosotros y nosotras, de hecho, encontramos un camino positivo y lleno de fe a través del “mundo, la carne y el diablo”. No se trata realmente de resolverlo o de pensar que alguna vez podremos cambiarlo, sino de reconocer que todos somos cómplices en este universo de moral mixta. Esta es quizás la humildad apropiada de la que la mayoría de los cristianos han carecido en sus campañas de reforma social. Esto es “cargar la cruz” con Jesús. A lo largo de esta entrega y confianza primordiales, Dios todavía puede usar nuestra propia forma, ahora cruciforme, para sanar y para un bien inmenso (e incluso para la victoria). Los verdaderos sanadores y sanadoras siempre son quienes tienen heridas, y no quienes han triunfado perfectamente sobre todo mal. Deshagámonos de nuestra iconografía común en torno a Miguel asesinando heroicamente al dragón y redescubramos el retrato medieval menos común (por lo menos en Alemania) ¡de Marta acariciando tranquilamente y domando al dragón! Ni el idealismo, ni el racionalismo, ni la educación, ni la ley no religiosa superarán alguna vez de forma plena la naturaleza inherentemente defectuosa de este mundo. El último día de la historia todavía habrá pecado e injusticia. Sí, debemos trabajar como Marta para limpiar nuestro pequeño lugar en el mundo, pero no podemos poner toda nuestra esperanza en un éxito total, o siempre estaremos decepcionados y por lo tanto enojados. ¿No es esto lo que sucede en Estados Unidos hoy y en la mayoría de las culturas, si no en todas? Es dentro, y a través, de vivir con esta trágica situación humana que somos hechos como Jesús y, aparentemente, como Dios. Cuando reconocemos que (1) esta es la situación universal y (2) todos sufrimos y aun nos regocijamos dentro de ella, y que al parecer siempre lo haremos, obtenemos una conexión compasiva con todos y todo lo demás. Piensa al cristianismo como un acto gigante de solidaridad con toda la creación, mucho más que como un conjunto de reglas o prácticas; considera que tan solo nos ayuda a empezar. Es lo que Jesús quiso decir con las primeras palabras de su sermón en la montaña: “Cuán felices son los pobres en espíritu” (Mt 5:3). Entonces, podemos destilar estas introspecciones del Evangelio en los siguientes puntos centrales:
Para llevarnos a experimentar nuestra necesidad absoluta de tal amor y misericordia, Pablo enseña constantemente de una manera muy dialéctica, yuxtaponiendo problemas clásicos que nos arrastran hacia este dilema humano irresoluble. Pablo ofrece los dos elementos usuales de cualquier compuesto y luego salta hacia una composición totalmente nueva. La yuxtaposición le permite extraer ideas esenciales desde dos fuentes sin aceptar ni rechazar totalmente ninguna (es solo su distinción entre carne y espíritu lo que nunca resuelve de forma clara por su diferenciación tan amplia. En otros casos, lo hace notoriamente, pero a menudo en cartas diferentes) Casi podríamos decir que, en lugar de resolvernos problemas, Pablo nos los crea como una manera de enseñarnos. Lo aprendió de Jesús, quien hace exactamente lo mismo, especialmente en sus parábolas. Si somos honestos, este método no nos deja otra alternativa más que tener fe en un Amor infinito. Como escribió Pablo, “diciendo todo esto, ¿qué podemos agregar? Con Dios de nuestro lado, ¿quién puede estar en nuestra contra? [...] Cuando Dios exonera, ¿alguien puede condenar? [...] Nada puede interponerse entre nosotros y el amor de Dios hecho visible en Cristo Jesús nuestro Señor” (Ro 8:31–39). Sin embargo, a la mayoría de los cristianos y las cristianas nunca se les enseñó a sostener las contradicciones de este aspecto cruciforme de la realidad dentro de un Amor Infinito, de modo que casi siempre nos sentimos obligados a escoger bandos, y endurecer la tensión y la división en lugar de sostenerlas. Pablo debe haber intuido que necesitaríamos diferenciar y distinguir las cosas para encontrar la plenitud escondida entre ellas (o, como me gusta decir, antes de pasar al nivel no dualista y contemplativo para cualquier tipo de resolución, debemos triunfar en tener un buen pensamiento dualista). Primero, usamos nuestra buena mente para el análisis crítico, y luego pasamos al nivel nodual y contemplativo para responder (la sentiremos mucho más centrada en el corazón y el todo el cuerpo). Para emplear un ejemplo contemporáneo urgente: honra la verdadera feminidad, respeta la verdadera masculinidad, y luego será comparativamente fácil anular la aparente división con las personas LGBTQIA+ (prójimos, prójimas, prójimxs) con verdadera simpatía y entendimiento. La mayoría simplemente se queda en la división: todo análisis y nada de síntesis. A continuación, menciono los principales polos dialécticos que Pablo presenta y desea resolver, pero que el cristianismo en general no ha hecho. Para ser breve, no analizaré cada uno de ellos, pero te aliento a que realices tus propios estudios paulinos:26
El filósofo alemán Wilhelm Friedrich Hegel (1770–1831) creó una metodología dialéctica que es bien conocida hoy como tesis-antítesis-síntesis. Este proceso ha sido usado provechosamente en muchos contextos durante siglos como un modo de sostener ideas en conflicto. Mezcla azul con rojo y seguramente obtendrás alguna forma de púrpura. Se ha entendido que tanto Hegel como Jung enseñan sobre el “balance de opuestos”, donde la tesis y la antítesis producen la síntesis. Sin embargo, gracias a Cynthia Bourgeault, que es miembro de la facultad en nuestra Living School, fui introducido en un principio metafísico más profundo, que ella (siguiendo al filósofo místico armenio G. I. Gurdjieff [1866–1949]) llama “el pensamiento de la tercera fuerza”. El pensamiento de la tercera fuerza no busca balancear, integrar o siquiera resolver la tensión entre opuestos, sino sostenerla –como un cable con electricidad– hasta que nos enseñe algo nuevo, más grande y mejor. ¡Y nosotros pagamos el precio por ello, no los demás! Esto es fundamental y central.27. He aquí el énfasis sobre el silencio y el no saber en todas las escuelas de sabiduría contemplativa. Conectamos a tierra ese cable en y a través de nosotros mismos. Lentamente, nos ilumina desde adentro, pero también es peligroso, porque aquellos con renuencia a sostener el cable eléctrico junto a nosotros casi siempre nos considerarán heréticos, pecadores o simplemente errados y estúpidos. Como Jesús notó correctamente, “así es como persiguieron a los profetas antes que ustedes” (Mt 5:12) Déjame ofrecerte mi explicación simple de lo que queremos decir por pensamiento de la tercera fuerza, porque realmente creo que esto es lo que Pablo está tratando de hacer en su brillante y sutil presentación de tantos opuestos dualistas. Este método no busca que elijamos y defendamos alguna posición, que es lo que la mayoría de nosotros hacemos, sino que nos movamos a un nivel más alto, profundo o amplio (cualquiera de ellos aplica) en nuestras respuestas. Piénsalo de este modo. Primero, todo surgimiento de una idea o era aparentemente nueva es lo que Gurdjieff llama Santa afirmación. Él usa la palabra “santa” para describir los tres elementos a fin de que inicialmente no les apliquemos juicios de valor, sino que dejemos que el proceso se desarrolle. Creo que es brillante. Sin embargo, la Santa afirmación no tiene porque ser siempre algo positivo. Puede parecer un tanto incierto, ambiguo, o incluso negativo (por ejemplo, las revoluciones francesa y americana fueron buenas para algunos y desastrosas para otros, la revolución industrial fue una bendición mixta, y así sucesivamente) A continuación, en segundo lugar, cada nuevo surgimiento suscitará necesaria y eventualmente alguna forma de resistencia que es la Santa negación. La revolución francesa por la igualdad fue inmediatamente seguida por el emperador Napoleón. La noble Declaración Americana de Independencia nunca aborda los derechos de sus indígenas, la esclavitud ni los derechos para votar de las mujeres (preparándonos para una eventual resistencia igual de fuerte). La crítica es necesaria para el refinamiento de lo que sea y, por lo tanto, también se la nombra como “santa”. Incluso la segunda ley de la termodinámica establece que cada acción suscitará una reacción igual y opuesta. Jesús aborda esto directamente cuando manda a su propia conciencia y cultura tribal que “amen a sus enemigos” (Mt 5:43). La resistencia es necesaria para avanzar, aunque a ninguno de nosotros nos gusta. La resistencia no es mala en sí misma, excepto para las personas que la transforman en su misión de vida y se vuelven negativas o llenas de odio. De alguna manera, debemos amar todo de la realidad, perdonarla, permitirla, y así hacerla “santa”. Mientras más podamos incluir y perdonar, más trascendemos a niveles maduros de la conciencia. A medida que mantenemos la muy real tensión tanto de la Santa afirmación como de la Santa negación, esto debería invocar, y a menudo lo hace, un nivel más alto de conciencia que es la Santa reconciliación (o Santa neutralización). Estoy convencido de que este es el significado medular de nuestra palabra “fe” (visualiza a las tres Marías, firmes al pie de la cruz, sosteniendo lo absurdo junto con lo trágico, con esperanza). Pero ten en cuenta que la Santa reconciliación es una fuerza independiente y no el producto de las otras dos; no es una síntesis de la tesis y la antítesis. En cambio, es un factor X que los cristianos llamarían “gracia” o “Divina Providencia” y los seculares llamarían “suerte”, “sincronización” o “probabilidad”. Todas son verdad. Gurdjieff insistió en que estas tres fuerzas (afirmar, negar y reconciliar) son roles que necesitan desplegarse para cualquier movimiento de avance; no son identidades persistentemente buenas o malas en sí mismas. Los papas católicos más recientes dijeron algunas cosas muy sabias y otras muy poco sabias durante sus pontificados; lo mismo con los reformadores. ¿Por qué declaraciones vas a amarlos o a odiarlos? El “bueno” y el “malo” bien podrían cambiar de roles en un movimiento de avance a largo plazo. De hecho, eso es lo que debemos permitir ¡que es exactamente lo que nuestros egos controladores odian! Es por eso que debemos abstenernos de juicios iniciales y severos con cada surgimiento. ¡Nunca sabemos con certeza en qué lugar del proceso estamos! Este es el mejor argumento para el nojuicio que puedo encontrar. Solo se permiten críticas gentiles y noegoicas ¡como mis amables editores hacen con los elementos confusos de mi estilo de escritura! Pero este no es el fin. Cada Santa reconciliación pronto se vuelve en una nueva Santa afirmación y el proceso se mueve hacia adelante nuevamente, aunque se tome su tiempo: esperando, necesitando y a la expectativa de una nueva resistencia crítica y de una nueva resolución. Eventualmente, siempre arribamos a un nuevo nivel. Estos son conceptos evolutivos básicos. También es un entrenamiento ya un poco más avanzado de noviolencia. Creo que necesitaremos el pensamiento de tercera fuerza para absorber un entendimiento maduro del mal y el pecado
En sus escritos sobre el pecado y la maldad, Pablo parece estar declarando:
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