El cerebro infantil
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Rita Reig. El cerebro infantil
Contenido
Introducción
Un órgano preparado. para aprender
HACIA EL DISEÑO DEFINITIVO
LA ORGANIZACIÓN DE LOS CIRCUITOS CEREBRALES EN LA INFANCIA
EL CEREBRO DEL BEBÉ: LISTO PARA APRENDER
EL LENGUAJE DE LO ABSTRACTO
LA CREACIÓN DE RECUERDOS
LA ATENCIÓN EN EL APRENDIZAJE
LAS NEURONAS DE LA IMITACIÓN
Del embrión. al cerebro infantil
LA CONSTRUCCIÓN DEL CEREBRO
LA CORTEZA CEREBRAL: LOS CIMIENTOS DE LA MENTE HUMANA
LA CONSTRUCCIÓN DE LA CORTEZA CEREBRAL
EL APRENDIZAJE SINÁPTICO
LAS AUTOPISTAS DE LA INFORMACIÓN
LA MENTE DEL FETO
APRENDER ANTES DE NACER
El cerebro para vivir. en sociedad
LA IMPORTANCIA DE LAS RELACIONES ENTRE PADRES E HIJOS
PADRES E HIJOS: ESTÍMULOS RECÍPROCOS
LA IMPORTANCIA DEL TACTO
LA CONSTRUCCIÓN DEL CEREBRO SOCIAL
LA TEORÍA DE LA MENTE EN EL NIÑO
LAS BASES NEUROLÓGICAS DEL CEREBRO SOCIAL
LA INFLUENCIA DEL ENTORNO EN NUESTRA BIOLOGÍA
El entorno: a favor y en contra. del neurodesarrollo
ERRORES BIOLÓGICOS
LAS CONSECUENCIAS DE UN MAL AMBIENTE
LOS BENEFICIOS DE UN ENTORNO FAVORECEDOR
LA VERTIENTE LÚDICA DEL NEURODESARROLLO
NEUROCIENCIA Y EDUCACIÓN
Bibliografía
Отрывок из книги
EL CEREBRO INFANTIL
Los secretos del desarrollo cognitivo
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Una de las características más fascinantes del cerebro reside en el modo como los circuitos y redes neuronales se organizan. Es gracias a la organización de las conexiones de cada cerebro, fruto de la genética y de las experiencias individuales, por lo que cada sujeto posee un carácter, una personalidad y una forma de comportarse propios. Dado que el cerebro es un órgano especializado en recoger información tanto del propio organismo como del exterior, para procesarla e integrarla con el objetivo de producir una respuesta acorde, no resulta extraño que su formación y organización estén íntimamente ligadas a los estímulos del entorno. De hecho, esto es lo que le permite adaptarse al máximo a este y de tener la capacidad para comprenderlo y elaborar respuestas adecuadas de la forma más efectiva posible. Por tanto, las experiencias que vivimos y los estímulos que nos ofrece el entorno circundante establecen qué conexiones cerebrales mantenemos y cuáles eliminamos, cuáles debemos potenciar y cuáles bloquear, y con ello terminan modelando nuestro cerebro. Tales procesos, en combinación con las propias características genéticas, permiten, por ejemplo, que haya personas con más facilidad para aprender idiomas o que existan otras con mayor habilidad para retener una imagen o memorizar una canción.
De hecho, las primeras interacciones del recién nacido con el mundo extrauterino son tan importantes que determinan, en buena medida, la evolución de su desarrollo cognitivo y social. De ahí que el bebé necesite estar en contacto con sus progenitores, y sentirse querido y protegido por ellos, pues, al fin y al cabo, son las primeras personas con las que interacciona socialmente. La forma de relacionarse con ellos sienta las bases de su desarrollo social y de su manera de establecer vínculos con los demás. Por ello, el recién nacido usa todas las herramientas a su disposición para comunicarse con sus progenitores, si bien existe una que adquiere especial relevancia durante los primeros días de su vida: el tacto. Gracias a él, nota el cariño y la protección que le proporcionan sus padres y que le hacen sentir seguro y tranquilo. Esto le permite investigar con calma su entorno y estudiar a los individuos que le rodean para aprender poco a poco de ellos y construir de forma pausada las diferentes funciones cognitivas y sociales de su cerebro. Empezará por las más sencillas, como reconocer la cara de sus padres, abuelos y hermanos o identificar un objeto que le llama la atención, y terminará por las más complejas, como anticiparse a las acciones de los demás o entender que cada persona tiene una forma propia de pensar.
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