La isla del tesoro
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Robert Louis Stevenson. La isla del tesoro
La isla del tesoro
Índice
PARTE I EL VIEJO FILIBUSTERO
CAPÍTULO I. EL VIEJO LOBO MARINO EN LA POSADA DEL “ALMIRANTE BENBOW”
CAPÍTULO II “BLACK DOG” APARECE Y DESAPARECE
CAPÍTULO III EL DISCO NEGRO
CAPÍTULO IV EL COFRE DEL MUERTO
CAPÍTULO V DEL FIN QUE TUVO EL MENDIGO CIEGO
CAPÍTULO VI LOS PAPELES DEL CAPITÁN
PARTE II EL COCINERO DE “LA ESPAÑOLA”
CAPÍTULO VII. SALGO PARA BRÍSTOL
CAPÍTULO VIII LA TABERNA DE “EL VIGÍA.”
CAPÍTULO IX PÓLVORA Y ARMAS
CAPÍTULO X EL VIAJE
CAPÍTULO XI LO QUE OÍ DESDE EL BARRIL
CAPÍTULO XII CONSEJO DE GUERRA
PARTE III MI AVENTURA DE TIERRA
CAPÍTULO XIII. CÓMO EMPEZÓ LA AVENTURA
CAPÍTULO XIV EL PRIMER GOLPE
CAPÍTULO XV EL HOMBRE DE LA ISLA
PARTE IV LA ESTACADA
CAPÍTULO XVI. EL DOCTOR PROSIGUE LA NARRACIÓN Y REFIERE CÓMO FUÉ ABANDONADO EL BUQUE
CAPÍTULO XVII EL DOCTOR, CONTINUANDO LA NARRACIÓN, DESCRIBE EL ÚLTIMO VIAJE DEL SERENÍ
CAPÍTULO XVIII EN QUE CUENTA EL DOCTOR CÓMO CONCLUYÓ EL PRIMER DÍA DE PELEA
CAPÍTULO XIX EL NARRADOR PRIMERO TOMA OTRA VEZ LA PALABRA—LA GUARNICIÓN DE LA ESTACADA
CAPÍTULO XX LA EMBAJADA DE SILVER
CAPÍTULO XXI EL ATAQUE
PARTE V MI AVENTURA DE MAR
CAPÍTULO XXII. DE CUAL FUÉ EL PRINCIPIO DE MI AVENTURA
CAPÍTULO XXIII EL REFLUJO CORRE
CAPÍTULO XXIV EL VIAJE DEL “CORACLE”
CAPÍTULO XXV ¡ABAJO LA BANDERA DEL PIRATA!
CAPÍTULO XXVI ISRAEL HANDS
CAPÍTULO XXVII “¡PIEZAS DE Á OCHO!”
PARTE VI EL CAPITÁN SILVER
CAPÍTULO XXVIII. EL CAMPO ENEMIGO
CAPÍTULO XXIX OTRA VEZ EL DISCO NEGRO
CAPÍTULO XXX BAJO PALABRA
CAPÍTULO XXXI EN BUSCA DEL TESORO—EL DIRECTORIO DE FLINT
LA VOZ DEL ALMA EN PENA
CAPÍTULO XXXIII LA CAÍDA DE UN CAUDILLO
SE CUENTA EL FIN DE ESTA VERDADERA HISTORIA
NOTAS:
Отрывок из книги
Robert Louis Stevenson
Publicado por Good Press, 2021
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Corrí á buscárselo; pero con la excitación que los sucesos ocurridos me habían ocasionado, rompí un vaso, obstruí la llave, y cuando todavía estaba yo procurando despacharme lo mejor posible, escuché el golpe ruidoso y pesado de una persona que se desplomaba en la sala. Acudí corriendo y me encontré con el cuerpo del Capitán tendido de largo á largo sobre el suelo. En el mismo instante, mi madre, á quien habían alarmado las voces y rumores de la pelea, descendía corriendo la escalera para venir en mi ayuda. Entre ambos levantamos la cabeza al Capitán, que respiraba fuerte y penosamente, pero cuyos ojos estaban cerrados y en cuya cara aparecía un color horrible.
—¡Cielos, cielos santos! grito mi madre, ¡qué desgracia sobre nuestra casa, y con tu pobre padre enfermo!
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