Volver a Las Islas
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Rolando J. Bompadre. Volver a Las Islas
Índice
Volver a Las Islas
La osadía del descontrol: suspenso y sólida escritura en una narración de tema político1
Notas
La ficción histórica de Carlos Gamerro revela historias de hechos ocultos1
Notas
El fin de una épica1
I. Morir de miedo, matar de risa
II. Las islas de la fantasía
III. Victorias y derrotas
Notas
Las Islas en loop
Introducción a la edición británica de Las Islas (The Islands: & Other Stories, 2012)
La soberanía del delirio1
El secreto del oro
Amnesia y simulacro
Paternidad / Maternidad
Las Malvinas como signo
Notas
Prótesis neoliberales en la Argentina y Bolivia posdictatoriales: Carlos Gamerro y Edmundo Paz Soldán1
Notas
Huellas de entre los muertos. Las Islas o la “ficción barroca” de Carlos Gamerro1
Notas
Obras citadas
Huellas y cuerpos en Las Islas, de Carlos Gamerro1
Cuerpos individuales y poder
Cuerpo colectivo y cuerpo de las Islas
Notas
Bibliografía
Una guerra inventada: mecanismos de construcción del conflicto bélico de Malvinas como un videogame en Las Islas de Carlos Gamerro
Modificaciones
La guerra como un juego
El engendro de la escritura
La ceremonia del triunfo
Bibliografía
En territorio enemigo
Notas
Las Islas: testimonio de una puesta1
De Hamlet a Las Islas
Del papel al escenario
Un mundo en el escenario
Los personajes
La puesta: del autor al director
Notas
Vencedores vencidos
Aniversarios
Notas
Técnicas, tácticas, trucos
Notas, ideas, diagramas
Sobre los colaboradores
Отрывок из книги
Rolando J. Bompadre
VOLVER A LAS ISLAS
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Todas sus identidades —incluida la de hacker, que cumple para Tamerlán y, antes, para un fondo patriótico al que “contribuyó” con un robo informático— le han sido impuestas externamente, ya por la Historia, por la Sociedad o por la Ley. Ni siquiera el verse como una mosca es una elección propia, sino el resultado de haber estado en Malvinas. Así, para Felipe como para los demás conscriptos, Malvinas es fundamentalmente una transformación que, a medida que llegan el final y la derrota, los va animalizando, aunque la categoría última de esa transformación es la de “linyera”: como linyera y excombatiente es, en efecto, la víctima de César Tamerlán. El mundo que Felipe encuentra a su retorno de la guerra es el de una pérdida. Esta pérdida se interpreta de muchos y diversos modos, pero es sobre todo la pérdida de algunos rasgos distintivos de la condición humana: si no el lenguaje —aquello que nos diferencia del resto de los animales—, sí algunos productos complejos de las actividades intelectuales que permite el lenguaje: la justicia, la solidaridad, la memoria. Paradójicamente, saberse un insecto le brinda a Felipe una comprensión de ese mundo de la posguerra de Malvinas. El mundo representado por la mosca, la tela de araña y la araña (imagen que “dibuja” la novela) no es, a sus ojos, moralmente bueno o malo. Es lo que es. Es el mundo que las teorías evolucionistas organizan en tres categorías: el predador, el protector y la presa. El desafío —lo anticipan las palabras de Italo Calvino en el epígrafe— es reconocer “quién y qué, en medio del infierno, no es infierno”: quién es predador, protector o presa en un mundo, el de Las Islas, que alienta a los personajes a ocultar, cambiar o simular su identidad porque así tendrán más posibilidades de sobrevivir y, eventualmente, de imponerse. La selección natural, como sabemos desde Darwin, se produce por adaptación, y la adaptación en Las Islas consiste en evitar por todos los medios posibles que la verdadera identidad, ya sea personal, colectiva o relacional, sea fijada en una y, sobre todo, conocida por los otros.
Aquellos que no lo consigan se volverán automáticamente vulnerables y, por ende, pasibles de sufrir alguna u otra forma de eliminación. Son presas. Le pasa al propio Felipe, o está cerca de pasarle: cuando, al realizar el videojuego para Verraco, se identifica con los excombatientes a los que vuelve a frecuentar y llega a desear —a creerse, aunque sea fugazmente— la victoria, incluso después de incluir en esa versión contrafáctica de la Historia la napoleónica, pesadillesca autocoronación de Verraco como consecuencia de ese triunfo; en la SIDE, cuando es reconocido por su discípulo, este silenciosamente intuye por qué está ahí y frustra su trabajo informático (su ser-como-hacker), dejándolo no sólo en una posición muy frágil ante Tamerlán sino, sobre todo, inutilizado como experto informático (su última intervención como tal será muy menor); cuando hacia el final de la novela camine con los fantasmas de sus compañeros del pozo de zorro, aquellos que no volvieron, querrá ser aceptado por ellos en una identificación que se realiza, y él lo sabe, en un destino de muerte.
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