Cuando el pipí se resiste
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Stephane Dr. Clerget. Cuando el pipí se resiste
Introducción
Capítulo 1. La limpieza, una noción ambigua
¡Ante todo, cuestión de autonomía!
Es normal que muestre interés por su propio cuerpo
¡El pipí no es sucio!
Palabras para decirlo
Lo esencial
Capítulo 2. Control de esfínteres de día
Menos exigencia que antes
¿Deseo de los padres o deseo del niño?
A cada cual su ritmo
¡Adiós al pañal!
¡Adelante!
Los pequeños accidentes, inevitables
Animales que se les parecen
Niñas y niños, una madurez diferente
Los padres, abuelos y cuidadores deben utilizar el mismo discurso
Resolver los conflictos
Capítulo 3. El control de esfínteres por la noche
¿Listo o no?
Pequeños trucos para que funcione
¿Volver a poner pañal?
¡Caca!
Lo esencial
Capítulo 4 ¿Y si no está listo cuando empieza la escuela?
Una etapa decisiva
Todo depende de su edad
No lo presione demasiado
Negocie con la maestra
Lo esencial
Capítulo 5. Cuando se instala la enuresis
¿Un problema médico?
Accidentes mal tolerados
El sueño, siempre incriminado
El miedo a crecer
Un fenómeno relacionado con la sexualidad
Una forma de oponerse
La necesidad de soltarse
La necesidad de regresión
Un problema en las relaciones
La señal de un malestar
¿Y si fuera hereditario?
Los pequeños accidentes de los mayores
Capítulo 6 ¿Qué tratamientos?
Una situación difícil de soportar
Capítulo 7. Soluciones para ayudarlo
Capítulo 8. La pubertad, el final del túnel
Capítulo 9 ¿Y la caca?
Conclusión
Bibliografía
Отрывок из книги
«¡Pipí!» El grito, estridente, resuena en plena noche. Rápido, hay que levantarse para acompañar al niño al baño. ¡Mientras que no haya mojado la cama! Con los ojos medio cerrados, camina a oscuras hasta su habitación. ¡Demasiado tarde! Ya ha mojado la cama. Ya dura varias semanas… ¿Hasta cuándo? No es fácil aprender a controlar el cuerpo. Además, antes de los 5 años, los accidentes ocasionales se consideran naturales. Sólo se puede hablar de enuresis cuando persisten. En torno a los 5 años, la enuresis afecta a entre el 10 y el 15 % de los niños, y en la adolescencia, este trastorno desaparece, salvo en casos muy excepcionales. ¿Pero hay que esperar hasta entonces sin hacer nada? No, porque aunque aparentemente los niños enuréticos parezcan «normales», sin problemas particulares, este trastorno revela carencias en su desarrollo y constituye para ellos una innegable molestia. Sin hablar de la cama que debe cambiarse todas las mañanas, montañas de sábanas por lavar, que por fuerza generan estrés en los padres y afectan a la relación con el niño. Una situación que deriva en muchos casos de múltiples causas, a menudo relacionadas con el aprendizaje del control de esfínteres. Porque a menudo en torno a ese aprendizaje, fundamental en la educación de los pequeños, se enlazan problemas afectivos que pueden ser el origen de la enuresis. Para el niño representa un fracaso del que nace un sufrimiento que puede impedir que se desarrolle serenamente. Es la razón por la que es necesario ayudarle a combatir su incontinencia urinaria, no dejar que el problema se instale. Este libro intenta aportar las claves para entender mejor las causas de la enuresis y aportar soluciones concretas. Encontrará muchos consejos prácticos que puede practicar en casa. Si eso no basta, no dude en hablar de ello con su médico o en consultar a un psiquiatra infantil. Esta obra explica lo que se puede esperar de la medicina de hoy y por qué un apoyo psicológico se hace a menudo necesario. Y, para terminar, aborda otro problema, a menudo silenciado, pero que existe y provoca un gran sufrimiento en el niño y su familia: la encopresis, trastorno que afecta a los que tienen incontinencia fecal. Todas las dificultades pueden resultar muy pesadas de soportar, pero no tienen nada insuperable y todo el mundo puede, a su nivel, ayudar al niño.
¿Y si en lugar de centrarnos en su limpieza nos interesáramos más por la relación que el niño mantiene con su cuerpo y el modo de conseguir controlarlo?
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Sin duda, no es fácil reprimir las reacciones de rechazo respecto a lo que nos parece sucio. Sobre todo si nosotros mismos hemos recibido una educación muy severa sobre la limpieza. Inconscientemente, tenemos tendencia a copiar nuestro comportamiento del de los que nos criaron. Pero al menos podemos intentar distanciarnos de ese modelo del que nos hemos impregnado, cuidando nuestro lenguaje. Es mejor evitar decirle al niño que empieza a ir al orinal frases como «¡Cuidado, es caca!», o bien «Pronto serás limpio», lo que podría darle a entender que antes no lo era. Es preferible utilizar expresiones como «Ahora mandarás a tu pito», «Controlarás tu cuerpo», incluso «Qué bien, ahora podrás aguantarte y podrás hacer pipí cuando tú quieras». Quizá esto suene un poco «sabelotodo», pero ¿acaso no es también una forma de mostrarle que a partir de ahora formará parte de los mayores?
• ¡Cuidado con las palabras! Cuando se le dice a un niño que tiene que ser limpio, eso deja entender que antes era sucio. Y el niño sabe que a los adultos no les gusta la suciedad.
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