Soy mi deseo
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Susana Münnich Busch. Soy mi deseo
Algo sobre el deseo
Stendhal: Deseo ser noble y morir como tal. a. Algo sobre el contexto político de El Rojo y el Negro4
b. La dedicatoria, los epígrafes inventados, el azar y el título
c. El disimulo de Julien y del narrador
d. Algo sobre el deseo de Julien en Le Rouge et le Noir
e. Deseo a Louise y confío en ella
f. Deseo que la nobilísima Mathilde me ame
g. Deseo ascender
h. Deseo morir a mi manera, como caballero de la Vernaye y acompañado de Louise
Balzac: Deseo ser libre y no morir. a. Algo sobre si La Comedia Humana es una totalidad, y algo sobre si corresponde al mundo de la Restauración
b. Algo sobre el dinero
c. Algo sobre el estilo
d. ¿Desde dónde leer La piel de zapa?42
e. La tienda de antigüedades y cuatro opciones de vida
f. Deseo por dos mujeres opuestas, ambas mediadas por la riqueza
g. La piel de zapa y el deseo de no morir
h. Consideraciones finales sobre el deseo en La peau de chagrín
Flaubert: Deseo amar y ser amada como en las novelas. a. Dificultad de decir algo definitivo sobre Madame Bovary59
b. Emma, personaje seductor y próximo
c. Atributos femeninos y masculinos en Emma
d. La Emma adúltera despierta los prejuicios morales del crítico
e. Algo sobre el deseo de Emma
f. Influjo de Las Ursulinas en los deseos de Emma
g. ¿Las novelas producen efectos inconvenientes en las mujeres?
h. Emma, «la mal casada»
i. Deseo ser dominada
j. Un adulterio es falta gravísima; dos son corrupción
k. Parcial fracaso, parcial satisfacción
Zola: Deseo consumir. a. Algo sobre la Comuna y La Debacle
b. Algo sobre la modernización de París y la aparición de los Grandes Almacenes
c. Denise y su atracción inmediata por la máquina-almacén
d. Denise aprende un nuevo concepto de vida
e. Los tres episodios del abrigo y la guerra erótica por el poder
f. Denise y el consumismo femenino
g. Denise realista y prudente
Palabras finales
Bibliografía
Artículos
Índice
Отрывок из книги
Y de nuevo para los “happy few”.
Por lo general aceptamos desear lo que la sociedad nos propone como valioso. Estos deseos nos dirigen dentro de una realidad que ya está dada por el mundo en que nacemos. Puede que el deseo mayor de los miembros de una comunidad sea el mismo, pero la manera concreta en que cada cual lo persigue es invariablemente diferente, por carácter, por clase social, por género, por la región en que se vive y muchos factores más que nos hacen individuales. Los personajes de nuestros cuatro autores desean diferentes cosas, dependiendo de la clase social, del género y de la región en que viven. Pero como casi todos ellos o son burgueses o nobles, el país siempre es Francia y la época siempre el XIX, la variación no es significativa.
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Probablemente en ninguna novela del XIX se sienten más poderosamente los límites del deseo como en Madame Bovary. Se sostiene ahora que Flaubert nunca habría dicho «Madame Bovary c’est moi», como se dijo durante un tiempo. Pero supongamos que se comparó con Emma para mostrar que los dos habían conocido la plenitud del deseo erótico. Por el mismo tiempo en que escribió el pasaje en que Emma y Rodolphe copulan por primera vez, anotó en sus apuntes íntimos una experiencia casi mística, en que se sintió unido con todos los elementos del capítulo. Él fue entonces Rodolphe, él fue Emma y también los aspectos naturales que rodeaban a la pareja. Tras esta experiencia narrativa gozosa, quiso repetirla, pero en vez de plenitud hubo sequedad, escasez. Volvieron para quedarse los días en que permanecía hasta la madrugada buscando la palabra, la frase, el ritmo, la idea, el temple.
La experiencia mística de Flaubert, concomitante a su escritura, es similar a la experiencia estética de Emma, concomitante a su estado amoroso cuando tras una experiencia sexual dichosa ve filigranas de oro florentinas en una mancha de aceite sobre el agua. Se trata, en ambos casos, de acontecimientos inesperados y maravillosos que acompañan muy pocas veces a una actividad que no las tenía en vista. Flaubert quería escribir y Emma estar amando sexualmente. Que los dos hayan alcanzado experiencias transfiguradoras y excepcionales relativas a su deseo fue un regalo. Creemos que la diferencia entre Flaubert y su personaje es esencial. Flaubert siguió queriendo escribir por escribir, no por alcanzar experiencias místicas. Emma, en cambio, quería la repetición interminable de esos estados excepcionales. Lo triste que le pasó a Emma fue no haber tenido estas experiencias literarias amargas, pero deleitosas.
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