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Tamine Rasse. Las alas del reino I - Cuervo de cuarzo
Índice
I Hierba mala nunca muere
II A la orilla del riachuelo
III Hogar, dulce hogar
IV La responsabilidad es una carga pesada
V Perspectivas
VI Las cartas sobre la mesa
VII Mímica
VIII Vistas desde la vitrina
IX Si no puedes contra ellos
X Úneteles
XI Caja de sorpresas
XII Novedades de una vida monótona
XIII No bajes la guardia
XIV Alguien te mira
XV Juegos con cuchillos
XVI Ojos que no ven
XVII Corazón que no siente
XVIII No es un monstruo, es sólo su sombra
XIX Decisiones cuestionables
Segunda parte
XX La caverna bajo la laguna
XXI No mentirás
XXII Cuando el río suena
XXIII Es porque piedras trae
XXIV Tras la pared
XXV Asuntos desagradables
XXVI Todo el mundo esconde un secreto
XXVII Cambio de perspectiva
XXVIII Errar a propósito
XXIX Efectos secundarios
XXX Tras la ventana
XXXI Los que rondan de madrugada
XXXII ¿Te apetece entrar al agua?
XXXIII La gota que rebalsó el vaso
XXXIV No todos podemos tomar buenas decisiones
XXXV Viendo doble
XXXVI Nada bueno se queda en su lugar
XXXVII Sólo juego siguiendo las reglas
XXXVIII Finalmente, un poco de acción
XXXIX El impulso de salir corriendo
XL Cría cuervos y te sacarán los ojos
Epílogo
Agradecimientos
Отрывок из книги
A Bunny, la princesa que me rescató.
A mi mamá, quien hizo de hada madrina.
Y les jóvenes LGBT+, el reino donde floreció esta historia.
Pero no voy a mentir, quería. Necesitaba una oportunidad para sacarme todo lo que tenía adentro, y aunque la voz de Eli hacía eco en mi cabeza pidiéndome que por favor no me metiera en problemas, la tentación era demasiado grande. Sentía que mi cuerpo entero estaba lleno de furia, y sabía que dar (y recibir) unos cuantos golpes me ayudaría a dormir por al menos una noche. Como era costumbre, estaba equivocada. Pero eso no lo sabría hasta un momento después.
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—Estamos a tan solo una semana —dije con calma, y le tomé una mano que enseguida se endureció y no se volvió a relajar—. Ya sabes que eso no hará que desaparezca.
—¿No crees que vale la pena intentar? —se negaba a mirarme, no estaba bromeando.
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