– Mi madre me quería tanto, que tuvo que tirarme de un coche en marcha para que huyera. – Mi padre me quería tanto, que cuando paseaba conmigo lo hacía por la vereda de enfrente, sin mirarme. – Mi padre era suizo, muy blanco. – Mi madre era xhosa, muy negra. – Y, según las leyes del apartheid, por ser de razas distintas tenían prohibido hacer el amor. – Pero al parecer lo hicieron… porque nací yo. – Lo peor que podía haber hecho.Trevor Noah (Johannesburgo, 1984) nació en una familia pobre en la violenta Sudáfrica del apartheid. Dos décadas después, es la nueva estrella de la comedia política en EE. UU. y el principal azote de Donald Trump. «Triste, divertido, desgarrador e irresistible. Un relato inolvidable sobre una infancia en el apartheid… y una carta de amor a una madre excepcional.» Michiko Kakutani, ' The New York Times'
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Trevor Noah. Prohibido nacer
Ley de inmoralidad de 1927
1. Corre
2. Mi crimen fue nacer
3. Trevor, reza
4. Camaleón
5. La segunda hija
6. Vacíos legales
7. Fufi
8. Robert
9. La morera
10. La larga, torpe, ocasionalmente trágica. y a menudo humillante educación de un jovencito en los asuntos del corazón, primera parte: el Día de San Valentín
11. Forastero
12. La larga, torpe, ocasionalmente trágica. y a menudo humillante educación de un jovencito en los asuntos del corazón, segunda parte: el enamoramiento
13. Daltonismo
14. La larga, torpe, ocasionalmente trágica y a menudo humillante educación de un jovencito en los asuntos del corazón, tercera parte: el baile
15 ¡Ale, Hitler!
16. Los del queso
17. El mundo no te quiere
18. La vida de mi madre
Agradecimientos
Отрывок из книги
Blackie era una perrita muy negra, pero con la edad se fue volviendo blanca.
Estaba encantada: eran dos colores que combinaban muy bien.
.....
Y siguió a toda velocidad por Oxford Road, donde los carriles estaban desiertos y no había nada de tráfico. Yo era el que estaba sentado más cerca de la puerta corredera. Mi madre estaba sentada a mi lado, con el bebé en brazos. Durante un momento se dedicó a ver pasar la calle por la ventanilla; luego se inclinó hacia mí y me susurró:
—Trevor, cuando frenemos en el próximo cruce, voy a abrir la puerta y vamos a saltar.