Sueño de Medianoche

Sueño de Medianoche
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Belleza y juventud; juntos forman un ideal casi inalcanzable para cualquiera, sin embargo, no para aquellos destinados a la promesa de la eternidad. Eizenach es una adolescente caprichosa dispuesta a abandonar su humanidad por este ideal que parece el sueño de cualquiera, pero no para Alexia; la atractiva y peligrosa vampiro al cuidado de la menor, quien es arrastrada por los caprichos de la chica a una serie de eventos que solo traerán caos a ciudad Crystal, lugar donde la joven ha decidido establecer su regencia. Ser adolescente nunca fue tarea fácil, y ser un vampiro adolescente en una ciudad por conquistar… mucho menos.

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Valentina Villafaña. Sueño de Medianoche

SUEÑO DE MEDIANOCHE

Valentina Villafaña

ÍNDICE

I. Preludio. II. Inicios. III. Entrenando a una princesa. IV. Mi bestia. V. Príncipe hoy, Princesa mañana. VI. ¿Obligaciones? VII. Mi novia. VIII. Un extraño amigo. IX. Eres mi vida. X. Gales Wyrm. XI. Pasado. XII. Confusión. XIII. Rival. XIV. Duelo. XV. Fracaso. XVI. Cita. XVII. Espía. XVIII. Elección. XIX. Annabelle. XX. Reunión. XXI. Mi grupo. XXII. Epílogo

I. Preludio. Turingia, Alemania, 1996. Gritos, gritos por doquier inundaban las gruesas paredes de la gran mansión Von Einzbern, mortífera fortaleza construida cientos de años atrás con el único fin de servir a su creador como una jaula, una prisión para todo aquel que cayera en sus feroces garras, inmersa en medio del bosque, rodeada de imponentes árboles y montañas capaces de ahogar cualquier sonido proveniente del terrorífico lugar, mansión que Markus Von Einzbern heredó a su primogénito, Balthazar, hombre frío cual invierno nevado, amante de las guerras y todo acto de brutalidad en contra de aquellos que consideraba sus enemigos. Aquella gran mansión de tinieblas fue la cuna donde Emily Vallier, su esposa, dio a luz a quien sería su heredero y portador del linaje. No obstante, aquel sueño se vino abajo tras enterarse de que su heredero era una niña, una tan débil de apariencia, que la creyó incapaz de soportar el frío invierno. Balthazar, quien provenía de una larga línea de sucesores varones, se llenó de ira contra su mujer y la culpó por el género de su primogénito; Emily, sintiéndose culpable por el odio de su esposo, se sumió en una profunda depresión que la llevó a enfermar gravemente

Seis años después. Turingia, Alemania, 2010. Eizenach, ya con catorce años, se había convertido en toda una noble: poseía la hermosura de su madre, un cabello negro azulado que le llegaba a la cintura, ojos de un violeta sumamente inusual, característico del linaje de su padre. Su piel era blanca como la nieve y su sonrisa capaz de conmover a quien fuera que se cruzara en su camino. Pese a que asistía al colegio, Alexia había dictaminado que las habilidades de su pupila no estaban siendo aprovechadas al máximo, por lo que, además de haberla convertido en una excelente estratega, decidió inculcarle todo lo que ella consideraba importante saber: historia universal, religión, cultura del arte y, por supuesto, temas que tenían lugar en el mismo tiempo y espacio que ellas

II. Inicios. Ciudad Crystal, 2013. Luego de tres años del suceso, hasta ahora, con diecisiete años, Eizenach no había vuelto a encontrarse con ninguna criatura sobrenatural o, por lo menos, eso creía ella, quien tras enterarse de aquel submundo lo había transformado en su nueva obsesión. Alexia, consciente de aquel hecho había intentado aplacar su curiosidad entregándole libros y contándole aquellas historias como si de mitos y leyendas se tratara, no obstante, todo su esfuerzo había sido en vano. Eizenach, tras llegar a la conclusión de que ese bosque en medio de la nada no le daría lo que quería, decidió mudarse, ya fuera con Alexia o sin ella, después de todo, estaba segura de que la mujer la seguiría en su actual capricho

III. Entrenando a una princesa. Eizenach confiaba en Alexia, y ahora que estaban ligadas, tenía más motivos para hacerlo en sus palabras. Durante ese mes Alexia le ayudó a descubrir qué habilidades había traído su transformación; la sangre que corría ahora por sus venas era la propia, por lo que su creación no podría ser menos que perfecta en todo sentido, casi tan poderosa como ella misma. Eizenach siempre había sido hermosa y encantadora, pero ahora, aquello se había visto potenciado de una forma que ni la misma Alexia podía resistir

IV. Mi bestia. Cuando Eizenach abandonó la habitación, Alexia, preocupada, no quiso quedarse de brazos cruzados, así que la siguió desde lejos. Como era de esperarse, la chica se dedicó a vagar por las calles que parecían más peligrosas, al menos a los ojos de su creadora, añadiéndole a esto la hora y lo poco desapercibida que pasaba. Era casi imposible pedir que no llamara la atención de más de un ebrio o un delincuente

V. Príncipe hoy, Princesa mañana. La joven estaba feliz, la Eizenach que conocía había vuelto a la normalidad, sin embargo, Alexia sabía que debía ser cuidadosa e intentaría no exponerla de nuevo a ese tipo de situaciones. Había conocido la otra cara de la dulce chica y, por lo visto, la bestia gobernaba su faceta como vampiro, por eso se prometió esa noche nunca más dejarla sola

VI. ¿Obligaciones? El molesto sonido de una alarma ubicada a unos metros de su cama había hecho abrir los ojos a la nueva princesa de ciudad Crystal

VII. Mi novia. Al interior del edificio, casi todos conocían a Alexia, ya que nadie entraba o salía sin que ella lo autorizara. Para los medios, ella era la representante de Eizenach, y para conocimiento de los más cercanos, que desde el punto de vista de Eizenach consistía en todos los del edificio, era también su novia, por lo que las llamadas que recibía mientras filmaba, grababa o estaba cantando, no podían ser ignoradas y menos reprochadas; especialmente por el intimidante carácter de Alexia

VIII. Un extraño amigo. Aquella última frase sonó como un trueno en la cabeza de Eizenach. Molesta, salió de la habitación dando un portazo que casi descuadró la puerta. Caminó hasta el ascensor, pero como tardaba mucho, decidió bajar por las escaleras. Cuando estuvo fuera del edificio echó a correr, la palabra “mocosa” resonaba en sus oídos una y otra vez; la forma despectiva en que Alexia la había pronunciado le hacía doler el pecho a pesar de que su corazón ya no latía. Sintió un vacío tremendo. Alexia no solía tratarla así y de haberlo hecho antes quizás aquella discusión habría terminado en una pelea mucho más grande. Se sintió abatida, “estúpidas emociones vampíricas, ¿por qué tienen que amplificarlo todo?”, pensó

IX. Eres mi vida. Alexia dio un salto sobrehumano sobre el edificio, casi imperceptible para la gente común y corriente. Estaba claro que no iba a entrar con un chico medio muerto por la puerta de enfrente, no estaba así de loca, eso era demasiado incluso para ella. Eizenach se apresuró en llegar a la habitación y corrió hacia el ascensor

X. Gales Wyrm. Felipe saboreó al chico con la mirada; Gales dejaba ver su formado pecho y los músculos de su abdomen, el rostro fino, pero grueso, los ojos amarillos que hacían juego con su caballera color miel. Llevaba puestos únicamente unos bóxeres, debido a su transformación su ropa estaba destrozada y Alexia no se había preocupado de si el chico tenía ropa o no. Para empezar, si de ella hubiese dependido lo habría dejado morir en el bosque… pero ya que no era una opción, allí estaban

XI. Pasado. Mientras miraban colgadores, Gales parecía estar en una tienda de dulces, casi como si fuera la primera vez que entraba a una que no fuera de ropa de segunda o tercera clase, por un momento habría jurado que el chico tenía una máquina de coser de ramas y que vivía como una ardilla en el bosque

XII. Confusión. La noche había llegado, se hallaba en las afueras de la ciudad recordando cosas de un pasado no muy agradable. Los deseos e instintos asesinos que había decidido abandonar la acosaban sin cesar. Desde que conoció a Eizenach, aquellos antiguos gustos habían desaparecido, pero desde que Gales se encontraba cerca se sentía a punto de entrar en una especie de arrebato asesino en cualquier momento. A medida que se internaba en el bosque sentía la ira volverse parte de ella y este sentimiento sublevado la hacía llamar la atención de prácticamente todo lo que allí hubiese

XIII. Rival. Había terminado por aceptar a Gales, no como individuo, pero sí como rival. Aquello no sonaba de lo mejor, pero por lo menos se mantendría ocupada; la conquista era parte de algo que por años no había tenido necesidad de emplear, y supuso que quizás era un buen momento para hacerlo. Después de todo, ¿quién mejor que ella para mantener enamorada a Eizenach?

XIV. Duelo. Gales abandonó el lugar y Alexia regresó al cuarto. Al entrar a la habitación encontró la imagen graciosa de un bulto bajo las tapas de la cama

XV. Fracaso. Alexia observó por unos segundos a la bella mujer. La criatura hizo exactamente lo mismo antes de empezar a hablar

XVI. Cita. Los brazos de Alexia rodeaban el cuerpo desnudo de Eizenach, quien dormía plácida, abrazada a ella. Desde que eran novias, Alexia nunca se había atrevido a llegar tan lejos, no al menos de ese modo; lo que más le extrañaba era el hecho de que durante todo el acto no había probado ni una sola gota de la sangre de Eizenach, solo se había limitado a amarla. Alexia estaba enamorada, la princesa caprichosa era todo en su eterna existencia y por un descuido, estaba a punto de tener que compartirla. El estúpido licántropo que Eizenach había decidido adoptar, como si de un perro vago se tratara, aunque le repitiera con insistencia que no sentía nada por él, siempre podía ser una opción. La conocía lo suficiente como para saber que, pese al eterno amor que era capaz de jurarle, las emociones de Eizenach eran tan inestables como un volcán activo

XVII. Espía. Gales se encontraba extremadamente animado, había valido la pena el esfuerzo de la noche anterior. Hasta el momento las cosas iban bien, la muchacha daba pasos divertidos mientras se acercaban a la feria de atracciones. Alexia, por su parte, se mordía el labio, muriendo de celos por la actitud que la chica tenía con el estúpido perro

XVIII. Elección. Eizenach volvió a tomar de la mano a Gales y siguieron caminando hacia la salida, estaba segura de que estaba asustado. El chico volvió a intentar acercarse a ella sin resultado alguno y Alexia caminaba desde lejos para vigilarlos, hasta que decidió volver a casa. Si Eizenach hacía algo con el chico de seguro se lo contaría o, de lo contrario, ella lo notaría. No le quedaba otra opción que confiar en el amor que la menor le profesaba

XIX. Annabelle. Alexia sonrió, satisfecha. Por el momento, aquella vena que se dibujaba en su frente cada vez que Gales estaba cerca, había desaparecido y aunque estaba consciente de que seguirían en contacto, había dejado de inquietarle. De ese modo pasaron algunos días, sin preocupaciones ni molestias; estaba en paz o, al menos, así parecía

XX. Reunión. No pasó demasiado tiempo antes de que Alexia la encontrara, no sin antes recorrer la mayoría de los pisos buscándola. El ruido que habían hecho las piedras y pedazos de concreto al caer, le indicaron que posiblemente se trataba de Eizenach haciendo alguna estupidez

XXI. Mi grupo. Se dirigió al cuarto contiguo al suyo, se dio un largo baño para quitarse los restos de sangre y cuando estuvo lista se vistió y salió a la calle. Eran cerca de las cuatro de la madrugada y no había muchos lugares abiertos, al menos no del tipo que ella solía frecuentar, en fin, el objetivo era despejar su mente de todo lo ocurrido con Alexia y los psicópatas que habían irrumpido en el edificio

XXII. Epílogo. Había mucho que solucionar, mucho en qué pensar. Aún tenía a Annabelle en alguna de las habitaciones, Gales andaba suelto por la ciudad o quién sabría dónde. Los Inmortales probablemente aparecerían de nuevo, Lilith no era una mujer con la que se pudiera hablar civilizadamente y, ahora, debía sumar a todo lo anterior que Eizenach parecía entender que era un vampiro y comenzaba a actuar como tal. Lo peor de todo era que nadie más que ella tenía la culpa: si no la hubiera transformado, probablemente su vida habría continuado como la de cualquier humano común, sin ángeles, sin bestias ni hombres lobo… quizás ni siquiera estaría con ella en el plano amoroso. Alexia tenía extremadamente claro que todo aquello era su culpa, ¿en qué demonios había estado pensando? Eizenach era una de las personas más inestables que conocía, era lógico que esa pizca de demencia se amplificara tras la transformación

Отрывок из книги

Agradezco su enorme apoyo

a una persona en especial,

.....

La pelirroja la observó extrañada, seguramente después estaría muriéndose de dolor o algo parecido. Estaba pensando en eso cuando reparó en que Eizenach corría hacia la ventana y se asomaba peligrosamente.

—¡No hagas eso! —advirtió, preocupada.

.....

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