Apaga la TV. Apuntes sobre prensa y comunicación en tiempos de revuelta popular
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Varios autores. Apaga la TV. Apuntes sobre prensa y comunicación en tiempos de revuelta popular
Índice
Comunicación en tiempos de revuelta
Juventud, televisión, violencia y rebelión social
Una generación reprimida y huérfana
La TV y las subjetividades
Continuará…
Bibliografía
La velocidad del sonido
Comunicación independiente: nuevos relatos comunes que cobran sentido
El momento para la Comunicación Popular Alternativa
Desafíos en tiempos constituyentes
Algoritmos y desinformación en tiempos de crisis
Personalización de contenidos y el filtro burbuja
Bibliografía
Disputa simbólica y discursos críticos de la rebelión popular de Chile8
De estallido y otras hierbas
Discurso y subjetividad neoliberal
Disputa simbólica y resistencia
Bibliografía
El derecho a comunicar de los pueblos indígenas: evidencias de la movilización social y desafío del proceso constituyente
La irrupción de la Wenufoye y la plurinacionalidad en el espacio público constituyente
De la omisión y tergiversación al poder de nombrarse
De la letra escrita muerta a los desafíos constituyentes
Bibliografía
Registrar, estimular, resignificar. El estallido social de octubre de 2019 en la producción audiovisual18
Registrar
Estimular
Resignificar
Conclusiones
Recursos web
Отрывок из книги
Aquilatadas las primeras semanas post 18 de Octubre de 2019, embargaba el ambiente político, social y académico una especie de incertidumbre y esperanza únicas que hacían imposible obviar el tema y muy difícil levantar cualquier proyección certera. De algún modo, todas y todos estábamos obligados a buscar más explicaciones, profundizar análisis y repensar perspectivas a futuro que pudieran abrirse tras el ciclo de movilizaciones más importantes de las últimas décadas en el país. En medio del extendido Estado de excepción y las movilizaciones masivas, de a poco comenzaron a reabrirse universidades y espacios públicos o privados que habían visto interrumpido su quehacer habitual producto de las protestas y de la reacción policial. Con el paso de los meses y el anuncio institucional de la apertura de un camino constituyente que al fin abría la posibilidad de discutir una nueva Constitución para Chile, la sola idea de problematizar las bases de la cúspide de la pirámide jurídica impuesta en dictadura y, con ello, debatir el sustento del modelo neoliberal hecho nomenclatura jurídica, abría perspectivas impensadas. Sin embargo, la «salida institucional», anunciada a través de un hipermediatizado y cuestionado «Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución»1, interponía profusas dudas sobre el proceso y su garantía efectiva de participación popular.
Por esos días, comunicadores y comunicadoras, reporteros ciudadanos, fotoperiodistas, profesores y estudiantes, en general, el mundo asociado al ejercicio y estudio de la comunicación, debatíamos –entre el asombro y la esperanza– la enorme crítica social emanada de las movilizaciones, para cuestionar el devenir de los medios y sus contenidos. Desde el primer día de protestas se cuestionó las parrillas programáticas, las coberturas mediáticas, los intereses editoriales y poderes fácticos tras los mass media. Por primera vez, muchos y muchas pudimos analizar in situ, en vivo y en directo, cómo la crítica social del pueblo movilizado del nuevo Chile también exigía un periodismo ético y medios de comunicación capaces de respetar los derechos de las personas.
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Son imágenes que presentan una violencia, un híbrido que vuelve difusas las diferencias entre lo femenino y lo masculino. En la denominada «Primera Línea» se obvia el ambiente de solidaridad, colaboración y camaradería que prevalece durante su desempeño, dando paso solo a representaciones de combate con la policía uniformada y vandalismo.
Por otra parte, el movimiento feminista es desprendido de su sentido político, reduciéndolo a las agresiones cotidianas de hombres a mujeres. Por ejemplo: el colectivo Las Tesis presenta una performance que pone de manifiesto la violencia de género: «El violador eres tú» es difundido en la plataforma televisiva, negándole el contexto para invisibilizar las violaciones a los derechos humanos de la mujer. En la actual coyuntura, cuando señalan: «El Estado opresor es un macho violador», se denuncian los abusos perpetrados por carabineros, sentido que queda más explícito cuando se corea: «duerme tranquila, niña inocente, sin preocuparte del bandolero, que por tu sueño dulce y sonriente vela tu amante carabinero». Inmediatamente, en la escena se apunta con el dedo a la policía uniformada, acusada de cientos de delitos de abuso sexual, y se pronuncia con rabia acusadora: «el violador eres tú». La televisión redirecciona el mensaje originario y lo ubica en una nebulosa que se resume en un todos somos culpables; por ende, la acusación se morigera y queda sin condenas individuales y sistémicas.
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