Los Colores Del Dragon
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Virginie T.. Los Colores Del Dragon
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Epílogo
De la misma autora
Отрывок из книги
¿Quién no ha imaginado alguna vez que había monstruos en el falso techo, bajo la cama u ocultos detrás de una puerta o en un rincón oscuro, agazapados en la sombra o esperando nuestra llegada en la penumbra para saltarnos encima y despedazarnos hasta provocarnos la muerte entre sufrimientos atroces? Pues olvidadlo todo, porque es algo totalmente irreal. La realidad es mucho peor que nada que podáis imaginar. Habrá quien diga que tengo un don, pero yo pienso que se trata de una maldición. Yo veo el mal, tanto el que se esconde como el que se alza a pleno día entre sus futuras víctimas, que no se dan cuenta de nada, el que habita la Tierra y el de más allá. Pensad en la película de terror más pavorosa que hayáis visto, con demonios de formas imposibles con garras, colmillos, veneno y una fuerza impresionante y tendréis una idea de lo que me encuentro a menudo. Al lado de estos monstruos, luchar contra hombres-lobo o vampiros parece un relajado paseo dominical. Solo que no tengo tiempo para eso. Hace años desde mi último paseo por un parque para tomar el aire, desde que mi querido papá descubrió mi potencial y transformó para siempre mi vida en una guerra perpetua.
Y heme aquí otra vez en un lugar lúgubre a más no poder, el tipo de lugar sombrío y silencioso que te provoca escalofríos a lo largo de la columna vertebral y donde nadie querría encontrarse solo. Por suerte no estoy sola. Aunque, casi. Tengo un auricular, mi mejor amigo desde hace tiempo, que me susurra a la oreja. Me permite comunicarme con los demás miembros del equipo, apostados en el exterior del edificio. Pienso en que este inmueble está verdaderamente ruinoso. Todas las ventanas están rotas, las puertas chirrían de forma siniestra y el suelo está cubierto de porquería. No soy nada maniática, ni mucho menos un ama de casa modélica, ¡pero tampoco hay que exagerar! Este lugar parece un vertedero público. El lugar ideal para detectar lo que busco. Y no haberme cruzado con ningún sinhogar es otro indicio. Ningún humano desearía estar en presencia de un demonio. Incluso sin ver su lado demoníaco, la gente siente un cierto malestar en su presencia.
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– A la jungla. Un lugar lleno de animales para comértelos a placer.
Silba con placer y sus múltiples bocas chasquean los dientes, pero para mi sorpresa me deja en el suelo sobre mis pies. El mundo me da vueltas durante unos momentos pues me había subido la sangre a la cabeza. Recupero rápidamente el equilibrio y sigo en guardia. Aún no he ganado nada. Todavía no ha aceptado mi propuesta.
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