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PRÓLOGO

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«Te conviene ser más pasota». «No permitas que algo así te afecte». «Eso debería resbalarte, de lo contrario acabará contigo». Oímos a menudo frases como estas, a veces las pronunciamos nosotros mismos. Muchas personas expresan el deseo de sentirse impermeables, de que las cosas les resbalen, y buscan activamente una actitud indiferente. Pero ¿en qué consiste eso propiamente? ¿Cómo evitar que ciertas cosas nos minen? ¿Y en qué circunstancias es bueno y deseable que los problemas no nos afecten? Este es el tema del presente libro. En él hallarás una suerte de patrón del que servirte para confeccionar tu propia coraza emocional.

Expresiones como «pasar de las cosas» o «resbalarle algo a alguien» son de uso habitual en la vida cotidiana. Solemos referirnos con ellas a la habilidad de sobrellevar circunstancias molestas o irritantes sin perder la calma. Y a quien tiene esa habilidad nos lo imaginamos pertrechado de una suerte de escudo emocional que impide que se estrese más de la cuenta o que pierda la paciencia.

Para erradicar de entrada un posible malentendido deseo dejar claro que el escudo emocional del que voy a hablar no se asemeja a un muro defensivo estático tras el que vivir en riguroso aislamiento. Tampoco se trata de una armadura que nos proteja del mundo exterior. El uso del escudo que presentaré en este libro se endereza a conservar la estabilidad interior.

El escudo emocional es para mí como una coraza protectora que me proporciona estabilidad y calma interiores mientras me encuentro en una situación estresante. El acento recae aquí en el mientras: no puedo modificar o erradicar la situación estresante, no puedo escapar al estrés, pero mientras estoy atrapado en esa situación mi escudo emocional me protege.

La situación estresante puede ser un atasco matutino, por ejemplo, o un compañero de trabajo cargante que no deja de incordiarnos. También puede tratarse de un amigo que nos retira inesperadamente la palabra, o de un clima laboral intolerante en el que todo el mundo refunfuña insatisfecho. Teóricamente, en estas tesituras uno podría perder los nervios, subirse por las paredes y no dejar títere con cabeza. Quizá tengamos, en efecto, motivos de sobra para perder el equilibrio interior. Pero también hay otro camino: puedo pertrecharme con una coraza emocional y conservar la calma.

El escudo emocional que presento en este libro no está destinado a reprimir ni tus sentimientos ni tu personalidad. Todo lo contrario: con él protegerás tanto tu sensibilidad como tu vulnerabilidad. Tu escudo te permitirá cuidar amorosamente de ti mismo. Y hacerte fuerte cuando lo necesites. Tu coraza emocional protege tus recursos, tu energía, tu fuerza.

No es necesario que vayas a todas partes con el escudo emocional, por supuesto. Tú decides si quieres llevarlo o no. El escudo emocional del que aquí se trata funciona como la puerta de casa: puedes abrirla y cerrarla. No tiene sentido dejar la puerta de casa siempre abierta. Tampoco lo tiene dejarla siempre cerrada. Una puerta funcional se mueve en ambas direcciones. Y lo mismo vale para nuestra coraza emocional. Puedes hacértela a medida, ponértela y luego quitártela a conveniencia.

Las técnicas de protección emocional que aquí describo son sencillas y realistas, y cada una toma pie en la anterior. El primer paso es una máxima selectiva: cribar, quedarse con lo bueno de las cosas y deshacerse del resto, esto es, de lo que nos perjudica.

Tu escudo emocional

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