Читать книгу Atrévete a escribir - Carlos Cuauhtémoc Sánchez - Страница 9

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Reto #2

Conexión

ayúdalo A SENTIR LO QUE TÚ SIENTES

Usa frases que involucren emociones y sentidos para que puedas conectarte con la persona que te lee. Recuerda que el propósito elemental de la literatura es romper las fronteras del espacio-tiempo para unir las mentes del autor y lector.

¿Recuerdas aquellas películas de ficción en las que a través de una máquina las personas podían “teletransportarse” a otro lugar? Cuando escribimos buscamos que suceda ese milagro.

El buen escritor es un mago. Tiene trucos para aparecerse, o hacer que sus personajes se aparezcan, en la habitación del lector. Se dice que conecta. De eso se trata todo esto. Escribimos para conectar. El mal escritor no conecta; es ajeno, distante, indiferente; habla desde un estrado muy lejano; su voz es débil, sus intenciones inciertas, su rostro oculto…

Para conectar hay que usar frases emocionales y sensoriales. Si yo te digo: “Transito por un infortunio desagradable, lo que me ha ocasionado un estado depresivo de nivel crónico”, tú contestarás: “Caramba, pues ve al doctor y ojalá que te mejores (pero no me molestes)”. En cambio si te digo: “Apenas puedo respirar, un calor bochornoso me roba el aliento, la cabeza me estalla y me estoy desmoronando”, contestarás: “Amigo, ¿qué te pasó?”.

Ambos escritos dicen lo mismo. Uno conecta, el otro, no.

Ve este ejemplo de te desafío a prosperar:

Déjame hablarte de tú; nos parecemos; tenemos inquietudes similares. La estancia en que me encuentro es silenciosa. Solo el piso de madera y las paredes cubiertas de libreros emiten un leve rechinido de vez en cuando. Sobre mi cabeza cuelga un avioncito de control remoto que solo usé una vez. Hay papeles y textos por doquier. Mi esposa dice que este sitio es un desastre y que no volverá a arreglarlo. He celebrado su decisión, porque cuando ella pone todo en su lugar yo pierdo todo. En el caos que me rodea existe orden, aunque ella no lo crea. Sobre la mesa, junto al teclado de la computadora, mi taza de café se ha enfriado. Estoy sentado en un sillón verde; a mi lado hay otro, idéntico, vacío. Es para ti. Te invito a sentarte. Tal vez deberías traer un suéter. La ventana está abierta y hace frío. Afuera llueve.

Has echado un vistazo a mi entorno y yo, sin que te dieras cuenta, he llegado hasta el tuyo. Te propongo que nos mantengamos cerca.

Voy a cerrar la ventana. Aunque el aire de la noche es saludable, conviene que entibiemos el ambiente. Si me permites, iré por dos tazas de café. Mientras tanto puedes poner algo de música. Elígela tú. Ahora vuelvo.

El texto anterior, en segunda persona, cumple la técnica del Destinatario real, pero también consigue otra meta: Que el lector se “teletransporte” hasta el sitio que estamos describiendo. ¿Cómo? Observa las frases: Hace frío, llueve, hay silencio, la duela rechina, pon tu música, saborea un café.

Las buenas descripciones sensoriales crean líneas de energía, digámoslo así, que viajan en el espacio-tiempo para conectar al autor con el lector. Este puede llegar a sentir deseos de ponerse un suéter, tomar agua, comer algo o rascarse. En otras palabras, gracias a ciertas frases, el lector percibe lo que percibe el escritor como si estuviesen juntos en el mismo espacio.


Imagínate a un atleta talentoso, con el potencial para llegar a ser campeón olímpico, ¿qué necesita? Práctica. Tienes talento. Prueba que también tienes constancia y tenacidad; las características del hacedor de sueños. Practica siempre que puedas. Toma una pluma en este momento y llena las líneas del siguiente ejercicio.


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Atrévete a escribir

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