Читать книгу Construyendo mundos - Cecilia Hoffman - Страница 5

PRÓLOGO

Оглавление

por

ENRIC BERENGUER

He tenido la oportunidad de compartir con Cecilia Hoffman muchas experiencias en el campo de la clínica psicoanalítica de orientación lacaniana con niños. Y, más específicamente, en el de la atención precoz a niños con una diversidad de problemáticas, entre las cuales el autismo ha tenido un lugar considerable. A lo largo de este camino nos hemos enfrentado, cada uno por su lado, y también a veces conjuntamente, con la pregunta acuciante que cada caso de autismo plantea.

En efecto, por muy experimentado que uno sea o se crea, en cada nuevo encuentro vuelve a reproducirse el enigma insondable del destino de un niño pequeño, que está ahí frente a nosotros y que nos plantea una pregunta acompañada ineludiblemente de cierta angustia: ¿qué podremos hacer, por él y con él, que le permita construir su mundo de la mejor manera dentro de la gama de posibilidades, o sea, de incertidumbres, propias de los primeros años de una vida? ¿Podremos ayudarlo a saltar ese inmenso abismo de silencio que sentimos que nos separa de su persona? ¿Podrá ocurrir esto de un modo tal que él pueda quererlo y vivirlo, más allá de cierto vértigo inevitable, como algo bueno?

Y es que cada uno de estos encuentros es el primero, es inédito. Cuando ocurre, como ya hace muchos años aconsejó Freud, debemos tener presente lo que sabemos —la teoría, la experiencia— sobre todo, no olvidar que lo más decisivo nunca lo sabemos de antemano. Incluso que lo que surja puede poner en cuestión la teoría, obligarnos a modificarla. Jacques Lacan, en años que nos son algo más cercanos, lo precisó: lo que el analista debe saber es ignorar lo que sabe. Así, vamos siempre a tientas, aunque por supuesto no sin una orientación.

Cuando trabajamos con niños con autismo tenemos cada vez más la impresión de que el destino del tratamiento depende de contingencias. A veces asistimos a pequeños milagros. Algo que hemos dicho o hecho, un silencio que hemos sabido mantener, un acto que hemos llevado a cabo, algo que, hablando con otros, hemos dicho delante del niño, una respuesta inesperada ante lo ocurrido en un momento de apariencia intrascendente, etc., produce un efecto del que pronto verificamos que ha sido decisivo, ha abierto nuevas puertas, ha dado una nueva orientación a los esfuerzos del niño por salir de su laberinto y se hace para él una nueva luz. Esos momentos son sobrecogedores, porque tenemos la impresión de que igual que han ocurrido hubieran podido no ocurrir y entonces quizá todo hubiera permanecido entre tinieblas.

De modo que nuestra tarea es al mismo tiempo humilde, casi nimia en sus detalles a veces interminablemente repetidos, y también deslumbrante en algunos momentos inesperados que tienen algo de grandeza porque entendemos que son decisivos en una vida que empieza.

He tenido el privilegio de ser de las personas a quienes Cecilia ha contado, casi en el momento en que se producían, algunos de esos milagros. He compartido su entusiasmo y alguna vez me he podido asociar a su reflexión sobre lo que acababa de ocurrir, acerca de cómo aquello confirmaba, desmentía o matizaba lo que se esperaba a partir de unas coordenadas teóricas compartidas.

Por eso, tras leer el texto que el lector tiene en sus manos y que ella me ha pedido prologar, he podido reconocer en estas páginas un estilo, una forma suya de desear y de llevar a cabo esa tarea que ya Freud llamó imposible: psicoanalizar. Y creo que puedo destacar en Cecilia un rasgo que siempre me llamó la atención. Me refiero al máximo cuidado por el detalle. Un cuidado paciente, basado en saber que lo más decisivo siempre pasa por cosas que desde el punto de vista corriente pueden pasar por nimiedades.

La columna vertebral de este libro, que contiene una serie amplia de reflexiones sobre el autismo, es el encuentro con un niño y el recorrido que ese pequeño ser hizo de la mano de Cecilia, guiándola y al mismo tiempo dejándose guiar por ella. Pero si Cecilia fue en este caso una buena guía es porque supo leer lo que estaba en juego en el instante fugaz en que debía hacerlo, en esa pequeña ventana de oportunidad que, una vez cerrada, desaparece para siempre.

El modo en que a lo largo de los capítulos que componen el libro se va pasando de la experiencia del tratamiento a la exposición de puntos de la teoría y a reflexiones generales puede sorprender. Pero reproduce el modo exacto en que la experiencia clínica y el saber del psicoanálisis se van entretejiendo para cada psicoanalista en particular. Este tejido de la teoría y la práctica es una forma muy genuina de trasmitir lo que está en juego en lo que llamamos «psicoanálisis»: un saber que nunca está del todo en los libros, sino que acontece, sobre todo, en los encuentros entre un analista y las personas que acuden a él, encuentros que a su vez exigen la teoría para orientarse, pero de un modo tal que esta última también se va construyendo y volviendo real a medida que la hacemos responder de lo que ocurre en cada caso, en cada sesión.

De modo que este libro es una excelente introducción a lo que es el tratamiento psicoanalítico de orientación lacaniana del autismo. Hay que decir, en este sentido, que lo que ha animado a Cecilia a escribirlo ha sido un deseo de transmisión de esa experiencia tan peculiar que es el psicoanálisis con niños. Y más en general, un deseo de transmisión del psicoanálisis del que ella ha dado muchas pruebas, siempre de acuerdo con un estilo propio. Su forma de hablar, siempre asequible y cercana, ha hecho que no pocas personas se interesen y se hayan decidido a iniciar su propia experiencia analítica.

Pero, ante todo, lo que el lector tiene entre sus manos es la historia de un encuentro que tuvo felices consecuencias para un niño. Porque el de un niño con un psicoanalista es, ante todo, un encuentro imprevisto. Nadie puede forzarlo, tampoco se puede predecir. Como mucho, se pueden facilitar las condiciones para que sea posible. Pero cuando ocurre cambia las cosas para bien y decisivamente. Sin duda.

Construyendo mundos

Подняться наверх