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Érase una vez un cuento sin fin...

Érase una vez un cuento sin fin

así llamado porque nunca terminaba

ni cuando le llegaba la última página

el cuento entonces seguía como un granito en el mar amarillo

y al final del desierto, derivado por el Siroco

seguía en las lomas de las dunas y desde ahí donde las montañas afinas

metiéndose por todas las matas, trepando los troncos hasta que llegara donde terminaban los árboles

para entonces seguir en las alas de una gaviota

el cuento dejaba sus marcas en las nubes que pasaban a lo largo de la costa

y terminaba en las gargantas hambrientos de los críos

y vomitado se caía desde el nido hacía abajo

donde fue tragado por una ola y así llegaba al océano

y seguía debajo del agua salado, en la espalda de una tortuga

que le llevaba por su recinto para que dejara sus marcas de entre de todas las corales

donde entonces se enredaba en una red verde de angostas mallas

para estar sacado del eterno azul para seguir en el bote de un pescador

y seguía en las manos maltratadas y en la cara arrugada

al llegar a la orilla seguía en los labios de la mujer que lo esperaba

y así llegaba a la chabola y de ahí seguía entre el pellejo de un gatito

que lo llevaba entonces a alabar la luna en el medio de la noche

y poco después dejaba sus marcas en el zapato que terminaba con el canto del gato

y así descansaba hasta que llegara el sol de la mañana

y seguía en el pie de un hombre que llevaba dos zapatos desiguales

y lo llevaba a una mina de minerales

y seguía debajo de la tierra en la oscuridad caliente, dejando sus marcas en los topos

dejando sus marcas en la miseria de plata que les fue pagado al fin de la jornada

y así llegaba a la camarera del bar que lo metía entre sus senos como una propina

y alla seguía hasta la mañana siguiente

y fue llevado por el frío agua de la ducha, dejando sus marcas a lo largo del cuerpo de la señorita

para acabar en el alcantarillado donde entonces jugaba con las ratas

y seguía por un tubo que lo llevaba a un río que pasaba por una ciudad grande

y al pasar una lancha en forma de cresta de espuma, llegaba a un jeep militar que rápido pasaba

seguía en las bobadas que escuchaba referente al por qué se luchaba

seguía en un terreno de batalla donde dejaba su huella trazando los contornos de los ya fallecidos en el suelo

para entonces seguir en otra mano maltratado de un oficial que les arrancaba las placas

y seguía en una carta de luto

y así llegaba a otras manos maltratados de los padres que perdieron a su propia carne

y seguía en la rabia y en el dolor

dejando sus marcas en los gritos para así llegar al oído de los demás

y seguía en las protestas por la paz

y seguía en la porra de un policía que amaba mucho a su hijito y después de su jornada

llegaba a la casa a abrazarlo con todo el amor que lo guardaba

y así seguía el cuento pegado en el niño que lo llevaba al parque infantil el próximo día

y lo dejaba de entre de todos los juguetes que tenía en el cajón de arena

y así descansaba

al entrar la noche fue arrancado de los sueños por un bicho que formaba bolitas de fango

que entonces fue devorado con todo lo suyo construído por un loro

que después lo llevaba al eterno verde la selva consigo

y allá continuaba el cuento y su existencia eterna mientras que hubieran ojos y oídos y dedos que lo veían, lo oían, lo sentían

dejaba su huella en el eterno verde, entre las orquídeas y los aguaceros

siguiéndo en cada gota que llegaba a atravesar el techo túpido del cielo selvático

en una de las plumas rojas quería descansar un rato

pero un jaguar con hambre trataba de devorar al medio que lo trajó

y encima de una pluma roja arrancada

seguía su viaje encima del colmillo del rey del recinto

dejando su huella en los caminos del felino hasta llegar a un abra

donde talaban los árboles por razones de pobreza y de avaricia

dejaba entonces sus huellas en las manos maltrados de los explotados y de los explotadores

para ver entonces cómo las llamas se comieron al entorno

y convertido en humo subía otra vez al cielo

y seguía otra vez en la alas de ahora un gallinazo

que lo llevaba donde antes él haber salido

pero de descansar nada

resultaba que en vez de quedarse quieto un par de semanas

con el mismo rumbo que se le da vueltas la tierra

seguía otra vez en la arena y fue recogido por una mano maltratada

que empezaba a ponerlo en su pluma y el cuento seguía otra vez

en una página

para seguir su eterna jornada

POEMAS 13

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