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Los Cymanos, oída la respuesta que llevaron sus diputados, no queriendo exponerse a perecer si le entregaban, ni a verse sitiados si le retenían en la ciudad, le enviaron a Mytilene, a donde no tardó Mázares en despachar nuevos mensajeros, pidiendo la entrega de Páctyas. Los Mytileneos estaban ya a punto de entregársele por cierta suma de dinero, pero la cosa no llegó a efectuarse, porque los Cymanos, llegando a saber lo que se trataba, en una nave que destinaron a Lésbos embarcaron a Páctyas y le trasladaron a Quío. Allí fue sacado violentamente del templo de Milierva, patrona de la ciudad, y entregado al fin por los naturales de Quío, los cuales le vendieron a cuenta de Atárneo, que es un territorio de la Mysia, situado enfrente de Lésbos. Los persas, apoderados así de Páctyas, le tuvieron en prisión para presentársela vivo a Ciro. Durante mucho tiempo ninguno de Quío enharinaba las víctimas ofrecidas a los dioses con la cebada cogida en Atárneo, ni del grano nacido allí se hacían tortas para los sacrificios; y, en una palabra, nada de cuanto se criaba en aquella comarca era recibido por legítima ofrenda en ninguno de los templos.

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