Читать книгу Vida de Lacan - Jacques-Alain Miller - Страница 7

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En cualquier caso, es cierto que de repente me encantó la idea de dar vida a este desecho, este caput mortum de mi Orientación lacaniana, quiero decir la persona de Lacan, encantado de hacerlo palpitar, de hacerlo bailar, tal como sé hacer vivir, palpitar y bailar conceptos y matemas.

¿Era un deseo de defenderlo, de hacerle justicia, de justificarlo, de hacer de él un justo? Lacan no era un justo. No estaba atormentado por un deber de justicia. Me había dicho incluso, y se lo había dicho también a todos en televisión, la indiferencia que le profesaba a la justicia distributiva, la que quiere que para cada uno sea de acuerdo con sus méritos. Hasta tuvo la cara de pretender pasar desapercibido, como el discreto de Gracián, cuando resultaba que su persona atraía las miradas ya desde hacía tiempo, que había llegado a ser ocasión de escándalo bastante pronto en su vida, y que era más conocido que la ruda cuando salieron publicados sus Escritos.

No, yo no tenía ningún deseo de defenderlo. Puede ser muy bien que fuese indefendible. Mi deseo era darle vida —vida para vosotros que vivís después de él, ya que, al parecer, leer su seminario, ese monólogo pronunciado en el escenario cada semana, durante casi treinta años, no bastaba para hacéroslo ver en la densidad de su presencia y las extravagancias de su deseo.

Pero entonces, ¿por qué la palabra justicia me vino a la memoria? Sin duda, a causa del vínculo que la tradición establece entre juicio y resurrección. Y yo me decía que era ciertamente este deseo de resurrección de Lacan el que, abriéndose camino en mí sin yo saberlo, me había inspirado la elección, como emblema de un congreso reciente de la École de la Cause freudienne, del fresco de Signorelli en Orvieto —el de la resurrección de los cuerpos el día del Señor— evocado por Freud en la Psicopatología de la vida cotidiana.

Escribí en aquella ocasión: «¡Que se levanten los muertos!». Era sin duda a uno de entre todos ellos a quien yo pretendía hacer revivir.

Así pues, se me ocurrió la idea de una Vida de Lacan.

Vida de Lacan

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