Читать книгу Fútbol, goles y girasoles - Jairo Aníbal Niño - Страница 4

Оглавление

El crack

El estadio, desde hace un par de semanas, no tiene nada que hacer. El campeonato nacional de fútbol ha terminado y se reanudará después de la pausa que imponen las festividades de fin de año. El estadio está solo y nada es más solo que un estadio solo.

El viento es un recuerdo lejano de la voz de los hinchas, y empieza a caer una llovizna que cala los huesos, similar a la lluvia que recorre las manos de un portero ante la inminencia del trueno terrible que súbitamente estalla desde el punto del tiro penalti.

De manera extraña, la solitaria figura de un hombre ocupa un lugar en la tribuna. Y nada es más solo en un estadio solo que un hombre solo.

La soledad la rompe otra figura que aparece en la parte baja del estadio. Es un joven. Pasea su mirada a lo largo y ancho de la cancha. En la portería norte han florecido los dientes de león. Las florecillas amarillas parecen solecitos celebrando un gol. El joven descubre al hombre lejano de la tribuna. Sube ágilmente los escalones. De repente se detiene tocado por un extraño temblor.

El hombre sentado es el Pibe Valderrama. La melena rubia del legendario jugador ha cambiado con el paso del tiempo. Ahora es de un brillante color blanco. El futbolista acaba de cumplir setenta y tres años de edad. El joven lentamente se le acerca y se sienta a su lado. La llovizna ha cesado. El Pibe Valderrama no aparta sus ojos de la cancha.

—Pibe —dice el joven—, ¿qué hace aquí, solo, a esta hora, en el estadio?

—Juego. Juego al fútbol —exclama el Pibe Valderrama.


Fútbol, goles y girasoles

Подняться наверх