Читать книгу Las aventuras de la serpiente lectora y sus razonamientos matemáticos - José Andrés Delgado Portillo - Страница 8

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Capítulo 2

Respiraba tranquilamente, bastante profundo, cuando se posó en la nariz de nuestra serpiente lectora una hermosa y colorida mariposa que tenía muchos colores, entre ellos el rosa, pero nunca caminaba como una osa. La serpiente se despertó y de un estornudo a la mariposa asustó.

Esta, un tanto molesta, le indicó:

—Querida serpiente, ¿por qué despierta tan bruscamente? Pensaba posarme un buen rato en su verde y áspera8 nariz mientras viajaba su mente por ahí.

—¡Ay, pequeña mariposa linda y colorida! Perdona mi despertar, pero estaba en un sueño precioso y justo por un problema que me vino a la mente me desvelé9. A ver si al menos tú puedes ayudarme y así demostrar a nuestras amigas hormigas que hay más animales inteligentes en la selva y que muchos de ellos leen.

—¡Pero por favor! Querida serpiente, usted será muy inteligente, pero yo entreno todos los días mi mente. Si algo he de saber, bien conocido es que debo leer. Leyendo todos los días un rato, aprendo más cosas y me sale barato. Vuelo más feliz que una perdiz porque siento que aprendí. Así que dispare, amiga serpiente, y no se lo deje en la mente.

—Está bien, ahí va…

«Tengo 3 dragones, cada uno con su peso.

El amarillo pesa 315 kilos;

el rojo, con sus 271 kilos, te da un beso;

y el verde, 138 kilos. Pero todos juntos

con la princesa, el caballero y su caballo

pesan 915 kilos. No hay fallo.

¿Cuánto crees que podrían pesar la princesa,

el caballero y su caballo?».

SOLUCIÓN 6

—Amiga serpiente, la respuesta es 191 kilos. ¿Ve? Como le dije, usted será lectora y serpiente, pero yo también soy inteligente.

Y así se despidieron las dos amigas, muy contentas de haber sabido solucionar los enigmas planteados. Era aún temprano y quedaba mucho día por delante, pero ya iba siendo hora de ir haciendo camino.

La serpiente lectora comenzó a reptar árbol abajo, despidiéndose de todos sus amigos insectos que iba encontrando durante la bajada. Todos eran vecinos y vivían juntos dentro de aquel gran gigante. El árbol era grande y corpulento, muy alto, con un tronco al que costaba dar la vuelta y podías jugar al escondite en él, puesto que permitía situarte en un lado y tu amigo/a al otro y no veros. Era alto como los rascacielos. A veces, si llegabas arriba, pensabas que podías tocar el cielo. Se decía que los dinosaurios no pudieron llegar a alcanzar su copa10 de lo alta que estaba; también decían que servía como torre vigía11 de la selva, puesto que no había árbol más grande y gigante que él. La serpiente lectora disfrutaba de aquellos atardeceres cada día; subía hasta lo alto, respiraba el aire fresco y con unas vistas envidiables se despedía del sol, dándole el mejor adiós que una serpiente podía dar. Los últimos rayos siempre se escondían tras la montaña y las nubes del fondo de la selva. A veces, mirando al infinito, imaginaba que ahí se acababa la gran selva, pero su inmensidad la hacía aún más interminable12 y aventurera, puesto que pensaba que a más espacio, más experiencias y momentos para vivir y descubrir.

Así pues, nuestra serpiente lectora llegó a los pies de aquel gran árbol. Generalmente, cualquier animal que estuviera en su situación llegaría cansado, pero ella llegó perfectamente, estaba entrenada. Mientras bajaba estuvo pensando en la distancia que podría tener el perímetro13 del árbol, ya que después de tanto tiempo viviendo allí nunca había pensado en aquello. ¿Y por qué no? Podría ser el momento perfecto. Tenía tiempo suficiente.

Se acordó de cuando iba de pequeña al colegio y lo comparó con las medidas de su clase. Jugaban siempre a medirla dando saltos porque, claro, la serpiente lectora no tenía patas para poder contar los pasos, así que daban saltos de un metro para poder calcular las distancias. Acordándose de eso, nuestra pequeña y gran mascota de la selva empezó a dar saltos alrededor del árbol para contar cuántos metros podría tener de distancia aquel gran gigante. Pero de repente, cuando se disponía a dar ese primer salto, detrás de unos arbustos apareció su amiga Flequi, la coneja blanca con la que estudió de pequeña. Le pusieron ese nombre porque cuando nació, la mamá no podía verle esos ojos tan grandes, azules y preciosos que tenía por nacer con un flequillo muy largo y blanco; parecía una cascada de nieve de las altas montañas. También podrían haberla llamado Copo de Nieve en tal caso, pero no les pareció tan atractivo ni gracioso. Flequi le había enseñado a la serpiente lectora a dar saltos de longitud muy profesionales, y fue una muy buena coincidencia encontrarse de nuevo.

—¡¡Flequi!! Amiga mía, ¿cómo estás? ¡Qué alegría verte de nuevo!

—Sí, querida amiga. Me dijeron que va a haber una gran fiesta en la Roca de las Proyecciones y hacia allí iba. Y como sabía que vivías por aquí, pensé en pasar y saludarte.

—Me alegro mucho, Flequi, porque así podrás saltar conmigo para contar los metros que tiene este árbol como hacíamos cuando éramos pequeñas.

—De acuerdo, pero ¿recuerdas que las clases eran cuadradas? ¿Y si dibujamos unas líneas en el suelo alrededor del gran árbol haciendo un cuadrado? Podríamos contar todas las distancias en línea recta y recorrerlas en forma de carrera, de tal manera que tendríamos que hacer cuatro carreras.

—Me parece muy buena idea, aunque sabes que podríamos empatar, ¿no? Son cuatro carreras y tú y yo nos hemos entrenado juntas desde pequeñas, ja, ja, ja…

Entonces se pusieron a dibujar las líneas en el suelo alrededor del árbol e hicieron una forma más bien rectangular, porque los lados no le salieron iguales. Al terminar contaron con saltos cada línea y lo hicieron realizando carreras. Nuestra serpiente lectora tenía razón, quedaron empate dos a dos. Los resultados de las distancias fueron los siguientes:


—A ver, Flequi, ¿cuántos saltos contamos en la primera carrera?

—«Pues en la primera fueron 124 saltos;

en la segunda, 187 metros dados;

en la tercera, 133; y en la última, 155 contados.

No sé cómo hemos unido las líneas,

pero así nos ha salido este cuadrado».

—Bueno, querida amiga coneja, te planteo una cuestión… A ver si eres capaz de decirme cuántos metros hemos recorrido en total y te diré un truco para llegar antes a la Roca de las Proyecciones.

SOLUCIÓN 7

—A ver… Si calculamos la suma de todos los lados del cuadrilátero, yo creo que obtenemos 599 metros, con lo cual es una distancia considerable. Hemos hecho bastante ejercicio. ¡Qué bien!

—Exacto, mi querida amiga. Y como además tú sabes saltar muy bien, te va a ser muy fácil encontrar el camino de tus hermanas las liebres. Me lo dijo una hormiga.

—¡¡¡Ahhhhhhhhhh!!! Ese camino lo conozco, alguna vez lo he tomado con ellas, pero queda algo retirado de aquí. Vas a tardar algo más que yo en llegar, porque yo salto todo el tiempo, pero tú solo cuando corremos —dijo la entusiasmada coneja.

—Entonces al menos sí podrías decirme por dónde coger para alcanzar el camino de las liebres, ¿verdad? —preguntó la serpiente lectora con voz alegre.

—¡¡Pues clarooooo!! Mira, es muy fácil, pero tienes que tener en cuenta varios factores. Por ejemplo, mira siempre dónde queda el sol y hacia dónde van sus rayos, puesto que por aquellos lugares en los que dé la sombra irán. Después alza14 la nariz alta y huele, respira el frescor del ambiente, y por donde estén los mejores perfumes de nuestras bellas plantas tendrás que ir. Ten en cuenta que sus pisadas casi no se ven porque suelen ir muy rápidas, pero el camino está muy bien perfumado gracias a ese lindo olor que desprenden las plantas, así que síguelo todo el tiempo y llegarás con éxito a la Roca de las Proyecciones.

—¡¡Ay, muchas gracias por esos trucos!! Pero para empezar ahora, ¿por dónde? —preguntó intrigada nuestra querida serpiente lectora.

—A ver, amiga mía, relájate. Mira hacia arriba, cierra los ojos, respira y cuando lo hagas profundamente y reconozcas los perfumes ábrelos… y por donde no haya sol tendrás que ir — contestó muy alegremente la coneja Flequi.

—Gracias, amiga. Como siempre, un placer compartir momentos contigo. Siempre lo pasamos bien y descubrimos cosas nuevas. A ver, a ver… ¡Por ahí! ¡Entre los arbustos y pinos de la izquierda!

—¡¡Muy bien, serpiente lectora!! Ya sabes por dónde empezar. Pero recuerda: por muy perfumado que sea el camino, la selva esconde grandes y peligrosas aventuras. Ten mucho cuidado, que quiero verte en la gran fiesta de la Roca de las Proyecciones. Hasta entonces cuídate, mi querida serpiente.

Y las dos amigas se despidieron encantadas de haber tenido ese reencuentro y de haber disfrutado como lo habían hecho.

Una vez aclarados los primeros pasos, nuestra serpiente lectora ya sabía cómo iniciar su camino y por dónde.

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8 Áspero: Dícese de aquello rugoso o de superficie desigual, sin suavidad.

9 Desvelé: De desvelarse. Tiene que ver con impedir el sueño o cuando te despiertas de un sueño de manera brusca.

10 Copa: Parte alta o superior de un árbol.

11 Vigía: Que sirve para vigilar debido a lo alto que está.

12 Interminable: Que no se termina nunca.

13 Perímetro: Medida del contorno de una figura.

14 Alza: Del verbo alzar, levantar.

Las aventuras de la serpiente lectora y sus razonamientos matemáticos

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