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¿Qué es el aloe vera?

Entre las más de 3.000 especies de plantas medicinales que se utilizan en la actualidad en medicina natural, el Aloe barbadensis miller, o aloe vera, como se la conoce popularmente, es una de las menos comprendidas, y sin embargo una de las que más fascinación ejercen sobre los consumidores que la conocen o que han podido comprobar alguna de sus casi inagotables propiedades. Uno de los motivos clave podría ser el amplísimo espectro de indicaciones terapéuticas que con el paso del tiempo se han venido asociando a su nombre.

Pero, a pesar del aún escaso conocimiento sobre sus fundamentos terapéuticos, el aloe tiene ya una larga y bien documentada historia que, en los últimos años, los científicos de numerosos países están investigando para saber más y conocer mejor el porqué de sus beneficios potenciales.

Mientras se van confirmando estas teorías científicas, son ya millones las personas en todo el mundo que consumen de forma habitual aloe vera en sus distintas variedades con la finalidad de contribuir a que su cuerpo funcione mejor o, simplemente, como un cosmético del que obtienen maravillosos beneficios.

Los testimonios reunidos al respecto son innumerables y sirven como aval práctico de su efectividad. En el caso del aloe vera, se puede afirmar que tanto los resultados empíricos como el criterio de los consumidores llevan bastantes años de adelanto sobre la investigación científica.

Desde hace muchos siglos el hombre utiliza el aloe vera, al igual que otras plantas medicinales, como planta curativa gracias a su demostrada eficacia en el tratamiento de las quemaduras, las picaduras de insectos o la cura de heridas e irritaciones dermatológicas. Los documentos más antiguos donde se cita su uso y aplicación los podemos encontrar en escritura cuneiforme en una tableta de arcilla de tiempos de Asurbanipal, cuya antigüedad se remonta a los albores de la humanidad. Que esta planta ha sido muy importante para las antiguas civilizaciones y culturas lo demuestra el hecho de que también se mencione, por ejemplo, en el diccionario botánico Asiris de Thomson, en cuyos textos aparece el aloe con el nombre de «sibaru». Pero todo apunta a que su actividad curativa va más allá de un mero regenerador de la piel.

La palabra aloe proviene del vocablo hebreo alloeh y significa «sustancia amarga y brillante», mientras que en latín la palabra vera quiere decir «verdad». Así pues, atendiendo al significado de uno de sus muchos nombres, podemos afirmar que la «amarga y brillante verdad» nos regenera y devuelve la salud. Y decimos uno de sus muchos nombres porque el aloe, al ser una planta que tiene multitud de variedades, es también llamado «lináloe«, «sábila», «zábila», «pita», «pita de zábila», «salbila»… dependiendo del lugar en que se encuentre. Así, en nuestro país se conoce esta planta bajo distintos nombres según la región: en castellano, como «sábila» o «zábila»; en catalán, como atzavara; en gallego, como herba babosa, y en euskera, como belaamintza. El nombre «sábila» (y sus variantes) es de procedencia árabe y constituye una deformación del término çabila, que significa «planta espinosa». Y en hebreo su nombre es sabra, término relacionado con el concepto de la paciencia y con la gran resistencia de esta planta.

Aunque en todo el mundo crecen más de 250 especies de aloe vera, principalmente son dos las variedades más utilizadas para uso comercial en las industrias farmacéutica, cosmética y alimenticia por reunir las condiciones curativas necesarias para tomar carta de naturaleza: el aloe vera (o Aloe barbadensis miller, también conocido como «aloe barbados»), que es la más común, y el Aloe arborescensis. Ambas especies crecen en los países situados a lo largo de la costa del Pacífico, la India, Australia, África, América del Sur, América Central y en los países del Caribe. Otras especie conocidas y utilizadas son el Aloe saponaria, el Aloe ferox (o feroz) y, en menor medida, el Aloe perryi.

Originalmente se aprovecha del aloe una sustancia celuloide, llamada «acíbar», por sus propiedades como laxante. Pero desde mediados del pasado siglo, poco a poco fue ganando terreno el uso del gel de aloe como base para la preparación de bebidas alimenticias, hidratantes naturales y agentes curativos de diversas afecciones tanto cutáneas como internas.

Los numerosos análisis químicos a que se está sometiendo este poderoso gel han revelado que, entre otros muchos componentes, contiene aminoácidos esenciales, vitaminas, enzimas, polisacáridos y estimuladores biológicos. Esto ha hecho que aumente de forma progresiva el interés científico y público por el aloe. En la actualidad existe una cantidad considerable de investigaciones sobre los diferentes compuestos de la planta realizados por equipos interdisciplinares de botánicos, médicos, farmacéuticos y químicos. Todos estos trabajos buscan las verdaderas claves del «poder» que se atribuye al aloe vera, que por otra parte es fácil de cultivar y de cuidar. Gracias a dichos trabajos, poco a poco va perdiendo el aura de planta mítica para ganar terreno y afianzarse con una merecida solidez dentro del campo de la medicina natural.

Incluso los más escépticos van rindiéndose ante la evidencia y reconocen la eficacia de algunas de sus propiedades bioquímicas, como su capacidad de retener el nivel de humedad natural de la piel y la facultad de facilitar la penetración de otros agentes de tratamiento. No obstante, atributos como algunas de sus capacidades curativas o analgésicas contra la actividad de las bacterias no se han documentado aún con suficientes pruebas científicas, por lo que de momento se sostienen únicamente sobre pruebas empíricas avaladas por una numerosa documentación y testimonios de primera mano.

Sin embargo, los principales estudios realizados hasta el momento certifican muchas de sus cualidades como agente curativo:

•Entre los estudios más reconocidos y documentados, cabe destacar el que llevó a cabo el Instituto de Ciencia y Medicina Linus Pauling, en California (Estados Unidos), en 1985, que reveló el efecto beneficioso que tiene sobre el aparato digestivo el consumo habitual de aloe. En este trabajo se determinó científicamente que los pacientes afectados de colitis, acidez estomacal o colon irritable que consumieron a diario el jugo extraído de las hojas de aloe vera experimentaron una gran mejoría.

•La Universidad de Chicago, por su parte, ha profundizado en el uso de la planta, y concretamente del gel de aloe, para el tratamiento de quemaduras, y ha demostrado que la eficacia de estas aplicaciones se debe a tres factores que actúan de forma conjunta:

⚬Algunos de los componentes de la planta de aloe tienen la estructura del ácido acetilsalicílico (conocido como aspirina) que, cuando se combina con el magnesio, mineral que también está presente en la planta, le proporciona un efecto anestésico y analgésico.

⚬La suma de todos los ingredientes activos contenidos en la planta la dotan de un amplio espectro antimicrobiano que favorece la asepsia de las quemaduras, lo que constituye un factor decisivo para evitar su posterior infección, una de las consecuencias más habituales cuando se trata de quemaduras de cierta importancia.

⚬El aloe actúa sobre el mecanismo de las prostaglandinas, a través de las cuales las células mantienen su integridad.

La combinación de estos tres factores hace que el gel dealoe pueda penetrar en los tejidos dañados reduciendo el dolor y la inflamación. Y al mismo tiempo previene la progresiva isquemia dérmica que se produce en la piel tras agresiones importantes, como son las quemaduras producidas por fuego, congelación, descargas eléctricas o radioterapia. De este modo, el aloe vera se utiliza para prevenir la necrosis o pérdida progresiva del tejido de la herida. Todo ello se traduce en una curación más rápida, ya que la aceleración del proceso puede reducirse hasta en un 50 %, gracias a que también disminuye la posible contaminación por bacterias y, por tanto, el peligro de que la herida llegue a infectarse.

•Un estudio financiado por la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos (actualmente, la Comisión Reguladora Nuclear) descubrió que el aloe era extraordinariamente efectivo en la cicatrización de las quemaduras producidas como consecuencia de las radiaciones. El tratamiento con esta planta acelera, según los datos, la fase de reparación de la lesión hasta que se produce la completa curación de la úlcera.

•La NASA ha escogido el aloe, entre muchas otras plantas, para llevar a cabo numerosos experimentos. Tras una exhaustiva investigación ha concluido que tiene un poder de absorción del 90 % de la toxicidad que producen materiales como el PVC, la fibra de vidrio, los barnices y pinturas, y es capaz de absorber las radiaciones nocivas emitidas por ordenadores, televisores y otros electrodomésticos.

•Hemos visto que los científicos estadounidenses han manifestado un gran interés por el aloe vera, atracción que ha llegado también a otros países, como la Federación Rusa. En el Instituto Estomatológico de Moscú, los investigadores demostraron que el extracto de esta planta en una solución acuosa puede regenerar las fibras nerviosas. También descubrieron que el uso del gel era efectivo para tratar los problemas auditivos. Para ello llevaron a cabo un estudio clínico aplicando extracto de aloe a distintos pacientes. Los resultados fueron contundentes: con este tratamiento se prevenía la destrucción de tejidos sanos y se recuperaban con rapidez los dañados, de forma que buena parte de los pacientes con la capacidad auditiva deteriorada recuperaron un porcentaje importante de audición.

•El gel de aloe que se emplea en la actualidad, a diferencia del acíbar, no actúa como purgante ni como laxante. Sus principales propiedades son antiinflamatorias, inmunomoduladoras e hidratantes, aunque existen numerosas investigaciones farmacológicas que apuntan hacia otras actividades e indicaciones, por lo que también resultaría efectivo como antihistamínico, antiséptico, desinfectante, hemostático y analgésico.

Las propiedades humectantes e hidratantes de este gel se deben a su capacidad de retener el agua. Por este motivo, se aconseja recurrir a él siempre que se requiera aumentar la hidratación y la suavidad de la piel, combinándolo normalmente con otros agentes o cremas hidratantes y humectantes cutáneos, como la glicerina o el propilenglicol.

•Este inagotable producto ha demostrado ser útil también como vehículo para favorecer la penetración de otros preparados que contienen sustancias antiinflamatorias de tipo corticoide. Por vía tópica dermatológica, el gel es un buen transportador de corticoides a través de la capa córnea de la piel, gracias a la facilidad que tiene para retener el agua en la zona donde se aplica. De esta manera, aumenta la absorción del esteroide. Pero además tiene un efecto antiinflamatorio propio y actúa a nivel celular, provocando la autorregeneración de los tejidos afectados, efecto que no consiguen por sí solos los corticoides que se emplean en la farmacología de síntesis o convencional.

Cómo cura el aloe vera

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