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La variación de la cobertura de playas en la isla de San Andrés puede relacionarse con el desarrollo de infraestructura en la zona costera. Las playas de Spratt Bight al norte de la isla, con 1460 m de longitud total, son las que han experimentado mayores alteraciones durante el tiempo analizado. La construcción de obras civiles eliminó cocoteros y vegetación de playa, lo cual, con la acción de olas, corrientes y el paso de tormentas y huracanes, muy probablemente, incidió en cambios de forma (Universidad del Norte, 2009). No obstante, también contribuyó al incremento del área de playa.

En Spratt Bight se pueden identificar tres sectores de playa: uno se ubica entre el extremo nororiental de la isla y el hotel Tiuna (Spratt Bight Oriental), otro empieza cerca del hotel Abacoa y termina en la proximidad de la Defensa Civil (Spratt Bight Occidental) y el más pequeño se sitúa entre el hotel Pierre y el hotel Acuario Decameron. En este sector de la isla se han construido cuatro espolones: espolón de la Cooperativa de Pescadores, espolón de Jeno’s Pizza, espolón de Tiuna y espolón del extremo oriental. En 1986, se construyó éste último en un lugar donde no existía playa (Ossa, 2004). Los resultados obtenidos muestran que allí hubo un crecimiento importante de playa entre el periodo 1984 y 1996, con una ganancia de 6098.36 m2 aproximadamente. Aunque este sector de playa tuvo un crecimiento constante desde 1956 hasta 2010, fue entre 1984 y 1996 cuando más creció, muy probablemente debido a los efectos de retención de sedimentos ejercidos por el espolón.

En el sector de Spratt Bight Occidental se construyó el espolón Jeno’s Pizza en 1968 (Ossa, 2004). Los resultados del presente estudio muestran incremento del área de playa en 13 310.51 m2 en el periodo de 1956 a 1974. Además, este segmento de playa se ha prolongado en longitud, entre el espolón Tiuna y el espolón construido frente al restaurante de la Cooperativa de Pescadores, en 1985, lo que se explica gracias al constante aumento de área de estas playas hasta 1996.

El área del tercer segmento de playa, ubicado entre el hotel Pierre y el hotel Acuario Decameron, no se cuantificó debido a que es muy pequeño y no fue posible delimitarlo con las escalas de las aerofotografías. En 1993, se hizo un dragado para la profundización del canal navegable de acceso al puerto de San Andrés, el material dragado fue acopiado y, en 1994, distribuido sobre varias playas de la isla, entre las que estuvieron las de Spratt Bight, con 20 000 m3 distribuidos en 1000 m de longitud, y la del hotel Maryland, final del extremo occidental de Spratt Bight, con 2250 m3, para conformar una playa con el abrigo del espolón de la Cooperativa de Pescadores (Universidad del Norte, 2009). Este hecho puede ser evidenciado en el continuo crecimiento en área de toda la playa de Spratt Bight.

Pese al incremento de las playas en el sector norte de la isla, en el periodo entre 2007 y 2010, Spratt Bight Occidental presentó una pérdida de 266.29 m2 y, aunque es un valor relativamente pequeño, a futuro la tendencia puede seguir en aumento. Como un efecto negativo para la calidad de la playa, se presentan las descargas del drenaje urbano de aguas lluvias y del aeropuerto, las cuales la contaminan y producen la pérdida de arenas. Los sitios de descarga están distribuidos a lo largo de toda la costa de esta playa.

En 2007 quedó concluida en su totalidad la construcción del Paseo Marino (la vía peatonal), en reemplazo de la antigua Avenida Colombia, obra que se construyó para mejorar la calidad de uso de la playa y seguridad de los usuarios (Universidad del Norte, 2009). Sin embargo, antes de la construcción de la vía peatonal, existía un muro continuo, paralelo al alineamiento de la vía, que hacía que el volumen de pérdida de arena fuera menor. Actualmente, el muro es recto y discontinuo y las pérdidas son mayores. Debido al constante flujo de arena hacia la vía peatonal, Coralina realizó la siembra de vegetación nativa y generación de dunas cuyo mantenimiento está a cargo de la Gobernación.

El análisis de cobertura muestra que el área de la playa Spratt Bight tiende a un aumento, como ya se ha dicho. Se trata de una playa intervenida, con balances sedimentarios positivos, retenidos mediante procesos eólicos, modificación de infraestructuras y siembra de vegetación. La aplicación de estas técnicas permite retener sedimento en la playa y por tanto obtener ganancia de volumen y superficie.

Las playas que cubren la franja que va desde el sur de San Luis hasta el extremo sur de la isla, conocidas como playas de Sound Bay, también han presentado importantes cambios. Las principales acciones corresponden a la construcción de la vía Circunvalar en 1953, la extracción de arenas para construcción, el relleno hidráulico de la playa que se realizó en 1994 y la construcción de dos espolones frente al Hotel Decameron San Luis. En 1970 se empezó a evidenciar un proceso de erosión en algunos sectores de la playa, lo cual se reflejó en el deterioro de algunos tramos de la vía Circunvalar. Para disipar los efectos de la erosión costera sobre la vía, el Ministerio de Transporte realizó obras puntuales de protección costera entre los kilómetros 17 y 19, correspondientes a muros de concreto y piedra (Universidad del Norte, 2009). A partir de los estudios y diseños que realizó la Universidad del Norte para Invias desde 2002, se concluyó que, por causas geológicas, principalmente asociadas al deterioro de la barrera arrecifal, el tren de olas estaba llegando con más fuerza, afectando a las playas y a la vía Circunvalar, requiriéndose obras de protección, más aún cuando dicha vía no permita el libre desarrollo de la dinámica del sistema playa-duna.

La extracción de arenas para construcción fue permitida en la isla de San Andrés hasta 1985. Se estima que, entre 1960 y 1985, esta extracción fue intensa contribuyendo a la erosión de playas. La principal fuente utilizada por los isleños fue la franja oeste, paralela a la vía Circunvalar entre los kilómetros 16 y 19. Esta actividad y la construcción de la vía Circunvalar fueron fundamentales para que en este tramo no se pudiera desarrollar el sistema playa-duna. Además de alcanzar la vía Circunvalar, la erosión ha alcanzado las viviendas ubicadas entre los kilómetros 20.5 y 21. En 1994, estas playas recibieron un relleno hidráulico de 20 000 m3 (Universidad del Norte, 2009). Sin embargo, los resultados del presente artículo muestran que esta acción no logró contrarrestar los otros factores adversos que causaron constante pérdida de playa en éste sector. Además de los factores antrópicos, hay factores naturales como el debilitamiento en la barrera arrecifal, eventos extremos de oleaje y presencia de huracanes, que ocasionan pérdida de arenas de las playas del sector Sound Bay.

Las playas de San Luis han sido menos usadas para el turismo por su pequeña extensión y por estar rodeadas de viviendas de pobladores locales. El desgaste de estas se debe, principalmente, a presiones antrópicas de los habitantes y a una urbanización intensa del sector, uno de los más poblados de la isla.

La reducción de playas confirma la presencia de amenazas identificadas por Guerra-Vargas y Mancera-Pineda (2015), quienes con base en la percepción de los habitantes de la isla de San Andrés las agruparon en diferentes categorías: 1) Desarrollo urbano e infraestructura, que incluye urbanización, construcción de vías, muelles, espolones, muros de contención, acceso de vehículos de transporte y congestión de turistas (Lambin, Geist y Lepers., 2003). 2) Reclamación de tierras, que incluye edificaciones, linderos, cercas o enrejados, avisos de venta de predios, caminos o senderos protegidos y actividades agropecuarias (Defeo et al., 2009). 3) Extracción de recursos costeros, que incluye excavación o extracción de arenas (Crain, Halpern, Beck y Kappel, 2009). Con los resultados de este estudio se comprueba parcialmente la hipótesis de reducción del área de playas y se comprueban amenazas que deben ser consideradas para la sostenibilidad económica de la región.

Por otra parte, en los 66 años de observación, la extensión de las áreas de manglar se ha incrementado notoriamente en la isla de San Andrés. Este incremento puede deberse a que son ecosistemas protegidos por la Ley (Plan de Ordenamiento Territorial, Decreto 325 de 2003). Un ejemplo de esto fue la denominación de parque regional de los bosques de manglar de bahía Honda y bahía Hooker, hoy conocidos como Old Point Mangrove Regional Park. Esta medida fue muy importante debido a que este manglar es el que mayor presión antrópica ha tenido. En el periodo entre 1956 y 1969, su área se vio reducida por la construcción del puerto marítimo; sin embargo, paulatinamente ha recuperado su cobertura por medio del desarrollo de islotes de manglar. De esta manera, el crecimiento de los bosques de manglar está favorecido tanto por el establecimiento de las condiciones adecuadas para su desarrollo y crecimiento, como por la implementación de políticas que declaran estos ecosistemas como zonas estratégicas de reserva. Estos cambios son favorables para la isla por los bienes y servicios provistos por el manglar.

El único bosque de manglar de los cinco evaluados que presentó pérdida de cobertura fue el manglar Smith Channel. Este ecosistema ha sufrido una fragmentación en los 66 años de observación, situación que puede inducir a cambios impredecibles no solo en su composición biótica, sino también en los procesos ecológicos que se desarrollan allí. Este manglar es muy particular ya que no tiene una conexión directa con el mar por lo que el régimen hídrico depende fundamentalmente de la lluvia. En consecuencia, la salinidad intersticial de los suelos permanece baja a lo largo del año (Sánchez-Núñez y Mancera-Pineda, 2011). Consecuentemente, los árboles presentan un desarrollo estructural muy grande. La tala, la presión de la actividad agrícola y el crecimiento urbano sobre los límites de este bosque han reducido su extensión, aumentando, probablemente, el efecto de borde. Tanto la fragmentación como el efecto de borde establecen una mayor tensión, disminuyendo la capacidad de recursos alimentarios, reproductivos y espaciales en el hábitat y, por tanto, incrementando su vulnerabilidad. La conservación de este manglar es vital porque es el único manglar de la isla con estas características y uno de los pocos que existe en el Caribe (Medina, 2016).

Los resultados muestran que las políticas de protección de ecosistemas resilientes como el manglar son efectivas. Dado que diferentes tipos de manglar proveen diferentes bienes y servicios (Ewel, Twilley y Ong, 1998), es importante aplicar medidas de manejo específicas para los manglares del sur de la isla.

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