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3. CONCEPTOS BÁSICOS PARA ENTENDER EL YOGA

PURUSHA Y PRAKRITI, esencia y existencia

Desde el punto de vista del yoga, todo lo que existe puede clasificarse en dos categorías: Prakriti (lo que está sujeto al cambio) y Purusha (el que habita en mi interior, lo que en mí no cambia).

Prakriti se compone de la combinación de tres cualidades que se llaman gunas. Son satva o claridad, tamas o pesadez, y rajas o movimiento.

El ser humano está compuesto de Purusha y de Prakriti. Es decir, en cada uno de nosotros hay algo estable, que no cambia, y algo que está sujeto al cambio.

Purusha no cambia, simplemente es. El yoga le llama también Drastuh, el observador, el testigo. Purusha es lo que está en un cuerpo vivo y no en uno muerto. Podemos decir que es nuestra esencia.

Por el contrario, Prakriti sí cambia. La mente forma parte de lo que cambia. Puede estar agitada, tranquila, tener una ideología hoy y otra al cabo de unos años… Evidentemente, el cuerpo también cambia, así como todo lo que pertenece al mundo exterior.

Habitualmente, vivimos identificados con todo lo que cambia, ignorando lo que hay de estable en cada uno de nosotros.

AVIDHYA, confusión

La percepción se efectúa a través de la mente. En general, la mente está dominada por tamas (la pesadez) y rajas (el movimiento), en vez de ser satva (la claridad) la que predomine; por eso la percepción está deformada por falta de nitidez. Esta falta de nitidez se llama avidhya (vidhya = claridad, avidhya = falta de claridad) y es la causa del sufrimiento o aflicción en el ser humano (duhkha = malestar, duh = contraído, kha =espacio) (YS II-3-9).

Cuando en la mente no domina la cualidad de satva, hay confusión (avidhya). La confusion genera sufrimiento, ya que tomamos por estable lo que no lo es. Con la práctica del yoga, aumenta la claridad (satva) en la mente y se destruye la confusión (avidhya).

Avidhya se manifiesta a través de cuatro aspectos, los kleshas:

Asmita, cuando confundinos nuestra esencia con el ego. El ego es una construcción de la mente con la que nos identificamos, como si fuera algo estable, y no lo es. Nuestras opiniones, valores, sentimientos, pueden cambiar. Tomamos el ego por lo mas profundo se nuestro ser, nuestra esencia. Cuando lo que opinan los demás de nosostros nos afecta exageradamente, o cuando nos identificamos con nuestros éxitos o fracasos, estamos dominados por asmita.

Raga, el deseo compulsivo. Quiero algo a toda costa. En nuestro contexto social existe la idea de que seremos más felices si poseemos lo que deseamos. Es muy frecuente que a nuestra vida la mueva el motor del deseo.

Dvesha, la aversión. Voy a evitar algo a toda costa. Tuve una experiencia desagradable, y voy a evitar siempre esa situación.

Avinivesha, el miedo. El miedo que va mas allá del instinto de conservación.

Cuanto más predomina la confusión (avidhya), más aumenta el sentimiento del ego y crecen los deseos, las aversiones y los miedos.

Cuanta más claridad hay en la mente, más cerca nos situamos de Purusha y, en consecuencia, aumenta nuestro amor hacia los demás, ya que nos sentimos unidos a todo y disminuyen los deseos, las aversiones y los miedos.

No se trata de que haya confusión o claridad en términos absolutos. En la mente puede haber más o menos confusión, o alternarse los estados de confusión con los de claridad, predominando más unos que otros.

El yoga es un método para salir de este estado de confusión y aumentar la claridad de la mente. Es decir, nos ayuda a cambiar la mente, que es donde se sitúa todo nuestro malestar.

Se trata de tomar conciencia de algo que somos y que ignoramos: Purusa, lo que no cambia. Se trata de tomar consciencia de nuestra esencia.

La respuesta a “¿qué soy yo?” está dentro de cada uno y esto es lo que el yoga nos ayuda a encontrar. Cuando el yoga habla de liberación se refiere a liberarnos de este estado de confusión y de ignorancia en que nos hallamos para poder tomar conciencia del Purusha que somos.

Podemos identificarnos con aspectos más o menos cercanos a Purusha, pero casi siempre vivimos confundiéndonos con la mente, con la idea que nos hemos formado de nosotros mismos y no nos damos cuenta de que una idea solamente es una construcción mental.

Avidhya es la consecuencia de tomar por estable aquello que no lo es, de confundir Purusha con la mente o con la imagen de lo que creo ser. Cuanto más consciente soy, más vivo desde mi estabilidad, más me acerco a mi centro y más me doy cuenta de que las cosas que me afligen son de la mente, de los sentimientos o del cuerpo. Según sea mi nivel de conciencia, habrá en mí más estabilidad o más confusión.

Si mis acciones están influenciadas por avidhya, es muy probable que el resultado me lleve de un modo u otro al sufrimiento. Frecuentemente constatamos que el malestar actual es resultado de decisiones que hemos tomado en el pasado influenciadas por la confusión (avidhya). En los Yoga Sutras se nos advierte que actuar con claridad en el preserte evitará malestar en el futuro.

VIVEKA, discernimiento

A medida que aumenta la claridad en la mente, se va desarrollando el discernimiento (viveka), que es la capacidad de distinguir entre dos cosas que se confunden.

El que posee la capacidad de discernir (viveka) se da cuenta de que la mente es una cosa y Purusha otra. A pesar de que estén tan juntas como las dos caras de una moneda, sabe distinguirlas.

Sabe también que Prakriti es algo que está sujeto al cambio y, por lo tanto, no lo toma por estable.

Sabe que el cuerpo envejece y muere. En Occidente no suele aceptarse el paso del tiempo y se vive con la ilusión de ser siempre joven.

Después del envejecimiento viene la muerte. Pero vivimos pensando que eso no nos va a ocurrir nunca e inventamos muchas explicaciones para no aceptar que eso que llamamos yo, y que es una idea creada en la mente, va a desaparecer cuando las neuronas dejen de funcionar.

Somos infelices porque estamos confusos y vivimos ignorando nuestro Purusha. Despertar es encontrarlo.

Quienes han desarrollado viveka saben que hay cambio y que todo lo que forma parte de Prakriti puede dar la vuelta. Las situaciones pueden cambiar, los problemas pueden dejar de serlo, lo agradable puede transformarse en desagradable. También saben que puede disminuir la confusión (avidhya) que hay en la mente y, en consecuencia, salir del malestar.

Esta percepción de cambio es una visión de esperanza, ya que podemos pasar de la confusión a la claridad, de la ignorancia al conocimiento, de la dispersión a la concentración.

Por lo tanto, el cambio es posible y el yoga el método para conseguirlo.

ABHYASA Y VAIRAGYA práctica y desapego

Abhyasa, que suele traducirse por “práctica”, es todo lo que añadimos a nuestra vida para favorecer este cambio (YS I-12-17).

El yoga es un camino, una opción de vida que en un momento determinado se elige seguir.

En los Yoga Sutras se especifica cómo debe ser abhyasa: debe haber continuidad, sin interrupciones, actitud positiva, con respeto, entusiasmo, en armonía con nuestro modo de vivir, y que estas cualidades estén asociadas estre sí.

Es conveniente que haya una continuidad en la práctica, sedimentando cada etapa antes de pasar a la siguiente. Las interrupciones son una dificultad. También es necesario que haya una actitud positiva, pensar que es algo que nos va a beneficiar, creer en la posibilidad de estar en paz y de tener una mente clara. Si los resultados no son inmediatos, hay que saber esperar y no desanimarse.

Es importante tener confianza en el profesor y poner entusiasmo en lo que estamos haciendo.

La práctica debe integrarse de forma armoniosa en nuestra vida, sin crear conflictos con el entorno, y a la vez debe establecerse con firmeza.

El concepto de práctica va intrínsecamente unido al concepto de renuncia (vairagya).

Si bien el concepto de práctica (abhyasa) indica añadir algo a nuestra vida en la dirección de estabilizar la mente, la renuncia (vairagya) quiere decir dejar atrás, eliminar, en el sentido de disminuir todo aquello que nos perturba.

Si realizamos la práctica con entusiasmo, la renuncia va a ser algo que ocurra de forma natural, casi sin darnos cuenta y sin que nos cree frustración.

El yoga requiere tiempo, dedicación, constancia y entusiasmo, y esto muchas veces implica tener que elegir y dejar otras actividades, o bien hacer cambios para tener tiempo y disponibilidad para practicarlo.

Hemos de saber cuál es nuestra situación, hacia dónde vamos, y tener ganas de llegar al punto al que nos dirigimos.

En un principio es bueno cultivar el deseo de querer avanzar y de obtener resultados. Pero más adelante hay que abandonar esta actitud, actuar correctamente y despreocuparnos de si estamos avanzando o no, ya que el deseo compulsivo de “querer llegar a”, es un impedimento para situarnos allí donde nos dirigimos.

Si yo (ego, asmita) quiero algo, y los éxitos obtenidos me identifican con ese yo, se convierte en un obstáculo, porque ese concepto de yo que estoy alimentando tapa lo que soy en realidad (Drastuh).

Todo lo que nos alimenta el ego es un riesgo en el camino del yoga, ya que puede que aumete la confusión entre lo que realmente somos y la idea que tenemos de nosotros mismos.

El ego, la idea que tengo de mí mismo, sirve para moverme en el mundo, pero si esta idea crece desmesuradamente, y me identifico con ella, va a impedirme experimentar lo más estable de mi ser. Voy a vivir ignorando la estabilidad que hay en mí, confundiéndola con el ego.

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