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Dedic(H)ando con H de hada

SONRÍE, ES Gratis e ilumina más que mil bombillas.

Las sonrisas derriten el hielo de la maldad.

Ponle sonrisas a tu vida, y la vida te sonreirá.

Soy un hada feliz. Se nota en mis ojos. Vine con alegría a este mundo, y me traje el abono del agradecimiento para hacer fructificar las semillas de cariño que en el huerto de mi alma plantase a lo largo de mis días terrenos. Soy afortunhada, con H de hada. Me siento una privilegiada del universo. Ahora bien, ninguno de nosotros podemos ser felices aquí en la Tierra si no aprendemos a ser agradecidos y a disfrutar de los regalos que la Vida nos ofrece.

Nací entre los de mi manhada de alma. Me gusta compartirlo con todo el que lee mis libros. Mis padres, en esta vida, o sea, mi «aeropuerto humano», y mi familia, son lo mejor que me ha pasado. La luz que me envuelve es mágica, porque ellos me han dado el regalo más inmenso que otro ser humano puede hacernos: el AMOR. Sin amor nada sirve. El dinero sin amor es papel mojado, inútil. Un buen día, dejaremos la Tierra, y todo lo material se quedará aquí. Mucha gente se pelea con sus hermanos, los odia, y todo por el dinero. Afortunada yo que tengo unos hermanos (Sergio y Mariola), que son de mi manhada: hemos aprendido, un conocimiento inculcado por nuestros padres y abuelos, que el dinero va y viene por la vida: por eso valen más las personas que los bienes. Mi madre Rosita es mi portadora de visión. Mi padre, Eliseo, me ha enseñado muchas cosas, entre ellas a no anteponer ganar dinero a la familia, o a disfrutar de la vida (se requiere mucha sabiduría y desapego, o sea, ser un alma vieja, para proceder así).

Si confiamos, nunca nos faltará de nada, pues Dios cuida de los suyos. Créelo.

El dinero paga facturas, nada más. El amor, en cambio, sana las heridas del alma.

Dedico también este libro a mi familia terrena de almas gemelas. Entre ellas, a mi sobrino Alejandro Solaz Forner (al que le encanta verse dedicado en mis libros), y a mi sobrina Yaiza Solaz Forner (a quien también le gusta encontrarse entre las dedichadas con H de hada), y a mi beau frère Fernando. A mis maravillosos abuelos Viçent y María Rosetta, que me legaron a mi madre Rosita. A mi padrino Viçentet. A mi mágica abuela Lola García Adsuara, de quien heredé temperamento y por hacer de aeropuerto humano de mi padre Eliseo (el caballero de tez egipcia, en mi libro Alas de luz). A todas las mujeres de mi familia que me han precedido porque de ellas surge la fuerza de lo femenino, al igual que la fuerza de lo masculino surge de los hombres que me precedieron en mi familia, en especial, de mi abuelo Viçent, un adelantado a su época.

A mi amiga del alma Alicia Monsonís Oliver. A Ingrid Weiner, que ya no está aquí. A todas esas personas que me obsequian con su amistad en la Tierra, y con quienes se tejen hilos de relación a nivel de alma.

A mi amiga Esther Escoriza, que fue mi maravillosa editora en Zenith.

A mi actual editora, maravillosa persona, Anna Periago.

A Clara Sabrià Miracle, la supereditora que desde hace tiempo tengo en RBA, a quien agradezco su sensatez, saber hacer y cariño.

A Merche Sansegundo Bello, que ha sido encarghada (con H de hada) de redactar el contrato, por su simpatía y amabilidad.

A Irene Villa, a quien agradezco con toda mi alma que admire mi trabajo y mi persona, y que me haya dedicado el prólogo. Porque la admiración es mutua, al igual que el cariño.

A María Jesús González, madre de Irene, maravilloso ser humano, y amiga.

A mi hadamigo (o sea, hado y amigo) Íñigo Sota, escritor y periodista con quien comparto magia desde hace años. Me encanta como escribe, y la inteligencia con que lo hace.

A mi amiga Pilar Vidal, cuyos diseños maravillosos animo a lucir (para muestra, el que luzco yo): www.pilarvidal.com.

A todo el equipo de RBA, porque son maravillosos.

Y, cómo no, a todos los lectores y lectoras que hacen posible la magia de que me sigan publicando libros, pues ellos esparcen mi magia y hacen que se renueve cada día.

Gracias hadadas