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El problema del porno CAPÍTULO UNO

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La pornografía siempre ha estado ahí de una forma u otra; se han encontrado representaciones eróticas en el arte y la escultura de prácticamente toda cultura antigua. En algunas épocas y culturas, estas han sido aceptadas, accesibles y usadas de forma generalizada. Otras veces han sido reprimidas, incluso prohibidas por la ley, manteniéndolas en clandestinidad. Sin embargo, en los últimos 20 años ha ocurrido algo tremendamente drástico. Hemos vivido un auge monumental del porno, avivado por el “motor de la triple A” del cibersexo: Accesibilidad, Asequibilidad y Anonimato1.

Cuando yo era adolescente, para acceder al porno tenías que arriesgarte a pasar la vergüenza de que te viesen intentando llegar al estante más alto del mostrador de revistas, que probablemente era demasiado alto para ti, de todos modos. Además, tenías que rascarte el bolsillo y soltar bastante dinero. ¡Qué distinto es hoy en día! Ahora hay un anonimato absoluto. En la privacidad de tu casa, donde quiera que tengas un portátil o teléfono móvil, tienes porno a tu alcance y gratis.

Gran cantidad de gente lo consume. Nielsen, la prestigiosa compañía global de gestión de información, aseguró que alrededor de 60 millones de personas —más de un cuarto de los usuarios de internet estadounidenses— accedieron a una página web pornográfica durante un mes en 20102. En caso de que te creas el mito de que los consumidores de porno son prácticamente solo hombres, la misma compañía reveló en uno de sus estudios que un tercio de las personas que visitan páginas porno son mujeres3.

Las imágenes online no son en absoluto la única forma de pornografía que se consume. La ficción erótica es también fácilmente accesible, tanto en internet como en papel. Esta última se ha convertido ya en tendencia, como se ha podido ver con el éxito extraordinario que tuvo la novela Cincuenta sombras de Grey: en junio de 2015 ya se habían vendido 125 millones de copias en solo cuatro años. Las descripciones verbales, junto con las imágenes que vemos, se unen para alimentar las fantasías que nos creamos. A veces, el porno más impactante es aquel que nos imaginamos en nuestras mentes.

TOMANDO LA PERSPECTIVA CORRECTA

Si te tomas a Jesús en serio, ya habrás podido sospechar que ver y leer porno, o elaborarlo mentalmente en nuestra imaginación, es algo que no concuerda con sus enseñanzas. El dijo: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón” (Mateo 5:28).

Aun así, los cristianos no somos los únicos preocupados por el tsunami de pornografía que ha sacudido nuestra sociedad en los últimos años. Comentaristas sociales, profesionales médicos e individuos afectados señalan el impacto negativo que está teniendo, por ejemplo, sobre la imagen del cuerpo, la salud relacional y el desarrollo de la sexualidad en adolescentes. Solo el tiempo dirá qué consecuencias reales tendrá. Un escritor comenta:

No me sorprendería que nos convirtiésemos en una cultura con menos intimidad. Tal vez ni importa que algunas personas tengan problemas para intimar o conectar, porque habrá algún dispositivo robótico para suplir sus necesidades […] No tenemos ni idea de lo que esto supondrá de aquí a veinte años. Estamos en una fase evolutiva. Algunos de nosotros evolucionaremos y nos desarrollaremos en este nuevo entorno que hemos creado y otros no. Es el experimento social más grande que jamás hayamos experimentado.4

MÁS CERCA DE CASA

Sé que muchos de los que lean estas palabras no necesitan convencerse de que el porno está mal. Tal vez seas un cristiano que ama a Jesucristo, que quiere vivir para agradarle y sabe que eso implica mantener tu corazón puro sexualmente, pero eres consciente de que no ha sido así. No estás solo, pues es una realidad para todos nosotros, incluso para mí. Soy alguien sexualmente roto escribiendo a otros sexualmente rotos. No hemos dado la talla, pero la forma en la que hayamos fallado a nivel sexual puede variar. No todos los que lean este libro tendrán problemas con el porno, pero muchos seguramente sí; puede que incluso tú.

El consumo del porno suele ser algo privado y, por lo tanto, oculto a los demás. Esto puede llevar a un profundo sentimiento de culpa y vergüenza, que hace a muchos sentirse solos y apartados. A lo mejor te sientes identificado con esto. Te sientes mal por lo que has hecho y sigues haciendo, pero no te ves capaz de hablar de ello con otras personas. Puede que hasta sientas que no puedes sincerarte con Dios, por lo que se crea también una distancia dañina en tu relación con Él.

Este sentimiento de culpa afecta a ambos sexos, pero puede ser particularmente problemático para las mujeres. Si alguna vez se mencionan el porno, la fantasía sexual y la masturbación en los círculos de las iglesias —que apenas se hace— normalmente se da por hecho que solamente suponen un problema para los hombres. Eso hace que muchas de las mujeres que enfrentan esta lucha tiendan a guardárselo para sí mismas aún más. La gente casada puede verse especialmente afectada por esto también, por la creencia errónea de que los consumidores de porno son en su mayoría solteros. El resultado es que estas personas pueden sentirse demasiado avergonzadas como para compartir con alguien su lucha.

La vergüenza solitaria a menudo lleva al desánimo solitario. Puede que al leer estas palabras ya hayas perdido la esperanza. Sabes que el pecado sexual te aprisiona, pero te sientes incapaz de deshacerte de él. Estoy hablando sobre la pornografía en especial, pero estos mismos principios se pueden aplicar más allá, a todo tipo de pecado sexual o a cualquier pecado en general. Has intentado acabar con ello cientos y miles de veces y no has sido capaz, puede que incluso te hayas dado por vencido ya.

Si queremos ayudar a cristianos que se sienten atrapados por el porno, tenemos que empezar por cambiar la cultura de nuestras iglesias. Necesitamos hablar de estos temas más abiertamente y animar a quienes luchan con esto y les cuesta sincerarse con sus amigos de confianza o pastores. Así, podrán salir de la oscuridad y de las mentiras que los mantienen presos y dirigirse a la luz y la verdad de Cristo que puede hacerles libres.

La Biblia tiene grandes noticias para aquellos que empiezan a sentir que nunca verán la victoria en su lucha contra el porno. El evangelio de Jesús ofrece perdón completo y un nuevo poder, a través del Espíritu Santo, que nos capacita para luchar contra el pecado y crecer en santidad. Vivir sin pornografía es posible de verdad. Jesús es realista en cuanto al poder que el pecado ejerce sobre nosotros, pero también tiene un mensaje de esperanza gloriosa para nosotros, no importa cuán bajo hayamos caído:

Todo el que peca es esclavo del pecado [... pero] si el Hijo os libera, seréis verdaderamente libres.

Juan 8:34, 36

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