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ОглавлениеHIDRÁULICA CAMPESINA ANTERIOR A LA GENERALIZACIÓN DEL DOMINIO FEUDAL. CASOS EN CATALUÑA
Helena Kirchner Universitat Autónoma de Barcelona
Sólo en contadas ocasiones ha sido aplicado el método de la «arqueología hidráulica» (Kirchner y Navarro, 1993) al estudio de espacios irrigados y su gestión en sociedades feudales. Para al-Andalus, en cambio, la investigación llevada a cabo desde los años ochenta1 ha permitido crear un conjunto empírico de alrededor de 160 sistemas hidráulicos estudiados, principalmente en las Islas Baleares y en el País Valenciano. Recientemente, este corpus ha sido analizado estadísticamente por E. Sitjes en dos de sus aspectos más significativos: la morfología de los espacios irrigados y sus tamaños (Sitjes, 2006). Contamos, pues, con una tipología de sistemas hidráulicos bien definida (Glick y Kirchner, 2000; Kirchner, 2009) y conocemos con precisión los rangos de sus tamaños. Nada parecido puede hacerse, todavía, con los sistemas hidráulicos de las sociedades feudales. Para al-Andalus, además, sabemos que un sistema hidráulico consiste sobre todo en la creación de un espacio irrigable, donde la articulación entre el punto de captación, el trazado de las acequias y el emplazamiento y morfología de las parcelas constituye su estructura básica. Los molinos integrados en el sistema hidráulico, cuando los hay, tienen una presencia claramente subsidiaria a la irrigación (Kirchner, 2011).
En la llamada hidráulica feudal, al menos para Cataluña, no se ha avanzado mucho respecto a las propuestas formuladas en 1988 por M. Barceló2 y R. Martí (1988a). En aquel momento, a partir de escasos indicios, se consideró que la hidráulica feudal privilegiaba los molinos, que los sistemas hidráulicos se construían principalmente con el objetivo de alimentar con agua los molinos. Además, en aquellos textos, se asumía que existía una hidráulica feudal que, por su complejidad y eficacia y gracias al dominio de los señores que la imponían, vendría a sustituir una imprecisa, escasa y simple hidráulica campesina. Esta idea aparece, también, en numerosos estudios realizados a partir de documentación escrita rígidamente condicionados por la historiografía del «crecimiento agrícola» altomedieval3 y por las propuestas, más lejanas, de M. Bloch (1936) sobre la difusión del molino (Barceló, 2004). El factor determinante de la atribución confusa a los feudales de la difusión de la tecnología hidráulica ha sido, justamente, el molino, al ser considerado como un indicador del «crecimiento agrícola» de la Alta Edad Media. El problema de establecer la cronología y autoría de la difusión de los molinos hidráulicos sigue sin tener una solución clara, aunque la sucesión propuesta, a menudo, de los más rudimentarios molinos de rueda horizontal a los más complejos y por ello asociados a la clase señorial feudal, no tiene ya mucho sentido a raíz de los hallazgos arqueológicos en Irlanda, Inglaterra y Francia, que datan de los siglos vii y viii (Barceló, 2004: 261, 263, 264; Wikander, 2000).
Algunos investigadores ya han advertido de que la emergencia en la documentación escrita de los molinos no fecha su construcción ni identifica, por aparecer en manos de un monasterio, a los constructores en lugares muy diversos como la Renania o el Languedoc (Lohrman, 2002: 78; Durand, 2002: 37-39). Según estos autores, en el siglo viii existen ya estructuras hidráulicas con molinos bien consolidadas. También los hallazgos arqueológicos franceses, aunque escasos, vienen a confirmar esta cronología (Durand, 2002: 45; Bernard, 1998). En el caso del monasterio de Cluny, por ejemplo, según G. Rollier (1998), los habitantes de la antigua villa de Cluny ya poseían algún tipo de sistema hidráulico y molinos que aparecen documentados entre los años 893 y 910, antes de la creación del monasterio, aunque no han sido localizados.4 En cambio, el análisis que hace E. Champion (1996) de los polípticos carolingios llega a la conclusión de que, entre el Loira y el Rhin, la difusión se produce fundamentalmente en época carolingia, puesto que el emplazamiento de los monasterios y de las villae no responde a criterios hidráulicos, y ello significaría que las villae existían antes de los molinos. Sin embargo, también hace notar que los diplomas del siglo ix se refieren a menudo a donaciones que incluyen molinos formando parte de una villa y, por tanto, su construcción no habría sido siempre promovida por los señores de estas villae. Así, dicho autor establece que los molinos pueden tener «un doble origen, el de la adquisición o la construcción». Habría que ver, pues, qué villae tienen molinos y cuáles no y por qué razones, y qué infraestructuras hidráulicas promueven directamente los monasterios y cuáles son el resultado de adquisiciones.
Con posterioridad, los monasterios cistercienses, estudiados por P. Benoit y K. Berthier (1998) y C. Raynaud y M. Wahout (1998), se aprovechan de unos sistemas hidráulicos y molinos construidos previamente a su implantación y que reciben como donaciones. Pocos son los molinos cuya construcción es promovida directamente por los monjes. Para M. Arnoux (2009: 715-716), entre los siglos x y xi se produce una saturación de instalaciones de molinos en los cursos de agua, forzando, a partir de este momento, a crecer en los mismos emplazamientos, substituyendo molinos abandonados o agrupando en los mismos lugares varios molinos.
La cuestión de la identificación de los constructores de los molinos está estrechamente relacionada con el problema de establecer la cronología de su construcción. En Irlanda, algunos molinos han sido asociados a establecimientos monásticos y existe documentación escrita que alude a constructores especializados (Rynne, 2000). M. Barceló señaló el hecho de que no está claro cómo estos especialistas en la construcción de molinos eran reclutados y por quién. Dicho autor enunció con claridad el núcleo del problema insistiendo en la necesidad de saber cómo se desarrollan los conocimientos técnicos de la construcción de molinos y a demanda de qué sectores sociales (Barceló, 2004: 265).5
En Francia, la construcción del molino carolingio de Belle-Église (Oise) (Bernard, 1998) se vincula, aunque de forma algo ambigua, a la «emergencia del sistema señorial, en el cual los grandes eclesiásticos y laicos se dividen el poder de las tierras», y se convierten en «potencias capaces de emprender grandes obras». Es en tiempos de Carlomagno cuando «el dominio de las técnicas parece consolidarse» (p. 78). Sin embargo, las condiciones del hallazgo y excavación de un canal de molino descritas por Bernard no permiten identificar al responsable de la construcción del molino con ningún señor laico o eclesiástico; sí, en cambio, puede asociarse su construcción, datada por dendrocronología en el invierno del 810-811, con un poblado ocupado desde época romana hasta el siglo x.6 A. Durand considera que los responsables de la construcción y difusión de molinos en el Languedoc, que puede empezar a situarse al menos desde finales del siglo vii, son «riches aleutiers», asociados en algunas ocasiones a las futuras familias castrales y responsables del proceso de «encelulamiento» feudal (Durand, 2002: 43-44). De manera muy excepcional, los monasterios benedictinos son responsables de la construcción de los molinos, y los que poseen proceden de las dotaciones a partir de tierras fiscales recibidas de los soberanos carolingios o de donaciones posteriores, mayoritariamente realizadas por este sector alodial «rico» o, rara vez, por familias nobles (Durand, 2002: 42).
En Italia, M. E. Cortese (1997) establece que las primeras menciones ya se encuentran en documentos del siglo viii y se van haciendo cada vez más frecuentes a partir del ix, aunque siempre se trata de molinos asociados a monasterios y obispados. Sólo a partir del siglo xii, las ciudades y sus oligarquías pasan a protagonizar también iniciativas en este sentido. E. Caruso (2004), para la zona de la Romaña, atribuye primero a los benedictinos y después a los cistercienses la principal actividad de construcción de molinos. A partir del siglo ix se incorporan los obispos y a partir del xi, las ciudades. En el Lacio, las primeras menciones se sitúan también en el siglo viii, aunque el grueso de las referencias se sitúa en los siglos xi y xii. El incremento se asocia al aumento de la documentación y al éxito de la difusión (De Francesco, 2009: 292).
Estos estudios, si bien han puesto de relieve la antigüedad de los molinos hidráulicos datándolos en los siglos vii y viii, siguen sin identificar claramente a los responsables de su construcción. Hay que señalar, también, que lo que se tiene en consideración mayoritariamente es el molino y no el sistema hidráulico en su conjunto. El molino hidráulico implica la existencia de una captación de agua, normalmente realizada en un curso estable, y el trazado de una canalización, con la pendiente adecuada para hacer circular el agua que simultáneamente puede servir para irrigar las parcelas que quedan debajo. El recorrido de la canalización viene determinado por la necesidad de conseguir el desnivel necesario para instalar la rampa del molino, si se trata de un molino de rueda horizontal. Si, en cambio, se trata de molinos de rueda vertical accionada por debajo, este desnivel no es necesario y sí, en cambio, un canal con un caudal abundante y una pendiente adecuada. La localización de los molinos no es, pues, azarosa, ni siquiera puede hacerse en cualquier punto adyacente a un curso de agua. Aparecen, además, constantemente asociados a las parcelas que pueden ser irrigadas desde la canalización. La falta de visión de conjunto de los sistemas hidráulicos en estos estudios produce interpretaciones erróneas o dudas que podrían tener una explicación. Así, por poner algún ejemplo, De Francesco no sabe si los molinos del Lacio son de rueda horizontal o vertical (2009: 288), o interpreta que la irregular distribución de los molinos en el territorio se explica por los altos costes de gestión y manutención requeridos por estas estructuras (2009: 294). M. Arnoux no consigue dar una explicación a la constatación de diferencias regionales significativas en Francia, tanto en las cronologías como en las densidades de instalaciones molineras (Arnoux, 2009: 713).
En Cataluña, sólo dos zonas han sido estudiadas siguiendo los métodos de la arqueología hidráulica, el río Aravó y la villa de Puigcerdà (Girona) (Kirchner et al., 2002) y las posesiones del monasterio de Sant Cugat del Vallès en la comarca del Vallès Occidental (Barcelona) (Kirchner, 2006). En cambio, las transformaciones que los feudales catalanes introducen en los espacios irrigados andalusíes conquistados en las Islas Baleares a partir de 1229 (Kirchner, 1995 y 1997; Kirchner, 2003; Batet, 2006), en el País Valenciano (Torró, 2003, 2005 y 2009; Guinot, 2005 y 2007; Furió y Martínez, 2000), en Aragón (Laliena, 1994 y 2008) o en territorio catalán, antes, a partir de mediados del siglo xii (Batet, 2006), han sido mejor estudiadas. En realidad, pues, nadie ha descrito una hidráulica atribuible a los feudales anterior al siglo xii. Estos casos de estudio indican, por ahora, que la actuación de señores feudales eclesiásticos y laicos a partir del siglo x consistió, fundamentalmente, en apropiarse de sis- temas hidráulicos, con y sin molinos, muchos de ellos con espacios irrigados asociados, mediante donaciones, compras y permutas, sin apenas introducir modificaciones o añadir nuevas instalaciones hidráulicas.
LOS SISTEMAS HIDRÁULICOS EN LOS SIGLOS X Y XI EN CATALUÑA.
EL CASO DE SANT CUGAT DEL VALLÈS Y SUS POSESIONES EN EL VALLÈS OCCIDENTAL7
En Cataluña, la emergencia en la documentación de sistemas hidráulicos (espacios irrigados y molinos) sólo se produce cuando estos bienes son objeto de las operaciones de desposesión ejercidas por los feudales laicos y eclesiásticos, a través de donaciones, testamentos, permutas y compras y, a veces, restableciendo un dominio útil a los campesinos a cambio del pago de la renta. Sería el caso del proceso de apropiación feudal de los molinos hidráulicos de origen atribuido a campesinos (Martí, 1988a) y de las insulae fluviales (Martí, 1988b). Las donaciones y ventas de molinos por parte de un grupo de posesores o de fracciones de molino indican la existencia de formas de gestión colectivas (Bonnassie, 1975, I: 461) que son desmanteladas por los señores feudales al instalar molineros de confianza con los que se reparten los beneficios de la moltura (Martí, 1988b). En el mismo sentido se orientan los testimonios documentales en Aragón, donde los molinos empiezan a ser mencionados en el siglo ix, en manos de comunidades campesinas que justo en este momento empiezan a entregar sus bienes a instituciones eclesiásticas y a señores laicos (Ortega, 2008: 92). La demanda de renta impuesta por los señores debió condicionar el uso y la gestión del sistema hidráulico por parte de los campesinos en una medida que por ahora no sabemos percibir en la morfología de los espacios irrigados. Incluso, la apropiación feudal de dichos espacios y sus molinos conducirá, simplemente, a la expulsión de los campesinos, o a impedir que puedan construir nuevos sistemas hidráulicos alternativos. Esta exclusión no pasa, necesariamente, por la creación de monopolios o derechos banales sobre los molinos. Es mucho más sencillo: los sistemas hidráulicos no pueden multiplicarse indefinidamente puesto que no pueden construirse en cualquier sitio escogido al azar y los cursos de agua que lo permiten tienen caudales y, sobre todo, espacios de ribera con pendientes adecuadas limitados.
Un buen ejemplo es el del monasterio de Sant Cugat del Vallès (Kirchner, 2006), que protagoniza a partir del siglo x un proceso de ampliación y ordenamiento de su patrimonio muy característico de las instituciones eclesiásticas en este momento (Bou, 1988; Salrach, 1992; Ruiz, 1995, 1999). Las referencias documentales a irrigación (huertos, vergeles, árboles frutales, parcelas situadas por debajo de canalizaciones, las propias canalizaciones, fuentes, insulae o pozos) son particularmente abundantes. A menudo, estas referencias aparecen asociadas a los molinos, que son mencionados junto a las parcelas irrigadas adyacentes.
A pesar de la intensa urbanización en fechas recientes del Vallès Occidental, comarca donde se ubica el monasterio, ha sido posible identificar en el paisaje actual los lugares objeto del interés de los abades que, a través de donaciones, compras y permutas, van incorporando al dominio del monasterio. Los terrazgos documentados son mayoritariamente espacios irrigados situados en fondos de valle. Se irrigaban mediante derivaciones realizadas en corrientes de agua (Riusec, Riu Major o Riera de Sant Cugat, río Ripoll, Riera de Rubí, torrente de can Ferran y torrente de los Alous) y mediante azudes (resclausa) construidos con materiales poco estables (troncos, piedras, barro, etc.) (figura 1). Los canales así derivados abarcan normalmente un perímetro reducido delimitado por la canalización y el curso natural de agua. Al final del recorrido del canal, cuando este alcanza suficiente desnivel respecto el fondo de valle, solía haber un molino de rampa.8 A la salida del cárcavo, una canalización conducía el agua al río o torrente. La canalización abrazaba, pues, un perímetro irrigable, de llanura aluvial, a menudo incluido en un meandro, de tamaño variable, aunque de dimensiones habitualmente modestas (figura 2).
Se pueden diferenciar diversas áreas donde se construyen espacios agrarios irrigados y molinos hidráulicos: la zona más inmediatamente cercana al emplazamiento del monasterio, en varios torrentes y en la riera de Sant Cugat (Sant Cugat del Vallès); la riera de Rubí (Rubí); el Riu Major o riera de Sant Cugat y el río Riusec (Cerdanyola del Vallès); y el río Ripoll (Ripollet o Palatio Avuzid/ AuzitolAuditolOditlAvozido en la documentación) (figuras 3, 4 y 5). El monasterio se halla situado en un llano entre la riera de Sant Cugat y la de Vullpalleres que desembocan en el río Ripoll y pertenecen a la cuenca del Besós.9 En este lugar se erigió una fortaleza romana en el siglo iv, posiblemente en el mismo solar donde hubo una villa de inicios del Imperio, y donde se han hallado restos de miliarios romanos, uno de ellos con una inscripción que hace referencia a la Vía Augusta. También es el emplazamiento de un aula o iglesia paleocristiana con función funeraria de la segunda mitad del siglo v, que ha sido tradicionalmente relacionada con el culto a san Cucufate mártir y una necrópolis asociada.
Figura 1. Situación de las zonas estudiadas, en torno al monasteriode Sant Cugat del Vallès y en Puigcerdà (Girona)
Figura 2. Reconstrucción hipotética en alzado y en planta del diseñodel sistema hidráulico con molino que se debió construir en los torrenteso ríos del entorno de Sant Cugat del Vallès. Se trata de un croquiscuyas medidas no se ajustan a ningún caso real
Figura 3. Sector de Sant Cugat del Vallès. Espacios irrigados y de prado
Figura 4. Sector de Rubí. Espacios irrigados y molinos
Figura 5. Sector de Cerdanyola y Ripollet. Espacios irrigados y molinos
Este edificio fue objeto de reformas a finales del siglo vi y principios del vii ya entonces utilizado como iglesia.10 La primera noticia escrita de la iglesia o monasterio de Sant Cugat es del año 878, una confirmación de bienes y privilegios otorgada por el rey Luis el Tartamudo al obispo Frodoí de Barcelona, entre los cuales se encuentra la «iglesia de Sant Cugat y Sant Feliu, en el lugar de Octavia, con aprisiones y adyacencias y todas sus pertenencias, las cuales, el abad Ostofred había obtenido por precepto».11 Según D. Miquel, la aprisión que fundamenta el patrimonio original del monasterio debió de producirse entre la conquista franca del 801 y el advenimiento al trono de Carlos el Calvo, en el 839 (Miquel, 2004: 38), aunque argumenta que esta aprisio se hace sobre tierras consideradas fiscales tras dicha conquista que no estaban realmente despobladas. Los primeros documentos conservados del siglo x referentes a donaciones al monasterio indican que los donantes tenían los bienes objeto de donación por herencia o compra, no por aprisio, lo cual indicaría, según este autor, que el establecimiento de esta infraestructura agraria no es inmediatamente anterior a la emergencia documental. A partir del 910, los bienes y derechos vuelven a ser confirmados al abad Donadéu (Miquel, 2004: 40).
El conde Sunyer de Barcelona (910-947) definió los límites del alodio monástico. El documento no se ha conservado pero se conoce su existencia por la referencia que hace de él el precepto del rey Lotario expedido en el 986 (Miquel, 2004: 40). J. Aguelo (1998 y 2001) estableció los límites de este alodio, que se extiende alrededor del emplazamiento del monasterio y que fue objeto de sucesivas ampliaciones.
Por lo tanto, el núcleo central del patrimonio sancugatense estaba constituido por los valles tributarios de la riera de Sant Cugat (o Riu Major en la documentación) en los que se documentan parcelarios de fondo de valle, presumiblemente irrigados en su mayoría y una extensa área de prado, zona húmeda en cuyos márgenes había parcelas cultivadas.12 En toda esta área no existe ni un solo molino en el siglo x ni se construyeron posteriormente (figura 3). Los sistemas hidráulicos con molinos se encuentran en los términos vecinos de Rubí13 y Cerdanyola,14 así como en Ripollet (Palatio Avuzid),15 en cursos de agua más estables (figuras 4 y 5).
Tabla 1. Estimación de las superficies irrigables
Sistema del castillo de Rubí con un molino | 4,2 Ha |
Sistema del molino de la Noguera | 3,5 Ha |
Sistema del molino de los Bessons | 2,4 Ha |
Sistema del molino de Can Calopa | 6,8 Ha |
Sistema del molino de la Via | 0,4 Ha |
Font Calçada | 2,9 Ha |
Campanyà | 2,0 Ha |
Sistemas en la Rambla del Celler | 13 Ha |
Sistemas del torrente de Can Cornellera (Vallseca) | 3,5 Ha |
Sistema del torrente de la Bomba | 0,48 Ha |
Riera de Can Vilallonga | 0,36 Ha |
Sistema del torrente de Ferrusons (Magarola) | 1,1 Ha |
Sistema del molino de Can Fatjó y otras derivaciones | 2,9 Ha |
Sistema de las Feixes | 3,0 Ha |
Sistemas de Saltells, con molinos | 11.2 Ha10,3 Ha17,9 Ha |
Sistemas del Ripoll, con molinos | 53,20 Ha |
TOTAL CALCULADO | 130,14 Ha |
Se han medido las superficies que corresponden a los espacios irrigados identificados sobre la fotografía aérea de 1967. En esta fotografía son claramente visibles algunas de las áreas regadas que aparecen en los documentos a partir de finales del siglo x. Pero solo pueden ser consideradas como cifras orientativas, puesto que los perímetros delimitados en la fotografía aérea no han podido ser prospectados a causa de las profundas modificaciones urbanísticas que los han hecho desaparecer. No se ha podido determinar, pues, qué partes de estos espacios corresponden al diseño original de época medieval. Se trata de los perímetros en funcionamiento a mediados del siglo xx y, sin una prospección arqueológica, es muy difícil determinar qué ampliaciones y modificaciones han podido sufrir. Al tratarse de fondos de valle, es muy probable que las franjas de terreno más próximas a los lechos de los ríos, especialmente en el Ripoll y el Riusec (Ripollet y Cerdanyola), fueran zonas inundables que se dejaban como áreas de prado para pasto. Estas zonas de pasto aparecen en la documentación frecuentemente designadas con el término prat.16
Las 53 Ha del Ripoll representan el 40,8% de la superficie total calculada. Aparentemente, en 1967 esta zona se regaba desde una sola canalización. La documentación del monasterio alude a diversos molinos que debían de encontrarse a lo largo de la canalización.17 Se conoce el emplazamiento de dos de estos molinos, el de Can Rata y el del Ginestar. Ello, junto a la morfología del parcelario de la década de 1960, permite reconstruir el recorrido de la acequia del río Ripoll. Sin embargo, el espacio efectivamente cultivado y regado abarcaba todo el perímetro delimitado por la canalización y por el lecho del río. La franja más próxima al lecho del río permanecía yerma y como prado.
En cuanto a los cultivos realizados en estos espacios es difícil, por la documentación, obtener un registro detallado y completo. Sin embargo, las abundantes referencias a viñas y tierras (el término terra presumiblemente alude a campos de cereal, claramente situados en los espacios irrigados o lindando con torrentes y canalizaciones), indican que cereales y vid eran cultivados preferentemente en zonas irrigables o, al menos, en fondos de valle especialmente húmedos. De hecho, no es posible, a excepción de alguna parcela dispersa, situar fuera de estas zonas parcelarios de secano (Kirchner, 2006). Las menciones de viñas y tierras aparecen, también muy a menudo, asociadas a los huertos o vergeles, a árboles de «géneros diversos» –raramente precisada su especie concreta– y a las canalizaciones de los molinos. Cabe suponer, pues, unos espacios de policultivo, donde se entremezclan espacios de hortaliza, viña, arboricultura y cereal. Su localización, determinada por los cursos de agua, es discontinua en el paisaje y no hay parcelarios de secano extensivos.
Arqueológicamente hay muy poca información que pueda ayudar a reconstruir el elenco de plantas. Sólo la excavación de unos silos amortizados a finales del siglo xii y principios del xiii, situados en la proximidad del molino de Can Fatjó, en el Riu Major (Cerdanyola), ha permitido realizar análisis antraco- lógicos de los restos de carbones, entre los cuales, aunque de forma minoritaria junto a especies características del bosque circundante, aparecen carbones de pomoideae, grupo en el que se incluyen especies como el manzano, el peral o el níspero, y también de ficus carica (higuera) (Ros, 1999). La autora del análisis considera que los carbones hallados son restos de madera utilizada como combustible donde habría, además de maderas de bosque, los restos de la poda de árboles de cultivo.
Según R. Martí (1988b), a partir del siglo xi los únicos constructores de molinos o de canales derivados de cursos estables de agua eran los señores feudales, al menos en Cataluña. P. Bonnassie situaba el momento inicial de construcción de sistemas hidráulicos, por parte de grandes linajes aristocráticos y monasterios, a mediados del siglo x y lo califica de verdadero impulso tecnológico y expansión productiva (1975, I: 462), aunque algunas páginas más adelante atribuye a los esfuerzos campesinos la construcción de canales para la irrigación en los cursos inferiores de los ríos Besós y Llobregat (Barcelona), mientras que la intervención de «poderes públicos» debió de ser más tardía, al menos posterior a la primera mención del «rec comtal» de Barcelona en el 1075. S. Caucanas (1995: 26-28) menciona tres ejemplos de finales del siglo ix y del x y xi de construcciones dirigidas o impulsadas por instituciones religiosas.
Por ahora es difícil evaluar el alcance de esta actividad hidráulica, aunque no parece que suponga la substitución de los sistemas hidráulicos supuestamente campesinos que los feudales se apropian en un principio. Las referencias documentales a concesiones para construir canales y molinos no han sido contrastadas arqueológicamente de forma general. Los abades del monasterio de Sant Cugat, por ejemplo, promovieron sólo la construcción de un molino nuevo en el área estudiada (Kirchner, 2006).18 En cambio, P. Bonnassie (1975: 562) interpreta las referencias a molinos contenidas en los documentos del siglo x como una prueba de la iniciativa de los monasterios, obispos y familias aristocráticas en su construcción.19 Uno de los ejemplos aducidos por Bonnassie, la supuesta construcción del molino en el torrente de Xercavins, no llegó a realizarse. El documento que se refiere a este molino20 es, de hecho, un pleito con Sunifredo, vicario del castillo de Rubí, que pretendía construir un molino nuevo alimentado por las aguas de las fuentes del Xercavins que ya abastecían los molinos del monasterio situados en el río Rubí.21 Seniofredo perdió el pleito. Los molinos de Sant Cugat estaban, efectivamente, en el río Rubí, alimentados por canales de derivación que recibían agua del río, que se nutría de las fuentes de su afluente Xercavins. La prospección y las noticias de restos de molinos en el río Rubí corroboran la descripción del documento. En el torrente de Xercavins no constan restos de ningún molino.
El mismo autor aduce otro ejemplo, en este caso de cómo los aristócratas y monasterios promovían la construcción de molinos. Se trata de un documento según el cual el monasterio de Sant Cugat habría proporcionado la parcela y las aguas para construir un molino y el receptor se compromete a construir el molino y el sistema hidráulico.22 Creo que el documento no debe ser entendido así. El abad Juan otorga una carta precaria a Guitesindo y a su hermana Susana sobre un alodio situado en el río Riusec, en el lugar de Ruginada, que es descrito con toda precisión como una parcela regada con fuentes que surgen en ella y unas casas, acondicionado y cultivado por el propio Guitesindo.23 A cambio, el abad pide el pago de la tasca y la mitad de un molino que Guitesindo construyó en el lugar de Saltells.24 El lugar de Ruginada lindaba con el Riusec y, por tanto, debió de estar cerca del lugar de Saltells, también situado en el fondo de valle del Riusec, pero se trata de dos sitios diferentes. El molino se encontraba en Saltells y había sido construido por Guitesindo. Así, el documento es más bien un buen ejemplo de qué tipo de procedimientos legales utiliza el monasterio para apropiarse de parcelas, espacios regados y molinos fundados anteriormente por grupos probablemente campesinos.
Los ejemplos descritos por S. Caucanas en el Rosselló de iniciativas señoriales en la construcción de sistemas hidráulicos tampoco son concluyentes. El primero es una donación que un matrimonio hace al monasterio de Lagrasse de su villa de Pézilla-la-Rivière, reservándose el dominio útil durante su vida. En la enumeración de bienes que componen esta villa figuran molinos y canales que van desde el pueblo de Pézilla a los territorios de tres asentamientos más. Nada indica, pues, que el monasterio hubiera promovido la construcción de un sistema hidráulico, sino más bien que se apropió de él (Caucanas, 1995: 26). El segundo ejemplo debería ser revisado: en 988, Oliba, conde de Cerdanya, y su esposa dan al monasterio de Sant Miquel de Cuixà la villa de Baho (comprada por los donantes previamente). S. Caucanas dice que «un canal fue construido para alimentar los molinos ya edificados en Baho para permitir la irrigación del terrazgo» y que «el monasterio podrá establecer la presa de aguas en el río Têt, entre el Soler y Millàs, y conducir dicho canal hasta Baho». La explicación es confusa, puesto que si «ya» existen molinos, debe existir necesariamente alguna canalización que los alimente. A lo largo de cincuenta años, el monasterio va haciendo otras adquisiciones por medios diversos, de predios por donde pasaba el canal. S. Caucanas interpreta que el monasterio no lo pudo construir hasta que hubo conseguido asegurarse todo el recorrido (1995: 26-27). Sin embargo, en las reseñas de los documentos menciona referencias al canal ya construido. ¿No podría ser que los abades de dicho monasterio programaran la adquisición de todos los predios por donde ya pasaba el canal, para controlar toda su gestión? En este caso, la construcción de dicho canal no habría sido promovida por el monasterio.
El tercer ejemplo parece ser el único que atestigua la construcción de una canalización por parte de un poder feudal. Se trata de un documento por el cual el abad de Saint André de Sorède autoriza al obispo de Elna a conducir el agua del Tech por las tierras del monasterio hasta Elna (p. 28).
En cualquier caso, S. Caucanas, al fijarse en la condición social de los posesores de los molinos antes de la transacción que comporta la apropiación señorial, concluye que la iniciativa en la construcción de sistemas hidráulicos no es únicamente debida a las familias condales y a los monasterios. Entre los vendedores y donantes figuran abundantes «pequeños aleutiers». S. Caucanas (p. 27), como P. Bonnassie (1975, I: 465), advierten de que monasterios y señores laicos muestran un gran interés por dominar los sistemas hidráulicos en su conjunto, sus molinos, la gestión de los canales y las parcelas irrigables, pero ello no implica, tal como intentan demostrar, que los feudales sean promotores de obras hidráulicas en los siglos x y xi.
Por lo tanto, la aparición documental de estas estructuras hidráulicas corresponde al momento en que los feudales laicos y eclesiásticos se las apropian, y no data el momento de su construcción ni permite deducir que los constructores no sean campesinos. La mayoría de los molinos y sistemas hidráulicos, así como los espacios regados asociados, emergen en la documentación, abruptamente, a partir del siglo ix o x,25 pero el momento de su construcción, probablemente campesina, no tiene por qué ser contemporáneo de las menciones, ni siquiera inmediatamente anterior. Las fechas de los documentos sólo indican que estas infraestructuras ya existían en aquel preciso momento.
En zonas de conquista feudal se constata también la existencia de una estructura agraria campesina consolidada que es objeto de dominio por parte de señores laicos y eclesiásticos. En la zona del Penedès, al sur de Barcelona, donde el conde de Barcelona promueve la conquista y ocupación a partir de finales del siglo x, los señores laicos que colaboran en la expansión y el monasterio de Sant Cugat adquieren dominios donde se incluyen tierras cultivadas, molinos, casas, etc. Aparentemente, los nuevos señores no impulsan transformaciones significativas en esta estructura agraria (Batet, 1996).
La apropiación de estructuras agrarias campesinas, inicialmente concebidas para la supervivencia y convertidas después en fuentes de renta, sigue siendo el procedimiento que caracteriza los centros monásticos más tardíos en las zonas de conquista sobre territorios andalusíes. También, entonces, la construcción de sistemas nuevos es muy esporádica. Es el caso del monasterio de Santes Creus (Tarragona), que, en el siglo xii y en un área de conquista reciente, no impulsó nuevas instalaciones molineras y se limitó a ocupar y, a veces, hacer reconstruir aquellas existentes. El objetivo de este monasterio fue el de acaparar los molinos y no el de crear nuevas instalaciones hidráulicas (Virgili, 1985-1986: 223). Los monasterios de Santa Maria de Poblet, en la Cataluña Nova (Tarragona y Lérida) durante los siglos xi y xii, y el de Santa Maria La Real, en Mallorca, después de la conquista catalana de 1229 (Batet, 2006), actuaron de la misma forma. Asimismo, los señores laicos que, tras la conquista feudal de las Islas Baleares, ya en el siglo xiii, reciben extensos territorios, organizan la ocupación de los espacios irrigados andalusíes sin apenas introducir modificaciones, excepto algún nuevo molino, y mediante nuevos colonos cristianos que pagan renta por las explotaciones que reciben. El objetivo de la ocupación de estos espacios pasa a ser igualmente la percepción de la renta. Para ello se substituyen los variados cultivos andalusíes por especies típicamente feudales, como la viña, y se priorizan los turnos de agua destinados a los molinos hidráulicos. Se subvierte la gestión de los espacios sin casi ninguna modificación de su estructura (Kirchner, 1995 y 1997). Un proceso parecido se ha detectado en Aragón, con la introducción masiva del cereal y la viña en los espacios irrigados después de la conquista (Laliena, 2008: 59). En cambio, en el Sharq al-Andalus la construcción de nuevos sistemas hidráulicos o la ampliación de superficies irrigadas en los intersticios que existían entre los espacios irrigados de las alquerías andalusíes van a ser mucho más contundentes después de la conquista feudal (Torró, 2009; Guinot, 2005 y 2007; Esquilache, 2007). También en Aragón el crecimiento comercial de las ciudades a partir de 1250 conducirá a realizar ampliaciones y construcciones de grandes canales de irrigación (Laliena, 1994, 2008: 62). Está claro que, en el segundo cuarto del siglo xiii, la capacidad de esta sociedad feudal de promover grandes obras hidráulicas y parcelaciones a escalas considerablemente mayores está consolidada.
Los sistemas hidráulicos construidos por señores feudales laicos o eclesiásticos antes de finales del siglo xii son, pues, muy excepcionales. Algunos de ellos, sin embargo, parecen más fruto de obras de reconstrucción o de modificación de instalaciones hidráulicas más antiguas que creaciones ex-novo, como es el caso de los canales condales de Girona y Barcelona. Estos canales podrían tener origen en anteriores canalizaciones romanas, extremo propuesto por algunos autores, pero con escasas pruebas por ahora (Canal et al., 1995; Martí, 1991; Ortí, 1993). En el caso de Girona, ya en el siglo ix, se documentan molinos y canalizaciones en las zonas del recorrido del Rec Comtal, aunque como tal no aparece mencionado antes de principios del siglo xi (1015) (Martí, 1991: 54). Y en el caso de Barcelona, existe alguna referencia documental a un regario en el siglo X, citado por diversos autores (Ortí, 1993: 244, n. 3), que indica la existencia de sistemas hidráulicos ya antes de la primera mención al Rec Comtal, que es de 1075 (Busqueta, 1991: 162-163; Ortí, 1993: 244).
La denominación de condal parece, pues, aplicarse a un sistema hidráulico ya existente. Bonnassie, sin embargo, basándose en el hecho de que las primeras menciones seguras de una acequia con molinos corresponden a la época de Ramon Berenguer I, considera que éste es responsable de la construcción de la canalización y de la mayor parte de los molinos (Bonnassie, 1975: I, 466), ya que «el trabajo que supone sobrepasaba las fuerzas de un individuo o de una familia».
Los estudios mencionados han abordado la cuestión de la construcción de estas canalizaciones sólo a partir de la documentación escrita. Intentar, por tanto, una reconstrucción planimétrica es imprescindible para llegar a comprender cómo se formaron estos sistemas hidráulicos.
SISTEMAS HIDRÁULICOS PROMOVIDOS POR REYES Y GOBIERNOS URBANOS A PARTIR DE FINALES DEL SIGLO XII
Otra cuestión es cómo se organiza la gestión de los grandes sistemas hidráulicos promovidos desde instancias señoriales, reales, o desde gobiernos ciudadanos, a partir de finales del siglo xii y, sobre todo, principios del xiii. Se trata de sistemas hidráulicos que no están necesariamente concebidos como espacios de supervivencia de grupos campesinos. El objetivo de reyes, señores laicos y eclesiásticos era la creación de fuentes de renta. Las concesiones o permisos para construir canales en diversas comunidades de usuarios, villas rurales o ciudades en el Rosselló se dan a cambio del pago de entradas y censos, habitualmente en moneda (Caucanas, 1995: 45-47). Según S. Caucanas estas concesiones respetaban los usos hidráulicos preexistentes y, en consonancia con lo que determinaba la rúbrica 72 Stratae de los Usatges de Barcelona, que determina que las aguas pertenecen a las potestates (príncipe soberano y señores feudales), se deben preservar los derechos de uso ya establecidos de los usuarios de las aguas (p. 47). J. P. Cuvillier (1984: 153) hizo notar que en los siglos xiii y xiv comienza el tiempo de las grandes obras hidráulicas asociadas a nuevas formas de agricultura comercial, que se yuxtaponen a los modelos aldeanos anteriores y constituyen el punto de partida del potencial hidráulico que se desarrolla entre los siglos xvi y xvii. El caso de las ampliaciones y creaciones de nuevos sistemas hidráulicos en el País Valenciano, ya aludido, es ejemplar en este sentido. También C. Orcástegui (1979) constata las primeras concesiones reales y del monasterio de Rueda para construir molinos en el siglo xiii en Aragón, en zonas donde ya existía una infraestructura hidráulica antigua. Por su parte, A. J. Forey (1987) recoge la actividad de los templarios de construcción y administración de canales hidráulicos en el valle del Ebro.
S. Caucanas destaca que a partir de inicios del siglo xiv, en el Rosselló, el rey es el protagonista de la mayor parte de actuaciones, y en este momento se modifican antiguos trazados y se construyen nuevos canales, con el objetivo principal de la irrigación de vastos terrazgos, no sólo el de alimentar molinos. El rey obtiene ingresos por cada concesión de construcción de un canal nuevo y de las cesiones de derechos de uso del agua. Así, en los primeros años del siglo xiv, sólo el rey Jaime ii de Mallorca hace las concesiones para la construcción de canales, revocando las realizadas por monasterios a comunidades de regantes y volviéndolas a realizar en beneficio de la Corona por los pagos exigidos, o bien haciendo concesiones a instituciones religiosas o señores laicos (pp. 48-49). En la segunda mitad del xiv, el rey, entonces Pedro iv de Aragón, procurará recuperar bajo su jurisdicción concesiones y usos de aguas supuestamente usurpados por instituciones eclesiásticas o por comunidades de regantes, cobrando por la restitución de los derechos de uso del agua. Caucanas recoge al menos dos ejemplos de nuevos canales construidos: uno por los habitantes de Elna y sus cónsules, que reciben la autorización del abad de Sant Andreu de Sureda, y otro por parte de los habitantes de Pessillà (Pézilla) y de Cornellà (Corneilla-la-Rivière), así como su preboste con autorización del señor de Millàs (pp. 50-53). A finales del siglo xiv, el rey ya no es contestado en su jurisdicción sobre las aguas, pero empezará a alienar bienes patrimoniales para hacer frente a los crecientes gastos de estado. Una de las estrategias seguidas fue, otra vez, la de cuestionar concesiones y derechos de agua anteriores y solicitar pagos por la restitución de las concesiones (pp. 56-58).
Los casos del Canal Reial de Puigcerdà y del Canal de Manresa, realizados a finales del siglo xii y a mediados del xiv, respectivamente, son buenos ejemplos de sistemas hidráulicos construidos por el rey (el primero) y por la Universitat de Manresa el segundo. En Manresa, bajo iniciativa de su consejo vecinal, se construye una acequia de 20 km para regar una huerta urbana de más de 300 ha (Alabern y Virós, 2002; Piñero, en prensa).
El Canal Reial de Puigcerdà (Pirineo, Girona) fue construido entre finales del siglo xii y principios del xiii en relación con la fundación real de la villa de Puigcerdà (Kirchner et al., 2002). Se trata de un sistema hidráulico concebido para alimentar los molinos harineros y traperos situados en la villa y pertenecientes al rey. Subsidiariamente, permite alimentar una zona de huerta urbana que será objeto, sin embargo, de severas restricciones de uso del agua del canal. El perímetro de tierras que abraza el canal, de unas 600 Ha de superficie, era un espacio expresamente excluido del riego por las disposiciones reales, todavía en el siglo xiv. Este espacio sólo empezará a ser regado a partir del siglo xvii. Por lo tanto, la creación de este sistema hidráulico no conlleva ningún tipo de previsión campesina ni de gestión colectiva, sino que es resultado de un gesto individual de autoridad, real en este caso (figura 6).
Figura 6. Sistemas hidráulicos de Puigcerdà (Girona) (Según Kirchner et al. 2002)
Además, la fundación de la villa y la del sistema hidráulico se hacen en un espacio donde existían otros sistemas hidráulicos de pequeño tamaño, formados a partir de derivaciones realizadas en el río Aravó, que alimentan canales paralelos al curso del río, en cuyo extremo se instala un molino. También existe un pequeño parcelario situado en la vertiente izquierda del río Aravó, que era regado por una canalización procedente del torrente de Bena, afluente del Aravó, por donde desciende el agua de deshielo de la nieve (figura 7). Estos espacios aparecen documentados a partir del siglo x, cuando son dominados por los distintos señores feudales de la zona (Monasterio de Cuixà y obispado de Urgell), pero la fecha de su construcción es probablemente anterior. Su gestión terminará en el siglo xiii, en manos de la oligarquía urbana de Puigcerdà (Kirchner et al., 2002).
Figura 7. Parcelario medieval irrigado por la desviación de aguas de deshielo del torrente de Bena (Enveig, La Cerdanya) (Según Kirchner et al. 2002)
En el ejemplo de Puigcerdà puede verse una secuencia muy completa del proceso de construcción de sistemas hidráulicos:
Existentes en el siglo x | Espacios campesinos de tres tipos:-Sistemas hidráulicos caracterizados por derivaciones de ríos que permiten regar pequeñas superficies y alimentar molinos.-Sistemas realizados a partir de la canalización de aguas de deshielo hacia parcelarios de dimensiones reducidas. -Pequeños huertos adyacentes a las casas agrupadas en pueblos regados a partir de fuentes. |
A partir de finales del siglo x | Apropiación por parte de instituciones religiosas de los sistemas hidráulicos caracterizados por derivaciones de ríos y normalmente con molinos. |
Finales del siglo xii | Construcción por iniciativa real de un sistema hidráulico de gran envergadura: canal de 9 km para conducir el agua a la villa real recién fundada con el objetivo principal de alimentar molinos reales y, secundariamente, alimentar una huerta urbana. |
Siglo xiii | Apropiación por parte de la oligarquía urbana de los sistemas hidráulicos de origen campesino. |
CONCLUSIONES
Los dos casos presentados, el de Sant Cugat y el de Puigcerdà, no pueden, por ahora, constituir una muestra suficiente para proponer conclusiones sobre una «hidráulica feudal» que puedan ser generalizables. Sin embargo, creo que sí permiten plantear algunas cuestiones de relieve que contradicen asunciones hasta ahora poco discutidas y que proceden de la historiografía del «crecimiento agrario medieval» o de la atribución a los señores feudales, laicos o eclesiásticos, de decisivas capacidades constructivas en la difusión de los molinos y, en consecuencia, de los sistemas hidráulicos que los alimentan.26
En primer lugar, existen unos espacios irrigados y molinos, con sus correspondientes sistemas hidráulicos, que aparecen en la documentación en el momento en que los feudales se los apropian. No podemos determinar, por ahora, cuándo ni en qué condiciones son construidos. En el momento de su emergencia documental, en el siglo ix o x, estaban en manos presumiblemente de campesinos y, al menos algunos de los molinos, podrían haber sido gestionados de forma colectiva, algo que vendría indicado por la posesión de fracciones de molino. Se trata mayoritariamente de sistemas hidráulicos basados en la derivación de cursos de agua estables, mediante azudes que canalizan agua hacia una acequia. La acequia suele abastecer un solo molino que se sitúa al final de su recorrido, aunque más excepcionalmente puede haber varios, y permite regar un espacio comprendido entre la acequia y el curso de agua, ocupando, a veces, el interior de un meandro de éste. Se trata, pues, de espacios dotados de estructuras hidráulicas que ocupan fundamentalmente fondos de valle. Además, en las zonas estudiadas, estos espacios son dominantes y no es posible identificar ni en la documentación ni sobre el terreno otros espacios agrícolas, de secano, por ejemplo, que formen parcelarios compactos. Sólo en el área de Sant Cugat del Vallès, en los márgenes de algunas zonas húmedas, se documentan algunas parcelas y posibles canalizaciones de drenaje.
En segundo lugar, desde la segunda mitad del siglo x, estos espacios agrarios ya están globalmente bajo el dominio de clase señorial, que se los ha apropiado y los ha convertido en fuentes de renta sin apenas introducir modificaciones ni construir sistemas hidráulicos nuevos. Sólo esporádicamente se documenta la construcción de nuevos molinos. En este sentido, conviene observar que no pueden construirse molinos de forma indefinida o en un número arbitrariamente decidido. Cada molino requiere una canalización y ésta ha de tener un punto de captación y un recorrido con pendiente para que el agua circule y que, al mismo tiempo, alcance el desnivel necesario para instalar la rampa del molino. ¿Hasta qué punto, pues, cuando el monasterio de Sant Cugat se apropia de los sistemas hidráulicos del Vallès Occidental, quedan tramos de cursos naturales de agua libres y adecuados para construir nuevos sistemas hidráulicos sin destruir o comprometer el funcionamiento de los ya existentes? Recordemos que el abad del monasterio se opone frontalmente a que el vicario del castillo de Rubí construya un molino en el torrente de Xercavins, un afluente de la riera de Rubí. Los molinos del monasterio construidos en sistemas hidráulicos de la riera de Rubí se beneficiaban también del agua que aportaba el Xercavins. Hay, pues, poca «hidráulica feudal». De hecho, y con la evidencia existente hoy, no se puede realmente hablar de una hidráulica promovida por los señores feudales.
Finalmente, algunos de los sistemas hidráulicos supuestamente construidos desde instancias feudales o reales deberían ser escrupulosamente revisados. Hemos visto algunos ejemplos de la zona del Rosselló o Cataluña, donde la iniciativa feudal no queda bien demostrada. Tampoco los recs comtals de Girona y Barcelona parecen construcciones promovidas por los respectivos condes. Es imprescindible, pues, realizar un trabajo de campo arqueológico sistemático para discriminar entre lo que son estructuras hidráulicas construidas o promovidas por los monasterios o señores laicos y las que ya existían y pasan a formar parte de sus patrimonios.
En Sant Cugat, nada parece fundamentar que los numerosos donantes de molinos y espacios irrigados se identifiquen con familias de «ricos campesinos» que vayan a ser responsables del ejercicio de dominios castrales, tal como ocurre en el Languedoc (Durand, 2002: 43-44). No quiero calificarlos de «simples rustici» ni «ricos campesinos». Me inclino por considerar estos donantes o transmisores de estructuras hidráulicas, siendo el molino la más notoria, miembros de comunidades campesinas. Ahora bien, la falta de relieve arqueológico, e incluso de precisión textual, hace que por ahora esta identificación sea sólo genérica.
A partir del siglo x, estos campesinos se ven envueltos en procesos de donación o venta de sus bienes, que son mayoritariamente molinos y parcelas irrigables integrados en sistemas hidráulicos construidos en los fondos de valle. La posibilidad de identificar sobre el terreno los espacios acondicionados para el riego y el cultivo y los emplazamientos de los molinos ha permitido describir un paisaje agrario concentrado en los fondos de valle, cuya ocupación ya es muy intensa en el momento en que los documentamos. En cambio, no existen ni sistemas hidráulicos construidos en vertientes ni una agricultura extensiva de secano que produzca parcelarios compactos fuera de los fondos de valle. Por lo tanto, a pesar de que en el siglo x emerge documentalmente un paisaje agrario que podemos describir como formado por espacios de cultivo regados de fondo de valle, dispuestos, por lo tanto, de forma discontinua en el espacio,27 podemos constatar que estos espacios de fondo de valle están ya prácticamente saturados, que no quedan en ellos intersticios donde desarrollar ampliaciones significativas de los sistemas hidráulicos ni donde crear otros nuevos.
A partir de finales del siglo xii y principios del siglo xiii empiezan a realizarse grandes obras hidráulicas promovidas desde instancias reales o urbanas. El de Puigcerdà es un buen ejemplo de un sistema hidráulico, promovido por un rey, consistente en un canal de largo recorrido (9 km), destinado a alimentar molinos harineros y traperos del rey y, secundariamente, a regar la huerta urbana de la villa real. Esta obra tiene por objetivo generar ingresos, por la gestión de los molinos y por las concesiones de agua de riego. Sin embargo, tuvo que realizarse en un espacio ya colonizado agrícolamente desde antiguo, cuyos pequeños sistemas hidráulicos y molinos de fondo de valle, de probable origen campesino, habían sido apropiados por un monasterio y un obispado, donde «no cabían», pues, más molinos ni canales. La única alternativa era salir del fondo de valle: realizar una gran obra, un canal de 9 km que recorre la vertiente hasta el emplazamiento de la recién fundada villa de Puigcerdà. También el canal de Manresa, de 20 km de recorrido, sale fuera del fondo de valle y se dirige a una huerta urbana que presumiblemente estaba situada en una vertiente. Esta hidráulica, regia, urbana, quizá señorial en algunos casos, como los descritos por S. Caucanas (1995), de gran envergadura a causa de las dimensiones de las estructuras construidas, es, de hecho, marginal. Es resultado de iniciativas tardías en el proceso de ocupación agraria e hidráulica del territorio que, en sus fases más antiguas, había privilegiado los fondos de valle. Éstos se encuentran densamente ocupados cuando a partir de finales del xii se quieren realizar nuevas obras hidráulicas. La gran envergadura de estas nuevas obras se debe a la necesidad de llevar el agua fuera de estos fondos de valle.
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1Dirigida principalmente por Miquel Barceló, desde la Universitat Autónoma de Barcelona. Grupo de Investigación Consolidado (2009 SGR-304) «Arqueologia Agrària de l’Edat Mitjana» (ARAEM).
2Barceló (1988: 230-243).
3Un resumen reciente de las aportaciones bibliográficas del estado de la cuestión en M. Arnoux (2009: 698-703).
4El único sistema hidráulico descrito por este autor es atribuido a los monjes de Cluny.
5«How millwright skills developed and upon whose demand is clearly the crux of the diffusion of the water-mill wich can not be anymore postulated as a sweeping wave of thec- nological innovation» (M. Barceló, 2004: 265).
6Bernard menciona otro hallazgo arqueológico de un canal de molino vinculado a un poblado de idéntica cronología en Les Coutures (Amiens).
7El Museo del Monestir de Sant Cugat financió esta investigación en el 2006.
8En la región sólo se han conservado dos molinos, muy modificados en siglos posteriores, en Ripollet: Molí del Ginestar y Molí de Can Rata. Eran molinos de rampa. Aunque en la documentación no exista una referencia clara a las rampas, la tradición local mantenida hasta la actualidad permite postular este procedimiento de conducir el agua al rodezno. El tipo de canalización descrita en la documentación, las canalizaciones conservadas o la morfología de los parcelarios fosilizados cuando éstas han desaparecido no permiten suponer la instalación de molinos de rueda vertical. Para los diversos procedimientos de conducción del agua al rodezno y tradiciones constructivas, véase Barceló (2004). Este tipo de molino es el habitual en Cataluña y fue descrito hace años por J. Bolós y J. Nuet (1983).
9Para las características geomorfológicas, véase D. Miquel (1999).
10Para los hallazgos arqueológicos, véanse P L. Artigues et al. (1995), P L. Artigues et al. (1997) y E. Riu Barrera (2000).
11«domum Sancti Cucuphatis et Sancti Felicis ad locum Octavianum cum aprisionibus et adiacenciis et omnibus ibidem pertinentibus, sicut Ostofredus abba per perceptum tenuit» (DCB, doc. 3).
12CSCV 182, año 986: tierra situada en Aqualonga que linda con el prado o la vía que va a Canals; cscv 261, año 990: en el prado de Aqualonga, una parellada de tierra; cscv 269, año 991: pieza de tierra con prado en el lugar de Font de Pere en el Prat, Aqualonga. Algunas menciones más tardías aluden incluso a canalizaciones, muy probablemente con función de drenaje: cscv 1073, año 1170, concordia entre Raimon abad y Arbert de Rubí sobre las aguas y zanjas que en tiempo de lluvia pasan de un alodio al otro, en la parroquia de Sant Ciprià d’Aqualonga, en el prado de Sant Cugat llamado Font de Petra.
13CSCV 317, año 996: juicio sobre el predio de los molinos situado en el río Rubí. Sunifred, vicario del castillo de Rubí, pretendía construir un nuevo molino alimentado por las aguas de las fuentes del río Xercavins, y aducía haber desviado estas aguas para regar huertos y alimentar molinos siempre que había querido y según la costumbre. En cambio, el abad Odó y sus testimonios afirman que hacía más de 30 años que estas fuentes y río Xercavins se utilizaban para regar y para la canalización de los molinos del monasterio y habían sido de Godemar, clérigo difunto. Sunifred devolvió las aguas a la potestad del monasterio y admitió su error. Los molinos del monasterio estaban en la riera de Rubí, no en el Xercavins. Sunifred pretendía derivar agua que bajaba por el torrente de Xercavins, afluente de la riera de Rubí. El abad no lo consintió porque quería asegurarse de que el lecho de la riera de Rubí recibía todas las aguas de Xercavins para que a sus molinos situados más abajo (Noguera, Bessons y Calopa) no les faltara agua. cscv 1008, año 1156: el abad Raimon dona a censo medio molino de Ripa situado en el término de Rubí y parroquia de Sant Cugat, a Raimon de Farigola y Bernarda, cum rego et capud rego et glevariis et petris; cscv 1294, año 1219: Sança, hija de Gilabert, difunto, y de Maria Gilaberta, vende al monasterio dos piezas de tierra situadas en el lugar de Alberic, y dos viñas vecinas del molino de Bezonibus.
14Molino en el Riu Major o riera de Sant Cugat (Can Fatjó del Molí): LLBsc 49, año 1150: Donación de Guillem Ramon de Montcada y sus hijos al monasterio de la Gran Selva de un honor en las montañas de Cerdanyola para edificar un monasterio dedicado a la virgen María. Además dona un «campum unum super molendinum Berengarii de Saltels, cum aqua ad rigandum, in loco qui dicitur Rivi Maioris»; LLBsc 59, año 1154: Guillem Ramon, senescal, junto con sus hijos, dona al monasterio de Valldaura un molino: «illum nostrum molendinum, cum suo rego et caput rego et ipsum resclosar et cum omni suo edificio», en la parroquia de Sant Martí de Cerdanyola, en el Riu Major, que los tenía por permuta con Berenguer de Saltells «qui hedificavit supradictum molendinum». LLBsc 213, año 1179: el obispo de Barcelona realiza una permuta con el monasterio de Santes Creus y recibe «ipsum molendinum cum orto et fexa, quod est in termino de Cerdanola in rivo maiori, cum ingres- sibus et egressibus suis, cum arboribus diversi generis, cum rego et capud rego, cum glebariis et cum aquarum ductibus et reductibus et cum omnibus ad ipsum molendinum pertinen- tibus», tal como consta en el documento de donación que realizó Guillem Raimon, senescal, al monasterio de Santes Creus. Cerca de este molino apareció, en 1989, una agrupación de cuatro silos amortizados a finales del siglo XII, principios del xiii (Francès et al., 1999).
El molino de las Feixes era un molino diferente del anterior, situado en el mismo Riu Major aguas abajo: cscv 792, año 1107: Provencia donó a su hija y luego al monasterio el manso con molino de las Feixes en Sant Iscle de Cerdanyola; cscv 822, año 1114: Beren- guer Raimon de Montcada entrega después de una sentencia al monasterio el manso, alodio y molino de las Feixes.
En el Riusec: cscv 160, año 984: Carta precaria otorgada por el abad a Guitensindo y Susana por un alodio en el Riusec, en el lugar de Ruginada, consistente en casas con una parellada de tierra con árboles, un huerto con fuentes, a cambio de la mitad de un molino en el lugar de Saltells que poseía y había construido Guitesindo; cscv 222, año 988: alodio en Riusec y Saltells, término de Palatio Audito, que Beliardis y sus hijos donan al monasterio, lindaba con el molinare de Ermengarda y con el Riusec. cscv 225, año 988: Seniofredo vende al monasterio una tierra con casa, corral, árboles, «cum ortis vel ortalibus, sub reganeis, et molinaribus cum suo rego et capud rego et cum resclosar cursu subtus rego vel discursu». Lindava con el molinar de Ermengarda o en el Ripoll (este) y en el Riusec (sur). cscv doc. 249, año 990: Chixilo dona al monasterio alodios en el lugar de Saltells, Palatio Auzito, en el término y acceso a Cerdanyola: «terris, vineis cum arboribus, casis, solis et superpositis, cum curtibus, molino et molinaribus, cum capud regos atque eorum discusibus, terra rigua vel irrigua, regum et subtus regum, pratis, pascuis, viridicariis cum pomiferis, cultum vel heremum». cscv doc. 996, año 1079: alodio, manso y molinos en Saltells: Ermengod y Arsemis donaron al monasterio un manso en Saltells, parroquia de Palad Odit, con tierras, árboles, «cum mulinis et molendinariis, et cum regis et capud regis et cum illorum hedi- ficiis».
15cscv 161, año 984: Miravulo y sus hermanos permutan con el monasterio las heredades de su molino situado en el Ripoll, al lado de Palatio Avozido, «cum suo rego et caput rego et subtus rego, et cum sua strumenta», con casas y tres sortes de tierra. cscv 185, año 986: Argefred vende al monasterio tierras y porción en el molinar de Palazio Avuzido «us- que in flumine Riopullo: ipsa mea porcione in ipso molinare et in ipso capud rego et subtus rego... cum ipso arboribus et pomiferis». cscv 193, año 987: «terra cum molendinis et regos et caput regos, cum eorum aquis discursibus, et vinea». cscv 218, año 988: Sistemiro entrega al monasterio una casa, un corral y un molino «cum ipso plantario», al lado del Ripoll, que tenía por testamento de su hermano Fredemundo. cscv 229, año 988: Joan dona al monasterio diversos bienes y una porción de molino «iuxta flumen Riopullo sive de ipsos mulinares, cum suis caput aquis et suos regos et subtus regos et illorum discursibus, id est, ipsum tercium». cscv 234, año 989: Adalaizis permuta con el monasterio un alodio en Palacio Auzito, en el Ripoll: «id est, molinare vel molinares, regos et capud regos cum illorum discursibus et subtus regos, cum arboribus et fructiferis seu arundinetis, pratis, et casis, et curtis». cscv 357, año 1001: Los hermanos Audegari y Longobard donan al monasterio de Sant Cugat unos molinos y tierra en Palacio Avuzid, «iusta flumine Riopullo». cscv 375, año 1002: Rigoaldo, levita, permuta con el monasterio la cuarta parte de un molinario, por un huerto con pozo y otras cosas: «id est, ipsa quarta parte cum suo integro exio, cum rego et capud rego et subtus rego, e in alio loco pecia una de terra». La pieza de tierra linda al sur con el río Ripoll y por el oeste con tierra de Bellito, «vel in predicto rego qui est de predicto mulinario». cscv 881, año 1125: tercera parte de un molino en el río Ripoll.
16CSCV 603, año 1054: «solarium vocatum Archanova» con casas, tierras, emparrados, viñas, árboles, «prata quoque ac pascua pronumque et planum, cum dirivacionibus aquarum », en el Ripoll y hasta el río de Saltells, lindando con ambos. El predio se sitúa, pues, poco antes de la desembocadura del Saltells en el Ripoll y entre ambos. cscv 921, año 1132: manso de Saltells cum aquis et pratis, en la parroquia de san Martí de Cerdanyola; cscv 959, año 1145: Manso de Prat, en la parroquia de san Martí, «ad ipso Prato», linda con torrente.
17Véase n. 14.
18CSCV 674, año 1072: El abad concede a Ermengol Bernat una parcela en el lugar de las Fonts de Berter para construir un molino. Ermengol deberá pagar algunos censos en compensación: «terram nostram propriam ad construendum molendinum cum rego et caput rego et subtus rego et cum alia terra qui est subtus ipso rego».
19«... les canaux de dérivation s’alongent et sont prévus pour alimenter non plus des moulins isolés mais des groupes construits en file. De tels ensembles sont aménagés, entre 980 et 1020 environ, sur la plupart des cours d’eau de la région barcelonaise, particulièrement en Vallès: ainsi sur la riera de Rubí, sur son affluent le Xercavins et surtout sur le río Ripoll, à Sardanyola (sic) et à Reixac» (Bonnassie, 1975, I: 462).
20cscv, I, 317, año 996. Véase nota 14.
21«predicta predia molendina, sita in rivulo vocitato Rio Rubio»; «de decursu aque illa- rum quod iam dictus Sunifredus, extorserat vi et deviarat alias, ubi volens sibi edificare molindina nova ex aqua de ipsas fontes de rivulo que nuncupant Exercavinos, qui semper commixte fuerunt inriguum qui decurrit ad prefata molindina s. Cucufatis tempore oportuno.».
22cscv, I: 160, año 984.
23«Manifestum est enim quia venisti ad nos, et petisti nos alaudem de domum s.Cucuphati per precaria, id est, domos, curte, solos et superpositos, quod tu ipse condirexisti cum tuo avere et arbores quod edificasti, simul cum ipsa parialata I quod in circuitu ipso domo est... Et est ipsum alaude simul cum ipsos domos, et orto cum ispas fontes, qui intus surgunt, in comitatum Brach., in Riosico, ad locum ubi vocant ipsa Ruginada».
24«... et nos recipimus propter hoc medietatem de ipso milino quod tu (por Guitesindo) condiresisti in alaudem de domun s. Cucuphati, in locum que dicunt Saltellos, quod ibidem habebas per tua construccione».
25En la mayoría de los registros documentales, las menciones a molinos son frecuentes desde el siglo ix, pero también las hay ya para el siglo viii (Gautier-Dalché, 1974).
26Véase el análisis realizado por M. Barceló (2004).
27Hace tiempo, J. P. Cuvillier ya se dio cuenta de la característica de la discontinuidad y lo atribuyó, acertadamente, al hecho de que el agua era captada y conducida gracias a la fuerza de la gravedad (Cuvillier, 1984: 148). Este principio fundamental de los sistemas hidráulicos tradicionales (Barceló, 1989) hace que los espacios irrigados tengan límites bien definidos y no puedan ser construidos en cualquier terreno.