Читать книгу Luces y sombras - Abraham Felipe Gallego Jiménez - Страница 8
PRÓLOGO
ОглавлениеHe aceptado el grato encargo de presentar el libro Luces y sombras en los informes contables sobre ambiente y cultura, escrito por los distinguidos colegas.
La lectura de los textos contenidos en este libro ha sido un ejercicio que me ha llenado el espíritu de esperanza en el futuro disciplinar contable y su deber frente a la sociedad y a la naturaleza, pues las juiciosas reflexiones y las retadoras perspectivas que proponen, como alternativas de desarrollo investigativo y de ejercicio profesional, permiten otear un panorama de compromiso con los colectivos sociales en la búsqueda de escenarios de equilibrio y sustentabilidad en los ámbitos ambientales y socio-culturales.
La sociedad humana, en general, atraviesa desde hace más de medio siglo por una etapa de franco y continuo deterioro en sus condiciones de vida, producto del trato irresponsable que se la ha dado a la Tierra, la casa común. El criterio, hasta ahora dominante, de concebir a la naturaleza como un recurso inacabable, resistente al uso y al abuso, nos ha llevado a un estado de crisis de tal magnitud, que su solución es casi imposible, pues el tiempo para encontrarla, asumirla y aplicarla, se está acabando.
¿Cómo fue que llegamos en el mundo a esta situación tan crítica? Creo que para responder esta pregunta hay que retroceder un buen tiempo en la historia de la humanidad, aproximadamente medio milenio, cuando comienza el modelo económico capitalista a dar sus primeros pasos, como alternativa de reemplazo, en Europa, de la estructura feudalista de organización social y productiva. De forma concomitante, se produjeron hechos sin precedentes que afectaron otros territorios del orbe. A grandes saltos, intentaré poner de presente los hitos más importantes, para explicar este devenir humano que actualmente nos llena de incertidumbre y pesimismo, como anuncio del desastre total.
Con el denominado Renacimiento, como alegoría a la salida de una etapa de oscuridad, el volver a nacer, luego de mil años de dominio de un pensamiento retrógrado y fanático, que tiranizó a buena parte del mundo, parecía que vientos de libertad soplaban sobre la población europea, para liberarla de las cadenas de la opresión religiosa. Fueron los mismos religiosos quienes desde los monasterios comenzaron a construir los primeros hitos del renacer de la curiosidad y del conocimiento.
A la par, una nueva visión de los procesos productivos y de comercio estaba germinando en esas tierras, con Venecia, Génova y Pisa como punta de lanza de los reinos más avanzados, cuyas actividades de intercambio, a través de las rutas marítimas y terrestres, estaban transformando el mundo. Esta dinámica va de la mano del surgimiento de una nueva clase social, que va reemplazando al señor feudal, sostenido por los siervos; es la burguesía, denominada así, porque ya no reside en los castillos señoriales, sino en los burgos o villas, y constituye el motor de las nuevas formas productivas y de las actividades económicas y financieras. La nueva dinámica se va conociendo como capitalismo.
Así se van formulando otras maneras de gestionar los negocios y de dar cuenta de estos. El conocimiento, que durante la época medieval se había mantenido en los monasterios, guardianes de valiosas bibliotecas, comienza a salir a la luz.
Las teorías astrofísicas, la alquimia transformada en la química, las matemáticas y la lógica, surgen iluminando las mentes e impulsando los procesos investigativos y de conocimiento, obstaculizados durante tantos siglos de temor y represión a cualquier pensamiento que no fuera una loa a las doctrinas católicas dominantes formuladas desde el Vaticano.
De la mano de las matemáticas se perfecciona la formulación de una propuesta contable, nacida de la práctica comercial veneciana en los s. XIII-XIV, denominada “de partida doble”, que impulsa la nueva estrategia económica, que paulatinamente va permeando las diversas actividades de producción, de intercambio y de dinamismo mercantil. Esta práctica se difunde gracias a las publicaciones De las cuentas y de las escrituras del monje Lucca Paccioli (1494) y Della mercatura et del mercante perfetto del economista Benedetto Cotrugli (escrito en 1458 y publicado en 1573).
Nuevos pensamientos y teorías atrevidas, que contradecían los viejos postulados bíblicos, sobre la conformación del mundo, impulsaron a vigorosos navegantes a probar suerte y aventurarse por el mar-océano, en busca de nuevas rutas para llegar a la India, productora de las anheladas especias, ante la imposibilidad de pasar por Constantinopla, tomada por los otomanos a mediados del s. XV. A finales de este siglo, Colón arriba a Abya-Yala1 (América), creyendo que había llegado a la India.
La actividad económica europea se ve potenciada por el éxito de la empresa colonizadora, cuya acción invasora y arrolladora contra los pueblos originarios del (para los europeos) Nuevo Continente, buscaba en primer término apropiarse de las riquezas de los denominados pueblos salvajes, además de convertirlos a la religión católica, la única religión verdadera, mandato recibido por Colón y sus acompañantes, de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel. Durante los siglos XVI a XVIII, España, y en general Europa, reciben el fruto de la colonización de las ricas tierras americanas, que permite a las monarquías y clases nobles gozar de increíbles comodidades, construir fabulosos palacios y vivir a cuerpo de rey.
Como resultado de este proceso invasor, las costumbres europeas se impusieron en el “Nuevo Continente”, fruto de las estrategias de intervención, violentas y no violentas, generando una nueva cultura, a lo largo de más de tres siglos de ocupación. Cultura, que además de destructora del imaginario de los aborígenes, identificados como salvajes, también impusieron costumbres depredadoras de la naturaleza, desequilibrando la armonía con la que los habitantes de Abya-Yala, habían convivido por milenios en sus territorios comunales.
Imponer en los indígenas el sentido de propiedad de la tierra fue uno de los aspectos más extraños para los pueblos originarios, asunto que hasta nuestros días es odioso para ellos. Tal condición implicaba la introducción de una nueva forma de relación social, que generaría desde ese momento una de las causas más importantes para el desequilibrio social del denominado Nuevo Mundo. Al concebirse la tierra como propiedad privada, el dueño es legalmente reconocido como determinador absoluto del destino de su propiedad. En el caso de Colombia, los indígenas fueron desplazados a la periferia y los colonos, los nuevos propietarios, concentraron bajo sus dominios extensos territorios, que fueron pasando de generación en generación hasta los días de hoy.
El naciente capitalismo llegó con los europeos a Abya-Yala para quedarse. Sin embargo, también se adoptaron rasgos feudales de relación social, que permanecieron por siglos en estas tierras, como el esclavismo o el servilismo. Pero, sin duda las relaciones productivas capitalistas fueron desarrollándose y creciendo en la Colonia, a la saga de los progresos que se vivían en la metrópoli europea. Fruto de esta visión de explotación de los recursos de las nuevas posesiones, los colonos impusieron una actividad de expoliación de las riquezas, con el fin de garantizar los requerimientos de la Corona española. Por más de tres siglos, Europa se financió, en gran medida, con el fruto de la explotación de tales riquezas.
Así, a finales del s. XVIII y principios del s. XIX, los vientos de la Revolución Francesa permearon los idearios de independencia de estos territorios, que aparejados con los de la Revolución Industrial, conformaron nuevas condiciones de vida y de progreso social. El capitalismo va fortaleciéndose en los polos de desarrollo industrial. Europa, con Inglaterra y Alemania a la cabeza, y EE. UU. en América, marcan la pauta y se muestran como el modelo de progreso al que todos los países deben aspirar. Sin embargo, lo que no se muestra es el cómo tales países han llegado al estadio de bienestar que han alcanzado. Lo que se oculta es que el capitalismo ha generado unas relaciones de intercambio productivo absolutamente asimétrico entre los países productores de materias primas y los consumidores de éstas.
Así como en los tiempos coloniales, cuando los recursos de las colonias fluían a las metrópolis, ahora los hidrocarburos (petróleo, carbón, gas, etcétera), los metales valiosos (oro, plata, uranio, cobre, zinc, y demás), los productos agrícolas y otros bienes, fluyen a los centros capitalistas, en condiciones desventajosas para los países de origen. El neocolonialismo impera en las relaciones económicas internacionales. El capitalismo pasó de una etapa que favoreció el desarrollo interno en los países avanzados de Europa, Norteamérica y Asia, después de la revolución industrial, a otras etapas que han significado el atraso, la depredación de sus riquezas naturales y el desequilibrio ambiental.
A fines del s. XIX, se impone por primera vez, en buena parte del mundo, la versión neoclásica de la economía, cuya consecuencia fundamental fue la priorización del crecimiento del capital financiero, lo que generó una dinámica especulativa bursátil que desembocó en la gran crisis de 1929-1933. Esta circunstancia caótica vivida por muchos países, agravada por las consecuencias de dos guerras mundiales, fue parcialmente corregida, desde lo económico con la implantación del modelo proteccionista keynesiano, que produjo la denominada economía del bienestar.
En estos tiempos, a mediados del s. XX, se conforma la primera arquitectura financiera internacional, con la fundación de instituciones de cobertura mundial como el Banco Mundial (Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento), el Fondo Monetario Internacional, el Acuerdo monetario de Breton Woods, entre otras. Esta estructura del manejo de los aspectos financieros internacionales, apoyada por la también recién creada Organización de Naciones Unidas, permite a los países capitalistas poderosos, entre ellos EE. UU., Gran Bretaña, Francia, gestionar el mundo económico.
La economía mundial se recupera al amparo del modelo keynesiano, fundamentalmente los países europeos, soportados por el Plan Marshall. En estos entornos de los países denominados “desarrollados” se impulsa fuertemente el consumismo, que crece aparejado con el crecimiento industrial. Se desarrollan de forma incomparable las grandes corporaciones y el mundo se va convirtiendo en la aldea global. Los países del llamado tercer mundo siguen aportando las materias primas que los desarrollados requieren para satisfacer su vida de confort. Se potencia el capital corporativo y, como consecuencia, el financiero.
Los países socialistas europeos que aparecieron a principios y mediados del s. XX, como consecuencia del alineamiento posterior a la Segunda Guerra Mundial, comienzan a decaer en sus dinámicas socioeconómicas y son absorbidos en su mayoría por la ola de crecimiento de los fuertes entornos capitalistas. Alemania del este es la primera, con la caída del Muro de Berlín en 1989, y luego, el Tratado de Belabezha, de 1991, disuelve la URSS. Como consecuencia de estos procesos socio-políticos y económicos, se termina la Guerra Fría entre EE. UU. y sus aliados, que enfrentaban a la URSS.
Durante la primera mitad del s. XX, las grandes corporaciones establecen sus estrategias a la medida de un mundo convulsionado por dos guerras mundiales, que obligaron a acomodarse más a satisfacer las demandas internas de los países, que al gran comercio global. Proceso diferente fue el desarrollado durante la segunda mitad del siglo, cuando se desarrolla en forma decidida la globalización de los mercados, con el soporte comunicacional de la naciente tecnología de la información y de la comunicación. Sin embargo, a lo largo de todo el siglo, estas poderosas empresas no interrumpieron sus actividades de explotación ventajosa de los recursos, y, como consecuencia, la depredación de los territorios explotados, en los diversos renglones de la actividad económica, por ejemplo, las empresas petroleras, las mineras o las madereras.
Todas estas actividades de las grandes transnacionales contaban con el apoyo de los gobiernos de los países expoliadores sin el conocimiento, o a veces en complicidad de los expoliados. A continuación, se reproduce un diálogo telefónico, entre el presidente de EE. UU., Franklin Delano Roosevelt y el Primer ministro de la Gran Bretaña, Winston Churchill, que parece haber ocurrido un año antes de la finalización de la II Guerra Mundial:
El agosto 8 de 1944 se firmó el Acuerdo Petrolero Angloamericano, que dividía el petróleo de Medio Oriente entre Estados Unidos y Reino Unido. Roosevelt dijo a Churchill: “El petróleo persa... es suyo. Compartiremos el petróleo de Irak y Kuwait. Respecto al de Arabia Saudita, es nuestro”. No obstante, el acuerdo no tuvo en cuenta a la gente de los países involucrados (BBC, iWonder, 2015)2.
En otras ocasiones las empresas multinacionales, EM, expertas en los tipos de contratación para la explotación de las riquezas naturales en países subdesarrollados o periféricos, contaban con el apoyo de las clases dirigentes de esos países, seguramente animados por jugosas comisiones, tal como ocurrió en el pasado reciente, por ejemplo, con el caso Odebrecht.
Los marcos institucionales y legislativos, novatos en el tratamiento de este tipo de compañías, favorecieron una activa participación de la empresa multinacional, en las economías locales. La perspectiva dependentista analizó el papel de la EM como la gran fuente de explotación de recursos naturales de los países del centro a los países de la periferia. En este mismo sentido, consideró a las burguesías anfitrionas como las que institucionalmente posibilitaban la expoliación (Dos Santos, 1973, en Torres, D., 2011)3.
Para la década de 1970, la preocupación ambiental comenzaba a aparecer en las agendas de investigación y de gestión de entidades académicas y gremiales del mundo. Tal como se menciona en la introducción de este libro, el Instituto Tecnológico de Massachusetts elaboró para el Club de Roma, en 1972, un documento titulado “Los límites del crecimiento” (Meadows et al., 1972). La conclusión del informe fue la siguiente: Si el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la Tierra durante los próximos cien años. En 2012 se edita la última edición de Los límites del crecimiento. En esta edición los autores disponen de datos fiables en numerosas áreas (el clima y la biosfera, en particular), según los cuales ya estaríamos en los límites físicos. 2050 es el año límite; después parece que no hay retorno.
A partir de la década de 1980, el sistema económico mundial da un viraje y adopta nuevamente el modelo neoclásico de la economía, tal como había ocurrido un siglo atrás. Las características fácticas del entorno no son las mismas, pero los objetivos son similares, y tienen que ver con la dinamización de la economía que se hallaba estancada por la existencia de las barreras arancelarias y el proteccionismo. Se predica la apertura del mercado, por lo que se estimulan los tratados de libre comercio, se revisa el GATT (OMC), para América se aprueba el Acuerdo de Washington, para el sector financiero se formula el Acuerdo de Basilea, se revisan y emiten los decálogos regulatorios por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, es decir, se construye la Nueva Arquitectura Financiera Internacional, NAFI, que actualmente rige la economía mundial.
Desde los ochenta del siglo XX, el mundo dio un viraje hacia el predominio del capital financiero. El capitalismo financiarizado se instaló en las economías intervenidas por las poderosas instituciones multilaterales de las finanzas, Banco Mundial (BM) y Fondo Monetario Internacional (FMI), apoderándose de buena parte del rendimiento de las actividades productivas y de financiación, para reclamar cada vez mayor proporción de los PIB nacionales y convertirse así en el negocio más rentable que pueda imaginarse en el mundo actual, sin importar de cuál escenario nacional se trate (Álvarez et al., 2020)4.
Las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado marcaron el inicio del montaje estratégico que arrojó el actual escenario que hoy por hoy nos domina y expolia. Gobiernos de países como Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, aliados en su intencionalidad de estimular sus poderosas, pero estancadas economías, y con el propósito de ayudar a sus grandes empresas trasnacionales de la producción de bienes y servicios, llevaron a cabo planes y acciones para reordenar el mundo, mediante diversas medidas (privatización, desregulación interna, eliminación de las barreras arancelarias, estímulo a la desaparición de los regímenes socialistas-comunistas, etcétera), para construir y ampliar el libre mercado, escenario propicio para acrecentar sus tasas de ganancia y los acumulados de riqueza (Álvarez et al., 2020).
Quizás la principal estrategia para posicionar el capital financiero como punta de lanza, la constituyó el impulso de la Nueva Arquitectura Financiera Internacional, NAFI, telaraña intangible que interviene la economía de todos los países y sustrae buena parte de la riqueza producida en los procesos productivos de la economía real y los acumula en beneficio del nuevo capital, el financiarizado, alcanzando exorbitantes tasas de ganancia, mediante la intermediación financiera en los mercados bursátiles (Álvarez et al., 2020).
El resultado de toda esta actividad suprarregulacionista y concentradora de riqueza, ha sido múltiple y complejo.
De una parte, se han producido diversas crisis, a saber: la de finales de los noventa, caracterizada por la contabilidad creativa de grandes corporaciones, lo que afectó a los mercados bursátiles, llevando a la quiebra a grandes compañías como World Com, Enron, Tyco, Global Crossing, Parmalat, entre otras, y que arrastró a la auditora Arthur Andersen; la de 2008-2009, denominada de las “hipotecas sub-prime”, que afectó notablemente la economía de EE. UU.; la crisis europea de la segunda década del s. XXI, que afectó las economías de España, Grecia, Islandia, Irlanda, Italia, la cual aún no se ha podido superar plenamente.
De otra, ha estimulado la concentración de riqueza en los ámbitos financieros dominantes en el mundo, lo que ha traído como consecuencia el incremento de la pobreza en muchos países del llamado tercer mundo, lo que ha estimulado las migraciones, el racismo, la desprotección en salud, en educación, en vivienda, de multitudes.
Ante el evidente cambio climático, global, exponencial y persistente, que para revertirlo habría que emplear varias décadas, si se diera una drástica transformación en las formas de vida, la dinámica de la humanidad consumista y depredadora de la naturaleza, fundamentalmente en los países del primer mundo, continúa impávida. Desde 1992, la ONU ha convocado a quince cumbres climáticas, sin resultado positivo. Se han aprobado regulaciones para exigir que las empresas ajusten sus actividades a estándares protectores del medio ambiente, como las normas GRI o las ISO, cuya vigencia cumple tres décadas, también con resultados inocuos.
El control cada vez mayor del capital financiarizado en las grandes empresas productivas también ha influenciado su actuar en el plano transnacional, en la búsqueda de recursos y mercados explotables en los diferentes ramos de la economía, agrícola, industrial, minero y de servicios, lo que ha exacerbado los procesos de intervención en países susceptibles de ser aprovechados por sus riquezas naturales o socioculturales. Las grandes compañías transnacionales petroleras y mineras, las madereras, las hoteleras, las de comunicaciones, las industriales, las constructoras, las grandes superficies del comercio, etcétera, extienden su actividad y ejercen su poder para acceder a los preciados recursos o extender sus mercados, sin importar los atropellos a derechos poblacionales o al ambiente natural, pues lo que interesa es la rentabilidad y la reproducción del capital corporativo y financiero.
El modelo capitalista, con sus diversos ajustes y reformas, en los cinco siglos de vigencia, nos ha traído a este escenario de crisis y debacle. La humanidad debe reflexionar frente a esta realidad y construir una nueva ruta para transitar, si se quiere permanecer en la casa común, en nuestra Tierra. Hasta ahora y luego de la formulación de la partida doble, la contabilidad ha estado al servicio del capital, ignorando otros aspectos del cuidado de la riqueza patrimonial, que es su auténtico deber ser. Ha llegado la hora para que la contabilidad cumpla con su misión, la de informar, controlar y salvaguardar el patrimonio social.
Aunque el tiempo que nos resta es ya muy corto, de cumplirse las predicciones de los investigadores del MIT (Massachusetts Institute of Technology), existe una consciencia naciente sobre la importancia del cuidado de la naturaleza y de la responsabilidad socio ambiental. Y, en particular, la contabilidad ha comenzado a dar sus primeros pasos en la construcción del nuevo camino. Ruta que puede verse afectada por las circunstancias extrañas a las que, todos los habitantes del mundo nos hemos visto sometidos por la pandemia del COVID-19, que nos ha obligado a refugiarnos en nuestros hogares y que, por ahora, desconocemos la magnitud de su trascendencia para el futuro. Sin embargo, sí podemos afirmar que las falencias provocadas por este injusto e irracional sistema económico dominante ha acusado sus falencias y desproporcionalidades, mostrando su debilidad para enfrentar los requerimientos de esta crisis, que incrementa las suyas propias, de forma alarmante.
Hay que advertir que el dominio del modelo financiarizado ha permeado los diferentes entornos regulatorios, y más, cuando se trata de países sometidos, mediante “acuerdos”, como el de Washington, o el de Basilea, que Colombia cumple, sin importar las condiciones y consecuencias, en lo económico, ambiental y social. Fruto de esas directrices, la regulación contable está absolutamente permeada de orientaciones que sirven al gran capital financiero y al interés de los países dominantes y de las grandes corporaciones transnacionales. Las NIIF, las NICSP-IPSAS, las Cuentas Nacionales, con sus Cuentas Satélites, y la regulación para el sector financiero, están formuladas bajo el mismo guion, fruto de la aplicación conceptual del modelo económico neoclásico dominante.
Además de denunciar estos modelos regulatorios que maniatan a la disciplina y a la profesión para comprometerse con su auténtico deber ser social, debemos aunar nuestras fuerzas para sumar a las ya existentes en pro de construir el camino-solución a este complejo estado del mundo. Un ejemplo de denuncia lo constituye la Encíclica Laudatos Si escrita por el papa Francisco en 2015.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Francisco denuncia una relación directa entre destrucción del medio ambiente, pobreza y explotación económica y advierte que no sirve luchar contra uno de estos tres factores si no se atacan los otros. Al mismo tiempo, alza la voz contra la tecnificación obsesiva y un falso humanismo que, en el fondo, relega a la persona en beneficio de la máquina (Marirrodriga, J., 2015)5.
El presente trabajo, fruto del empeño investigativo de los profesores, nos ofrece reflexiones, inquietudes, cuestionamientos y perspectivas para aportar a la construcción el nuevo rumbo que la disciplina y los contables debemos seguir, en pro de contribuir a recuperar las condiciones adecuadas de vida, basada enel respeto a la naturaleza y en la justicia social.
Por ello, el esfuerzo que debe realizarse dentro de la disciplina y de la profesión contable es arduo y complejo, tanto en lo relacionado con la reconstrucción del saber, como en la estrategia de aplicación, lo que implica el previo convencimiento y apoyo de las estructuras gubernamentales, que bien sabemos, por tradición centenaria, han estado en armonía con los estrados del poder internacional, por encima de las consecuencias que ello pueda acarrear para los intereses de la población colombiana.
Cuando los profesores autores de este trabajo incursionan en la problemática ambiental y social referente a tres municipios de Colombia, evidenciada en la búsqueda contable publicada en los informes anuales, tanto de empresa públicas como privadas de los municipios en cuestión, abordan de forma crítica y constructiva la precaria condición existente en los informes examinados, que responden a la forma típica como se conforman estos documentos, fruto de la aplicación de la normativa existente en el país, que está en concordancia con estándares internacionales contables.
La distancia identificada en este trabajo, entre lo que se informa a los colectivos sociales y lo que debería informarse, es amplia y constituye el motivo de estudio y la base del aporte de la investigación. A partir del juicioso análisis de contenido de los documentos y de las entrevistas realizadas a los funcionarios responsables de la información, los investigadores establecen aciertos y falencias del proceso informativo contable, para construir un conjunto de valiosas reflexiones y propuestas que seguramente estimularán muchos de los avances disciplinares que se requieren para satisfacer las necesidades informativas de los núcleos poblacionales relacionados.
Quiero destacar algunos de los muchos elementos que son dignos de mención, como puntos de apoyo para investigaciones que deben realizarse en el futuro, para llenar los vacíos identificados en la información que debería producir y que actualmente no construye la contabilidad, al estar atada al modelo funcionalista económico-contable-financiero dominante en el mundo.
• Estudiar y comprender la contabilidad como fenómeno social, capaz de dar respuesta a los cambios y a la forma de representación de hechos, que van desde lo económico hasta lo social, lo ético, lo cultural lo ambiental, superando la fraccionalidad técnica en la que por décadas se ha visto la contabilidad (Agudelo Vargas, 2013)
• Construir metodologías y formas de entendimiento diversificadas que adicionen a la tradicional visión financiera de lo contable, aspectos económicos complementarios tanto en unidades físicas como en unidades monetarias que representen de una manera más fiel los aspectos de la realidad que han escapado a esta lógica hegemónica
• Conformar espacios interdisciplinares en los que los contables continúen en la construcción de un marco teórico, instrumentos de medición contable, indicadores biofísicos e interrelación entre la sustentabilidad ambiental, social y económica; y su validación con instituciones públicas, privadas y colectivos sociales, con el propósito de materializar hechos concretos relacionados con la suficiencia de la información desde las dimensiones ambiental y social, complementarias al análisis económico y financiero como perspectivas tradicionales y vigentes de la contaduría pública
• Al considerar a la cultura como una construcción social cambiante, la contabilidad se transforma desde sus modos de producción para que tanto el canal como el mensaje permitan claridad y comprensión. Esto es de interés para la disciplina contable, porque posibilita la ampliación de técnicas contables cualitativas y el fortalecimiento epistemológico con mayor fundamento en las ciencias sociales y de la vida (Vaca López y Ramírez, 2018)
• La investigación amplía la posibilidad de mostrar conforme la polifonía, un sentido armónico de las realidades representadas y representables contablemente a partir de la revisión de los reportes generados en las entidades de interés público en los contextos abordados, que por sus características territoriales generan la necesidad de seguir rutas metodológicas complementarias, que coexisten para dar cuenta de los aspectos ambientales y culturales
• Comprender la contabilidad de manera ampliada permite representar aspectos como la identidad, la cultura, la naturaleza, el ambiente, entre otros, que constituyen riquezas de la humanidad. Está el reto de conceptualizar estas formas de representación y llegar a la instrumentalización acorde con la naturaleza de los hechos; para ello se requiere preparar unidades de valor diferentes a la moneda, unidad de valor social, unidad de valor cultural, unidad de valor ambiental, que alimenten los reportes contables
Por lo demostrado en este trabajo, avizoro para el próximo futuro, de este calificado grupo de investigadores, atrevidas propuestas y prometedoras realizaciones, relativas a la adecuación de los procesos de medición-valoración, que enriquezcan la tradicional base crematística, con unidades de valor físicas y socio-culturales, con las que podamos ofrecer a los diversos usuarios de la información contable una amplia gama de estados e informes, que suplan las falencias actuales y permitan a los responsables de la gestión de la riqueza patrimonial tomar las mejores decisiones en pro de la justicia social y de la sustentabilidad ambiental.
Finalmente, debo manifestar la satisfacción que he sentido al leer el trabajo que va más allá de una inteligente crítica, pues en él se analizan las complejas circunstancias actuales, se proponen diversos y atractivos caminos de solución, que seguramente serán los seguidos por el ejemplar grupo de investigadores, para quienes van mis felicitaciones por el excelente trabajo, con mis mejores deseos para que continúen con la productiva labor creativa.
Harold Álvarez Álvarez
C. P. Docente-Investigador
Pereira, julio de 2020
Fuentes
¿Cómo llegó el petróleo a dominar el mundo? BBC, iWonder https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/04/150331_iwonder_historia_petroleo_finde_dv
Dos Santos, 1973, en Torres, D. 2011. Globalización, empresas multinacionales e historia. https://elpais.com/elpais/2015/06/16/opinion/1434479145_446806.html
Álvarez, H., Bedoya, A. y Franco, D. 2020. Eco-contabilidad, Propuesta para la fundamentación teórica de la T3C. En proceso de publicación.
Marirrodriga, J., 2015 Laudato si: Francisco evoca a Francisco de Asís https://elpais.com/elpais/2015/06/16/opinion/1434479145_446806.html
Meadows et al. (1972). Los límites del crecimiento. http://www.donellameadows.org/wp-content/userfiles/Limits-to-Growth-digital-scan-version.pdf