Читать книгу La vaca y la espinaca - Agustina Lynch - Страница 7

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Como surge del título, este cuento “ayuda” a que los chicos se animen a probar comidas nuevas. Que se animen, al igual que los animales de la granja, a ser valientes y probar lo desconocido.

Aclaro que no soy especialista en nutrición infantil. Soy una simple mamá que intenta que sus hijos coman mejor y que busca ideas para ayudarlos en ese proceso.

Hay un consejo común que fui sacando de los libros que fui leyendo sobre el tema y es que no hay que obligar a los chicos a comer. Eso les puede generar una tensión al momento de la comida que, en muchos casos, hará que les caiga mal o que asocien el acto de comer con algo desagradable.

Pero sepamos que, sin llegar a obligarlos, hay varias cosas que podemos ir haciendo para lograr que prueben nuevas comidas. Sentarnos a comer con ellos (han querido sacarme un poco de mi plato aunque no habían tocado el de ellos). Que nos vean probar cosas nuevas (¡también nosotros tenemos que animarnos!). Alentarlos a que solo prueben una nueva comida, y que después elijan no comerla si no les gustó. Ponerles en su plato, aunque no lo toquen, nuevos sabores y variedad de colores. Ir charlando con ellos de otra cosa a la hora de comer, así la charla no es sobre la comida en sí y entonces no hay tanta presión al respecto. Leerles libros que traten el tema (de esta manera, les vamos inculcando nuevos alimentos, pero de forma más “disimulada”).

Por último: no nos estresemos si no lo logramos. Ya va a llegar el momento en el que incorporen cada vez más alimentos. Centrémonos, mejor, en que la hora de la comida sea, en todo caso, un momento para generarles agradables recuerdos de comer juntos y en familia. Esa enseñanza les queda para toda la vida.


La vaca y la espinaca

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