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SER–SIENDO: FILOSOFÍA DE VIDA PARA PSICÓLOGOS
ОглавлениеAna María León T.*
INTRODUCCIÓN
La práctica docente es una de las más gratas experiencias que he tenido en mi vida. El acceder a la oportunidad de contactarme con tantos seres humanos a la vez y tener la posibilidad de despertar su curiosidad sobre temas que también me interesan es un privilegio. Dentro de esta actividad, que desarrollo por casi una década, he tenido la oportunidad de palpar las virtudes y falencias en la formación de psicólogos clínicos en mi país, en mi ciudad y en mi universidad. En esta oportunidad quisiera compartir con ustedes las reflexiones sobre el posicionamiento teórico y su relevancia en la formación de los psicólogos clínicos, poniendo énfasis en la visión existencial del hecho de tomar una postura teórica como propia y las implicaciones que traería a la vida de cada profesional.
Este capítulo espera aportar en dos espacios: el primero, referido al mundo de la docencia y formación de profesionales, en donde, a mi criterio, es necesario incluir estrategias metodológicas que permitan un proceso de revisión personal y profunda de cada estudiante, favoreciendo su formación general y no centrándonos únicamente en la repetición de contenidos académicos. Y el segundo espacio se refiere a la filosofía de vida como una forma de poner en práctica el SER-SIENDO existencial. Dentro del ejercicio de la psicología es determinante tener un posicionamiento teórico, sin embargo, este por sí solo no garantiza la coherencia entre ser un profesional y ejercer una forma de ver el mundo, por tanto, es necesario que se motive a los y las estudiantes sobre la reflexión y definición de su filosofía de vida.
DESARROLLO
Reconocer los errores no es una debilidad, desde mi punto de vista, es una actitud valiente, debido a que implica reconocer que somos falibles y, como tales, tenemos la fortaleza de sabernos con errores que podremos enmendar. Esta visión la considero válida tanto en lo personal como en lo institucional. Respecto a la Psicoterapia Existencial, en el pénsum de estudios actual de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Central del Ecuador no existe ninguna cátedra que aborde esta postura teórica; por lo que sentí que era mi obligación moral el hacerles conocer a los estudiantes que existen otras maneras de ver al ser humano a más del psicoanálisis y la cognitiva - conductual.
Tengo a mi cargo, principalmente, las cátedras de Psicología de la Personalidad y de Asesoramiento Psicológico correspondientes a niveles básicos de formación del psicólogo clínico, donde puedo hablar sobre existencialismo, sin adoctrinamientos (aunque pudiera hacerlo), con la intensión de que se comience a conocer esta postura y seducir a mis alumnos con estas nuevas ideas respecto a la psicología. Afortunadamente, tengo una buena acogida en mis estudiantes, he logrado despertar el interés de ellos sobre esta temática y algunos me han sorprendido con sus propias investigaciones respecto a la postura existencial profundizando por su cuenta en la filosofía y fundamentos teóricos de esta visión.
Por mi compromiso con mi profesión y mi actividad como docente observo a los estudiantes en su desenvolvimiento a lo largo de su carrera y he logrado identificar que existe una gran falencia en la formación de psicólogos clínicos, lo que me ha motivado a tratar el tema que quiero compartir con ustedes. He decidido titular estas páginas SER-SIENDO porque considero que guarda estrecha relación con la filosofía de vida, que es mi preocupación principal. El fundamento teórico del SER se basa principalmente en la visión de Heidegger, que nos habla sobre la importancia de la construcción del SER a través del SIENDO, es decir, a través de los comportamientos del sujeto y de su relación permanente con los objetos y la propia experiencia de sí mismo.
Con mis estudiantes realizamos una investigación de campo con el fin de observar el desenvolvimiento de los psicólogos que realizan terapia en la ciudad de Quito. Se entrevistó a 30 profesionales que se encuentran ejerciendo actualmente y que dentro de sus actividades realizan principalmente psicoterapia. Los resultados son preocupantes. El 98% considera que es necesario que el psicólogo clínico tenga una postura teórica definida para realizar su labor profesional; para eso argumentan que es necesario para su trabajo, debido a que es una base teórica para su quehacer profesional en general o para sustentar el uso de una técnica en particular; existe quienes lo relacionan directamente con un aspecto ético y profesional.
Sin embargo, al indagar sobre cuál es su posicionamiento teórico, nos encontramos con que el 33 % afirma que tiene por lo menos dos posturas teóricas porque eso le da mayor posibilidad de trabajo con los pacientes; el 5 % afirma que toma de una y de otra postura según la necesidad del paciente; el 62 % señala que tiene un posicionamiento teórico definido, pero al revisar su forma de contactarse con el paciente y los objetivos de terapia que plantea corresponden a una postura diferente. En conclusión, se determinó que a pesar de que la gran mayoría de profesionales entrevistados reconocen que tener un posicionamiento teórico es importante, un mínimo porcentaje de ellos cumple en su ejercicio profesional con esta característica.
Se evidencia así una grave desconexión entre el Ser y su accionar, entre el definirse como un profesional de la psicología y actuar como tal. Heidegger afirma que los seres humanos son los únicos que tienen la capacidad de preguntarse por el Ser y que este Ser no está limitado al momento presente, está enmarcado en la existencia propiamente dicha, en la conjunción que surge de la proyección desde el pasado hacia el futuro, en esa dinámica de construir planes y tratar de cumplirlos (Lozano, 2004). De ahí la importancia de incluir esta visión de posicionamiento teórico como fundamento del trabajo del profesional de la psicología, para que se construya el Ser Psicólogo a través de una construcción pausada, meditada, criticada y permanente en todo el proceso de formación.
Frente al tema surgen las siguientes interrogantes: ¿es necesario tener un posicionamiento teórico? ¿Qué implica en verdad un posicionamiento teórico? ¿Por qué limitarse solo a una teoría cuando existen tantas y todas son interesantes? ¿Por qué si el ser humano es tan diverso debemos los psicólogos limitarnos a una sola teoría? Muchos de estos cuestionamientos han surgido en el aula universitaria, y tratarlos en clase con los alumnos ha resultado muy enriquecedor.
Trataré de analizar y responder cada una de esas interrogantes. Comencemos definiendo ¿Qué es posicionamiento teórico? Cuando se revisa un libro sobre corrientes psicológicas o sobre teorías de la personalidad, nos encontramos con diferentes escuelas o pensamientos psicológicos. Cada uno de ellos trata sobre el ser humano y sus problemas fundamentales y cada corriente psicológica entiende al ser humano y su psicología de una manera específica, lo que permite un análisis de la necesidad de un posicionamiento teórico en los y las estudiantes.
Al revisar la historia, la psicología surge como el estudio del alma. Aristóteles se centra en tratar de entender o explicar el comportamiento y pensamiento humano tomando como cuestiones básicas de la psicología la personalidad y su determinación biológica o construcción de la experiencia. Por otro lado, señala la capacidad de conocer como propia del ser humano y estudia la diferenciación entre lo innato y lo adquirido. Por su parte, Platón centra sus estudios y análisis sobre el alma inmortal y el conocimiento del ser humano.
Se incluye, además, la visión de Sócrates, quien sostiene que toda persona tiene pleno conocimiento de la verdad última contenida dentro del alma. Señala que solo necesita ser estimulada por reflejos conscientes para darse cuenta de ella, confía en el ser humano y la capacidad que tiene para mirarse y generar su propia reflexión. Crea el diálogo socrático como una forma de acceder a la verdad. En la evolución del pensamiento psicológico se puede identificar que a pesar de seguir hablando de psicología se originan posicionamientos diferentes referentes a qué es lo que estudia y cómo esta ciencia comprende al ser humano.
Surge entonces el estructuralismo, el cual concede el carácter experimental a la psicología. Su objeto de estudio es la experiencia consciente, atendiendo al contenido y estructura de la mente conformada por las imágenes, emociones y sensaciones, básicas para el análisis de pensamientos complejos. Según Titchener, como lo cita Milagros Sáiz Roca (2011) en su libro Historia de la psicología, para el estructuralismo “… la psicología se ocupa de la mente normal, humana, adulta, no es ni la ciencia de la salud mental, ni la de la mejora mental” (Titchener, 1916).
Esta corriente considera su foco de estudio a la conciencia, que en latín significa saber propio o autoconocimiento. Es por ello que concede importante peso a la introspección como método para acceder a los procesos mentales superiores en el individuo, y a la experimentación como método para darles sentido científico a los estudios psicológicos, es decir, estudia los “productos sociales” de los procesos mentales. Se refiere a los elementos más simples de la conciencia, como las sensaciones, imágenes y sentimientos, y estudia la forma en que los elementos actúan entre sí y las leyes que los regulan. Como resultado de estos elementos surgen las ideas, percepciones y emociones.
Otro posicionamiento teórico que surge es el funcionalismo. Su característica es que se opone al estructuralismo por considerarlo impreciso y que los procesos son personales, propios de cada individuo y se caracterizan por estar en constante cambio. Según esta visión de la psicología, su objeto de estudio es el organismo en su totalidad y su relación con el ambiente. Para los funcionalistas, conocer las fases funcional y genética de la conciencia, “… determinar cómo se desarrolla la conciencia y cómo funciona se percibe como más importante que descubrir sus elementos constitutivos” (Angell, 1904). Reconoce la relación mente-cuerpo mutuamente influyente y también considera la relación global de este organismo con el entorno en el que se desarrolla.
Por otro lado, están los planteamientos del psicoanálisis, en el que existe una concepción completamente diferente del ser humano; se lo entiende formado por consciente e inconsciente y los contenidos de este último son tan amplios e insondables que logran determinar el accionar consciente, sin que la persona se dé cuenta de ello. Se establecen estructuras de la personalidad y la dinámica con que estas se relacionan para determinar la conducta de cada ser humano.
Posteriormente surge el conductismo como oposición a los planteamientos expuestos hasta el momento en la psicología. Considera que no se debe poner tanta atención y esfuerzo al estudio del funcionamiento interno de la mente. Para ellos el objeto de estudio de la psicología debe ser la conducta, ya que esa manifestación del ser humano puede ser estudiada de forma objetiva y experimental. La conducta se describe como la relación que existe entre estímulo y respuesta. Esta relación determina el proceso de aprendizaje.
Surge también la Gestalt, visión teórica que se centra en entender el todo más que la suma de sus partes. Para explicarlo se suele utilizar el ejemplo de la melodía, que es una producción total que no se podrá entender como tal si solamente se conoce la producción de cada uno de los instrumentos que se interpretan en ella. Esta teoría se preocupa por la organización perceptual. El individuo percibe, por lo tanto muchas de sus características personales están inmersas en el acto de percibir y en su producto. Se incluye además el pensamiento productivo, como la posibilidad que tiene el ser humano para reconocer y actuar sobre los errores que comete dentro de su proceso de desarrollo o aprendizaje.
Se tiene también el humanismo, con Rogers y Maslow como sus más visibles exponentes. Para estos teóricos es importante retomar la visión de Ser Humano como centro de la psicología. Además de conocer la motivación humana, entender la conexión de la persona consigo misma, con su cuerpo y sus sensaciones. Reconocer sus falencias y motivarse en función de ellas; saberse cambiante y “mejorable”, con dominio sobre sí mismo a pesar de que la sociedad tenga su influencia y que el aspecto biológico intervenga. Esta postura reconoce la soberana libertad que tiene el ser humano sobre sí mismo.
Con esta corriente se inicia también el regresar a ver a la filosofía y a las raíces de la psicología favoreciendo el surgimiento de la visión existencial que retoma los fundamentos filosóficos de la psicología. Se reconoce también que el ser humano es un ser que tiene la capacidad de cuestionarse sobre su vida, su existencia, su ser en el mundo, su sentido, su libertad y, sobre todo, su muerte. Reconoce que la patología es solamente otra forma de estar en el mundo, que no define a la persona, como tampoco lo define el pasado que ha vivido. Manifiesta que el ser humano tiene muchos otros aspectos que lo construyen. Además, valora la co-existencia, es decir, la posibilidad de construir con el otro ese espacio donde vivir en paz. Siente angustia, pero tiene la posibilidad de no negarla (o curarla), sino convertirla en una angustia creadora.
El siguiente cuadro comparativo y esquemático permite mirar gráficamente esta relación entre una teoría y la forma de ver al ser humano:
Teoría | Objeto de estudio | Visión del ser humano |
Filosofía | Alma - Mente | Un Ser que conoce |
Estructuralismo | Experiencia consciente | Un Ser consciente |
Funcionalismo | Organismo y medio ambiente | Organismo complejo y relacional |
Psicoanálisis | Inconsciente | Un Ser instintivo, neurótico |
Conductismo | Conducta observable | Un Ser reactivo |
Gestalt | Organización perceptual | Un Ser perceptivo |
Humanismo | Esencia del ser humano | Un Ser básicamente bueno |
Existencialismo | Cuestiones existenciales | Ser capaz de mirarse y definirse |
Fuente: Elaborado por Anita León Tapia (2018).
Este cuadro es bastante arbitrario, ya que cada una de estas posturas teóricas tiene sus exponentes, autores que aportan con mayores o diferentes detalles dentro de la misma postura teórica general, concediéndole ciertos matices y variando en algunos aspectos la concepción inicial; obviamente, estos matices no están considerados en esta tabla resumen. En el psicoanálisis, por ejemplo, tenemos a Freud, Jung, Adler, Horney; en el conductismo está Pavlov, Skinner, Staats, Bandura; en el humanismo tenemos a Rogers, Maslow, Allport, y en el existencialismo está Yalom, May, Espineli, Van Durzen, entre otros.
Esto nos lleva a responder el siguiente cuestionamiento: ¿Qué implica en verdad un posicionamiento teórico? Como vimos anteriormente, existen grandes corrientes psicológicas que funcionan como un paraguas epistemológico. Constituyen un conjunto de ideas y afirmaciones sobre lo que se entiende del ser humano, su desarrollo psicológico, la evolución normal y patológica, las estrategias de evaluación, diagnóstico y tratamiento que se proponen acordes con esta concepción inicial del ser humano.
Dentro de este gran paraguas de ideas, ordenadas sistemáticamente, existen autores que difieren ligeramente en su pensamiento, pero no en las concepciones básicas. Por lo tanto, surgen líneas de pensamiento diferentes dentro de la misma teoría.
En el psicoanálisis la concepción básica es que el ser humano tiene fuerzas inconscientes que son muy importantes y determinantes en su desarrollo y manifestación, sin embargo, Freud considera que estas fuerzas son básicamente sexuales y deben estar reprimidas. Por su parte, Jung las considera personales y colectivas y que aportan al desarrollo de la personalidad si no se quedan reprimidas. Hace que su planteamiento sobre el desarrollo del ser humano, su personalidad, su forma de evaluar y tratar desde la psicología sea diferente.
Pero existen otros autores que están completamente en desacuerdo sobre esa forma de ver al ser humano; de hecho, los primeros planteamientos teóricos en la psicología surgieron en oposición a los planteamientos ya existentes: funcionalismo en contra de estructuralismo; conductismo en contra de psicoanálisis, y Humanismo en contra de conductismo. No necesariamente porque a los psicólogos les guste estar en contra, sino porque cada psicólogo tenía y tiene una forma específica de ver y entender al ser humano. Por eso surgen las diferentes teorías; porque son diferentes formas de entender al ser humano y su psicología.
Actualmente, esta visión de unas teorías contra otras ya no está vigente, pocos son los autores o profesionales de la psicología que dedican tiempo a señalar o desacreditar a las otras corrientes. En este momento de desarrollo de las ciencias psicológicas los teóricos aceptan que existen otras formas de entender al ser humano tan válidas como la suya e incluso muy relacionadas entre sí. Esto es una ventaja, porque permite acercarnos con honesta curiosidad a conocer más de las otras formas de ver el mundo, y así afirmar o cuestionar la propia.
Entonces, ¿qué es un posicionamiento teórico? Es reconocer en la teoría construida por los grandes autores de la psicología la conexión directa con nuestra forma de ver o entender al ser humano. Siguiendo con la metáfora, es tomar un paraguas (epistemológico) bajo el cual el profesional de la psicología se siente cubierto en su ejercicio, en su SER psicólogo clínico. Esto, aunque suena simple, en mi experiencia con mis alumnos ha resultado mucho más complejo, pues no están acostumbrados a cuestionarse sobre sí mismos y su postura frente a tal o cual tema, al menos dentro del campo epistemológico de la psicología. Pocos son los estudiantes que dedican tiempo adicional para revisar curiosamente qué hay detrás de los conceptos que aprendió en clase, qué tan aplicables son a la vida diaria y cómo se siente aplicándolos.
Heidegger reconoce que el ser humano es el único ente que se pregunta por el Ser, entendiendo que todas las personas tienen la capacidad inherente de cuestionarse sobre sí mismos y lo que son; esto implica que las personas tienen una comprensión previa (aunque no muy clara) de quién son o quién podría llegar a ser; basándome en esta premisa, en mis dos cátedras permanentes sobre Psicología de la Personalidad y Asesoramiento Psicológico procuro exponer a mis alumnos esos cuestionamientos, poner a prueba en la práctica los conceptos aprendidos en cada teoría y los invito a mirarse en esa aplicación, evaluar cómo se sintieron viendo al ser humano desde los preceptos estudiados, incluyendo ese aspecto dentro de la valoración de sus trabajos, no como correcto o incorrecto, solo como presente o ausente.
Los alumnos deben responder en sus reportes: ¿cómo me sentí al aplicar esta teoría de la personalidad? Y, además, deben comparar su desempeño entre las teorías aplicadas. Los resultados son interesantes, ya que encuentro análisis meditados en los que los alumnos informan que se sintieron más cómodos con una u otra teoría. Manifiestan que no era del todo real la forma de entender a su entrevistado si se quedaba solo con los conceptos de una teoría. Se sintieron incómodos cuando tuvieron que mirar a su entrevistado bajo ciertos conceptos, debido a que los consideraron muy limitantes, poco realistas, entre otros aspectos.
Como les doy la libertad de escribir en sus reportes lo que consideran relevante, también me encuentro con señalamientos como “usted no debería obligarnos a decir qué sentimos, porque no siempre se siente algo”. Respeto el señalamiento de mi alumna, pero me hizo pensar que es justamente la razón por la que les obligo, debido a que por sí mismos no se dan el tiempo para reconocer lo que sienten respecto a lo que aprenden en su profesión. Claro que es una reflexión personal, tal vez una obsesión, pues considero que de esta manera los estudiantes de psicología, y en especial de psicología clínica, pueden comenzar a realizar un estudio mucho más profundo, concienzudo, con la intención de establecer cuál es su posicionamiento teórico, cuál es el paraguas que les cubrirá en su desempeño profesional.
Lozano (2004) afirma se debe intentar alcanzar un conocimiento lo más claro y preciso del Ser, pasar, según Heidegger, de “lo existentivo u óntico a lo existencial u ontológico”. Traduciendo este avanzar al aula de clase, la función del profesor sería aclarar esa comprensión vaga que poseen los alumnos sobre lo qué es ser profesional de la psicología clínica, ser ético, ser responsable en el contacto con el paciente, etc. Para esto utilizo la estrategia de procurar que los alumnos generen sus conceptos sobre personalidad; antes de revisar cualquier teoría los acompaño en esta redacción individual. Al finalizar el semestre, les pido redacten su definición de ser humano y realicen una revisión crítica de la relación que existe entre las dos definiciones que han construido hasta ahora. ¿A qué teoría psicológica se acerca? ¿Qué conceptos de los revisados en clase utiliza?
Este ejercicio resulta muy interesante, pues varios alumnos no logran identificar por sí solos la postura a la que está alineada su definición, así que se realiza un análisis colectivo en el que todos podemos compartir y reconocer lo variado y profundo que puede resultar hablar del ser humano. Para no dejar en el aire este aspecto, que considero sumamente relevante para allanar el camino de definir un posicionamiento teórico, quiero compartir con ustedes el escrito de una alumna que me pareció muy interesante, debido a que conlleva mucho de la visión andina del ser humano y de la vida:
Para mí el ser humano es energía en constante movimiento y lucha por no perder un lugar en el espacio, que se vuelve más fuerte e intensa con cada momento de aprendizaje, con cada sensación, emoción y sentimientos positivos, pero así mismo se apaga o se extingue a causa de derrotas, situaciones no superadas e incluso la muerte. Además, se puede decir que es un conjunto de características auténticas e irremplazables, la suma de todos sus miedos, experiencias pasadas y presentes, expresadas en su proceder, en su sentir, en su estilo de vida, la forma como resuelve sus conflictos y se relaciona con otros seres.
El ser humano es la parte física de un todo, de un universo cosmogónico que tiene contacto y relación con los demás seres vivos de este planeta. Se conjugaría como ente canalizador de energía de lo espiritual y lo físico. Transmisor y vasija de grandes conocimientos. Visto desde la cosmovisión andina, y es una definición que me encanta, pues es parte de mi historia, de mi esencia; ser humano es respetar la vida, la naturaleza; tener un contacto mucho más grande y sagrado con nuestro entorno. La mayoría de gente entiende Ser Humano como una sola palabra, pero es necesario entender que en el mundo muchos solo son HUMANOS y la palabra SER tiene gran connotación e importancia, pues representa un gran paso para el respeto y amor hacia uno mismo; el humano es frío [sic], es solo cuerpo y mente, mas no espíritu y sabiduría.
Nuestros abuelos andinos consideran al RUNA (SER HUMANO) como un ser de luz y gran sabiduría.
YANAY KILLARY – Verónica Terán T.
Generalmente, siendo honestos, muy pocas veces el psicólogo clínico en formación dedica un tiempo a pensar en estas definiciones, a cuestionarse sobre cómo entiende a las personas con las que va a trabajar el resto de su vida, qué es lo que cree que define a una persona y qué hará como psicólogo en su ejercicio profesional. La mayor parte del tiempo de formación, los alumnos se centran en tratar de adquirir gran cantidad de conocimientos, conceptos, técnicas terapéuticas, estrategias para diagnosticar e interpretar, pero no se detienen a preguntar ¿para qué?, ¿cómo lo voy a utilizar con las personas con las que trabaje? Independientemente de cuál sea su respuesta, seguramente guiará a una revisión más profunda sobre qué posicionamiento teórico tomar, ya que existen tantas y variadas formas de entender y explicar al ser humano y deberá decidirse por una.
Como bien lo dice Lozano (2004), “no se trata de permanecer en la inactividad o en la contemplación, sino que se trata de vivir trazando posibilidades, asumiendo riesgos, existiendo” (p. 200). En la formación de pregrado no se trata de que el estudiante sea un receptáculo de información y teorías; al contrario, como un ser-en-el-mundo, para existir propiamente debe tener la posibilidad de utilizar los entes que le rodean, las teorías, estrategias, metodologías, etc., para con ellos trazar sus metas y posibilidades que tratará de cumplir; solo ahí el estudiante de psicología estará formándose verdaderamente como un psicólogo.
En este punto pasamos al tercer cuestionamiento: ¿Por qué limitarse a una sola teoría cuando existen tantas y todas son interesantes?, ¿por qué si el ser humano es tan diverso debemos los psicólogos limitarnos a una sola teoría? Este cuestionamiento es el más reiterativo que he escuchado en mis alumnos, incluso cuando analizamos las entrevistas realizadas a profesionales psicólogos clínicos en ejercicio y que hacen terapia. El argumento que utilizan para justificar que no tienen una postura teórica es justamente que las demandas de los pacientes en consulta son tan variadas, que conocer de diferentes corrientes y no tener una, le concede al psicólogo la posibilidad de atender toda esa diversidad y no limitarse en la atención psicológica que puede dar.
Esto significa que si un paciente necesita una intervención conductual, el psicólogo lo podrá atender porque conoce de técnicas conductuales; si otro paciente tiene una crisis existencial, entonces lo tratará desde los fundamentos del existencialismo que conozca; el siguiente paciente tiene una demanda basada en sus ideas irracionales, entonces se trabajará desde la visión cognitivo–conductual, y así sucesivamente. Mirando de manera superficial esta afirmación podría resultar muy convincente, pues el psicólogo conoce de todas las teorías y sus diferentes técnicas las puede utilizar con los pacientes según lo necesiten. Este conocimiento garantizará su trabajo, ya que no tendría que remitir ningún caso por no poder abordarlo y tendría todas las respuestas para las necesidades de sus pacientes.
Sin embargo, para mí, esta afirmación lo único que evidencia es el desconocimiento de lo que significa un posicionamiento teórico. Una cosa es conocer los conceptos y técnicas que utiliza una corriente o postura teórica y otra muy distinta es entender los fundamentos teóricos y filosóficos que sustentan esas técnicas y conceptos de la teoría. En este contexto, quedarse solamente con las técnicas o conceptos que sirven de una teoría o de otra, para acoplarlos a los diferentes pacientes, no hace más que poner en práctica el concepto de caja de herramientas (Cervone y Pervin, 2009).
En su libro sobre teorías de la personalidad Cervone utiliza esta metáfora refiriéndose a que el psicólogo que estudia las teorías de la personalidad incorpora a su bagaje de conocimientos diferentes conceptos y técnicas que considera útiles para su ejercicio profesional, sin necesidad de aceptar la visión teórica que los sustenta en su totalidad. Es literalmente una herramienta, un martillo o un destornillador, que se utiliza cuando existe un clavo o un tornillo con el que hay que trabajar. Obviamente, este concepto de caja de herramientas es muy útil en el sentido del conocimiento de técnicas y posibles explicaciones del conflicto del ser humano, pero no significa asumir un posicionamiento teórico. No se ubica bajo un paraguas epistemológico específico que guiará, no solo la técnica que utilice con el paciente, sino la forma de ver y entender a este paciente en su conjunto y la actividad como psicólogo clínico.
Entonces llegamos al punto más importante, entender que asumir un posicionamiento teórico implica para el psicólogo clínico definir una filosofía de vida, por eso es tan complejo y profundo. Para el alumno de psicología clínica significa el asumir que según cómo entiende al ser humano en consulta también lo entenderá en el diario vivir. Se entiende a sí mismo y entiende su función en el mundo y en la vida de las otras personas, sean o no pacientes. Con esta amplia visión será mucho más fácil tomar alguna técnica de su caja de herramientas, porque la utilizará en función de su posicionamiento teórico, y ya no será un uso arbitrario, sino que el uso del concepto o de la técnica será con el fin de apoyar a ese ser humano para lograr un objetivo mayor que está determinado por la teoría que el profesional ha asumido como su posicionamiento teórico.
Pongamos un ejemplo: tenemos un paciente masculino de 30 años de edad que llega a consulta porque ha perdido su trabajo hace seis meses y no ha logrado encontrar otra institución que lo admita para trabajar en su profesión. Ha recibido propuestas de trabajo, pero no están relacionadas con lo que él estudió. Ser cajero o mesero no estaba en sus planes, aunque ahora, con el tiempo que sigue pasando y sus ahorros acabándose, tiene una duda muy fuerte sobre si traicionar su formación profesional y aceptar estos trabajos o seguir fiel a su profesión hasta que surja algún puesto para él.
Cuando el psicólogo clínico hace la entrevista puede determinar que existen algunas ideas irracionales en el discurso del paciente, como por ejemplo que “si no trabajo en mi profesión es como que dejo de ser yo”, también sobre que “en las entrevistas de trabajo siempre me va mal porque los que entrevistan son hombres y yo no soy del agrado de ningún hombre”. Entonces decide utilizar una técnica cognitivo - conductual para ayudar a que su paciente ya no tenga estas ideas irracionales y se muestre más seguro en sus entrevistas.
Sin embargo, también detectó una situación de vergüenza al trabajar directamente con personas (mesero, vendedor) y determinó su origen en un evento muy bochornoso que ocurrió en su infancia cuando su madre le limpió el traserito en frente de sus tías y primos porque el baño estaba ocupado. El psicólogo utiliza técnicas de asociación libre y análisis de sueños para entender la relación vincular del paciente con su madre y cómo eso se está traduciendo en la relación actual con los lugares públicos y con las figuras masculinas. Finalmente, logra identificar un dilema personal: el paciente cree que su profesión y su trabajo lo definen como persona, por lo que no puede tomar una decisión al respecto. Siente que está en juego él mismo. El profesional psicólogo dedica un tiempo a revisar cómo está su concepción de sí mismo, cómo está su yo real y su yo ideal, para identificar el nivel de congruencia que existe.
Este psicólogo ha trabajado únicamente con la caja de herramientas. Como se puede ver, son técnicas lanzadas al azar, centradas en objetivos bastante inmediatistas y poco sostenidos. No existe una teorización superior que sostenga todo este trabajo, que fundamente el porqué es necesario someter al paciente a toda esta fiesta de técnicas, cuál es el objetivo o resultado trascendental que se espera lograr.
Pensando en el mismo ejemplo, si el psicólogo tiene un posicionamiento teórico, en primer lugar debe realizar una investigación profunda sobre lo que sucede con su paciente más orientada a entender a esta persona y a las implicaciones de sus problemas o sus dilemas. Si el psicólogo clínico tiene un posicionamiento psicodinámico, entenderá que la dificultad para encontrar un nuevo trabajo tiene que ver con acciones inconscientes que no le permiten acceder a esos puestos que aparentemente desea. Utilizará las técnicas correspondientes para llegar al origen de ese complejo, porque al entenderlo, su paciente podrá manejarlo y evitar estas “traiciones” del inconsciente. Con esta visión utilizará asociación libre, análisis de sueños, test proyectivos que le permitan cumplir con este objetivo.
Puede que reconozca las “ideas irracionales”, pero las analizará en función de mecanismos de defensa, como estrategias del sujeto para evitar el conflicto inconsciente. Todo lo que el psicólogo identifique, reconozca e incluya en el proceso de terapia tendrá que ver con la postura que asumió, porque desde ahí entiende a su paciente y lo que le sucede o le preocupa.
Si el psicólogo clínico tiene un posicionamiento cognitivo entonces orientará su trabajo a tratar de entender los pensamientos irracionales, las ideas que el paciente asume como ciertas sin cuestionarlas (Aaron T. Beck, 2014). Sabe que las personas tienen esquemas cognitivos en función de los cuales entienden e interpretan las situaciones, por lo tanto, tratará de identificar esos esquemas en su paciente. En este posicionamiento existen además los modos, que son un sistema de esquemas que incluyen creencias, normas, expectativas y conceptos complejos del ser humano como su autoestima. El especialista utilizará sus técnicas, estrategias, discurso para identificarlos y finalmente poder trabajarlos y resolverlos con su paciente.
En este punto se puede entender con claridad que el posicionamiento teórico es el que permite establecer un estudio y tratamiento responsable con el paciente, debido a que está fundamentado en la teoría psicológica que ha procurado llevar un estudio sistemático, científico y minucioso del ser humano. Es decir, no solo es necesario tener técnicas ingeniosas que aplicar, sino tener un fundamento en función del cual actuar, y así lograr que la intervención profesional no sea a ciegas, con objetivos superficiales y poco concatenados.
Para explicar mejor esta relación a mis alumnos, observamos los videos de las entrevistas a Gloria (Shostrom, 1965), donde se puede ver a Carl Rogers, Fritz Perls y Albert Ellis realizando su acercamiento con un paciente. En primera instancia les presento únicamente la sesión con el fin de que las comparen. Para muchos la entrevista de Perls resulta sumamente invasiva, y para otros, el contacto de Rogers les parece muy afable pero superficial y monótono. Entonces revisamos la sección del video donde cada psicólogo explica los fundamentos teóricos de su contacto con el paciente y los objetivos que espera alcanzar con este encuentro. Así, la entrevista de Perls deja de ser invasiva y la de Rogers superficial, pues se entiende el posicionamiento teórico desde donde se plantean las formas de encontrarse con la paciente Gloria.
Al plantear esta visión sobre la filosofía de vida y el posicionamiento teórico la primera inquietud de los alumnos es: “… y ¿cuál es la mejor teoría?, ¿qué teoría es la que debemos seguir?”. Es importante entender que al sostener que el psicólogo clínico debe tener una postura teórica que guíe su trabajo profesional y su vida en general, no estoy diciendo que hay que señalar como mejor a la postura que escojo y como malas o erróneas las demás posturas. Ese sería un gran desacierto en los tiempos actuales, con el nivel de desarrollo de la ciencia en general y de la psicología en particular.
Es necesario asumir de antemano que una teoría psicológica que se encuentra vigente tiene detrás a varios autores y exponentes que han dedicado mucho tiempo y rigurosos procesos de análisis para plantearla. Años de investigación, lecturas y pruebas científicas sustentan ese sistema de ideas respecto al ser humano y su psicología, por lo tanto, no se puede ni se debe señalar a una teoría como mejor que otra. El posicionamiento teórico implica encontrar la relación que existe entre los conceptos psicológicos y la forma particular del psicólogo de ver y entender el mundo, es decir, de su filosofía de vida. Al encontrar esa relación se podrá descubrir con facilidad cuál es la teoría que guiará su accionar profesional.
Elegir un posicionamiento teórico no debería ser una cuestión de conveniencia, como suele verse en el caso de los investigadores nóveles cuando tienen que hacer su tesis para graduarse en pregrado. Lo primero que han logrado obtener es un instrumento (test, cuestionario o inventario) con el que trabajarán y tratarán de encontrar el problema en la población a la que tienen acceso. Así, su posicionamiento teórico está determinado por el del autor de su instrumento. En este caso, el posicionamiento teórico es una conveniencia para dar coherencia a su trabajo investigativo, pero no tiene nada que ver con este análisis personal y profundo al que me he referido hasta el momento. Muy pocas veces, por no decir ninguna, dedicamos un tiempo en nuestro proceso de formación como psicólogos clínicos a pensar sobre nuestra filosofía de vida.
¿Qué implica exactamente tener una filosofía de vida? ¿Puede cada persona tener su propia filosofía de vida? Para eso, otro de los ejercicios que propongo a mis alumnos al finalizar el semestre es que dediquen un tiempo a escribir su filosofía personal. Como en todas las actividades me he encontrado con agradables e interesantes propuestas, como las que a continuación les comparto:
Mi filosofía de vida está basada en la felicidad y disfrutar la vida [sic], la vida es bella, y para esto hay que saber vivirla hasta llegar a ser una mejor persona de lo que se es en la actualidad. Descarto el vivir para ganar dinero o para acumular cualquier tipo de riqueza material. Sencillamente, no le veo el sentido a dedicar mi vida a algo así sabiendo que al morir lo voy a perder todo, y de momento prefiero vivir para ayudar a los niños, y por ello tengo este ideal de mantenerme estudiando.
La cantidad de éxito en mi vida dependerá no solo del esfuerzo que realice sino de la inteligencia que aplique, por esto no hay que dejar de adquirir nuevos conocimientos que me ayuden en todos los aspectos de la vida, y dar soluciones fáciles e inteligentes a los problemas que se puedan presentar durante el transcurso de la vida. Mientras más inteligentemente me esfuerce hoy, más feliz seré mañana por la recompensa que la vida me dará. (Thalía)
*
Pienso constantemente en la trascendencia de mi vida y deseo que mi huella quede plasmada en las personas que amo, en las actividades que adoro hacer, y por seres que respeto profundamente. (Andrea)
*
“Pensamos demasiado y sentimos muy poco”, Charles Chaplin. ¿Cuántas aristas de la vida debemos conocer para poder definirla? Los años transcurren y las leyes de la dialéctica en la realidad siguen su curso. Entender a cada ser como distinto a los demás, por tanto, únicos, desemboca en el umbral de la conceptualización personal de lo que llamamos vida. Es así como dentro de mi historia, en cada etapa ha ido transformando mi vida y mi visión sobre la misma. Lo que perdura son [sic] el mundo de las ideas esenciales que en cada despertar me recuerdan quién soy.
Mi filosofía de vida se enmarca en el descubrimiento, en conocerme y conocer. Buscar en cada persona o cosa aquella esencia que hace de lo cotidiano hermoso, mirar el mundo a través de la filantropía. Entender que la visita que damos por la vida no se regula por el poder material que se puede alcanzar, sino por el conocimiento espiritual que logramos de nosotros y del mundo.
No me defino partidario de adoctrinamientos religiosos, políticos o sociales, al considerar que el paso del tiempo transforma nuestra visión del mundo y el cambio continuo de la realidad puede generar la búsqueda de nuevos caminos, sin embargo, por sobre todo creo en la búsqueda de la felicidad propia y ajena, aquella exploración hecha en cada segundo en el regalo del presente, la finalidad absoluta de nuestro transitar. Y veo el camino del ser enfrentado al dolor, hundido y encontrándose, después de ser ceniza renacer y ser maravilloso.
Para culminar, mi filosofía de vida se basa en la lucha constante de un mundo mejor, cambiando uno podemos cambiar al mundo. (Marcelo)
Para terminar, retomemos el título de este artículo SER - SIENDO. Me parece tan profunda esta relación, con tanto sentido y significado principalmente aplicada a esta cuestión de la filosofía de vida y del posicionamiento teórico de los psicólogos clínicos en su ejercicio profesional. Ser - Siendo implica que soy psicóloga, actuando como tal; soy amante porque amo y porque cada acción de mi vida está guiada o fundamentada en el amor. Soy psicóloga clínica porque creo en la posibilidad de prevención y tratamiento, por lo tanto me involucro en actividades preventivas o de intervención. Soy terapeuta existencial porque creo en el ser humano y no juzgo a alguien como malo o sin posibilidad de cambio, creo y procuro una coexistencia pacífica.
Ser - Siendo implica un compromiso personal de consistencia y coherencia. No puedo decir que soy psicóloga porque me preocupa la gente y mostrarme indolente con quienes me rodean. No se puede decir que el psicólogo es amoral y andar por ahí juzgando a las personas calificándolas según un esquema particular de valores. No puedo, es más, no debo exigir responsabilidad, comprensión, solidaridad cuando en mis acciones diarias no se evidencia mi discurso. Como les digo a mis alumnos, no debemos esperar el día en que nos entreguen el título de Psicólogos Clínicos para comenzar a Ser Psicólogos. Desde hoy que estamos en formación somos psicólogos - siendo psicólogos; somos terapeutas existenciales - siendo existenciales y, somos humanos - ejerciendo nuestra humanidad.
El discurso, por más profundo que sea, no tiene ningún fruto si no se une inmediatamente a la acción. Para finalizar, les comparto este trabajo de un alumno, en el que se combinan los dos ejercicios previos, definición del ser humano y filosofía de vida. Se incluye además un cuestionamiento a lo planteado previamente, pues como existencial, cuestionarse y mirarse es un gran ejercicio.
CONSIDERACIONES FINALES: FILOSOFÍA DE LA VIDA Y QUÉ ES EL SER HUMANO PARA MÍ
El ser humano evidentemente es complejo en su naturaleza, por su capacidad de cognición, por lo que para hablar de una filosofía de vida empezaré explicando cómo percibo al ser humano, para posterior a eso llegar a entender la manera en que eso influye en esa filosofía de vida. Como seres humanos con esa característica de la adaptación al medio en el desarrollo de nuestra evolución y en la preservación de la especie nuestra naturaleza se convirtió en gregaria, y producto de esa naturaleza, desarrollamos diferentes habilidades para la supervivencia en este medio que por naturaleza es hostil, lleno de antagónicos que mantienen un equilibrio de especies. El haber desarrollado el lenguaje nos ha permitido almacenar información a través del tiempo y nutrirnos de esa información y experiencia del entendimiento de nuestro entorno, para así asegurar en cierta manera la prolongación de la vida, de nuestra existencia y desarrollo de nuestra especie en el entorno.
El desarrollo del lenguaje se ha dado en base a crear los signos lingüísticos, por lo que creemos que todo puede ser explicado por medio del mismo a base de dar un significado a las cosas; en resumen, el ser humano es consciente de su existencia, pero el tratar de explicar esa existencia nos lleva a creer que dicha existencia debe tener un significado; suena frustrante para el ego del ser humano vernos como algo sin significado. ¿Necesitamos ese significado realmente? Lo más probable es que no, ya que la realidad está ahí, pero nosotros como seres humanos solo damos una interpretación de esa realidad por medio del lenguaje, el cual solo el ser humano comprende; en base a este lenguaje e interacción social con los de nuestra especie hemos adoptado normas de convivencia en sociedad, las cuales el ser humano acepta y construye así la sociedad.
No me veo en la obligación de dar un significado a la existencia, ya que solo es una interpretación de nuestra realidad, por lo que si doy un significado es netamente subjetivo a la realidad natural; lo que yo he hecho para poder lidiar con esas ideas de darle significado a la vida es aceptar esa naturaleza caótica del universo, sin sentido y no romperme la cabeza tratando de asignar ese significado para subjetivamente dar un sentido a mi vida, por lo que también es hasta un poco complicado de asimilar en cierta manera, ya que considero que el ser humano solo debe disfrutar de la experiencia de la existencia como tal, por medio los sentidos que nos ayudan a percibir el mundo, e interactuar con él, ya que el ser humano tiene un tiempo limitado de existencia, y bajo mis ideas es absurdo aferrarme a la convicción de que la vida debe tener sentido como tal; en resumen, disfrutamos de la vida por medio de los sentidos, por lo que somos libres para desarrollarnos como nosotros queramos en nuestra existencia, y disfrutarla de la manera en la que consideremos mejor.
Bajo estas ideas, no le doy tanto peso a la sociedad como determinante de decidir las normas que se deben seguir para llegar a la autorrealización, el libre albedrío es natural, ya que nada define lo bueno y lo malo, el éxito o fracaso social, ya que solo es una interpretación del ser humano en sociedad. Ver al ser humano de esa manera para mí es no mentirme, es ser sincero conmigo con respecto a lo que interpreto de la vida y de la realidad, por lo que si queremos disfrutar más de nuestra existencia como tal debemos construir la sociedad que consideremos que permita gozar de esa sensación de existir. Hago la invitación de dudar un poco, ya que de una u otra manera solo es mi forma de interpretar la realidad. (Javier Fierro).
En conclusión, para ser un psicólogo clínico o un terapeuta que actúe con coherencia y con ética en su desempeño profesional es sumamente necesario que exista un posicionamiento teórico que de soporte a todas las acciones, omisiones, decisiones e implicaciones de su accionar con el paciente. Y, siendo consistentes con nuestra visión existencial, el posicionamiento teórico debería implicar necesariamente una filosofía de vida, de tal suerte que no son “meras normas” que se deben cumplir en el consultorio, sino que el o la profesional de la psicólogía clínica ES en su vida diaria SIENDO (viviendo) según su filosofía.
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