Читать книгу Buscadora espiritual - Alejandra Stamateas - Страница 12

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Pero ¿a quién recurrimos cuando tenemos un problema en el espíritu? A un sacerdote, a un pastor, a un imán, a un rabino, a un chamán, a un brujo. En definitiva, a alguien que nos muestre y nos guíe hacia un lugar que está más allá del alma y del cuerpo. Buscamos el misterio. Es fácil reconocer un dolor en el cuerpo, también es fácil reconocer un dolor en el alma, pero no siempre nos resulta fácil reconocerlo en el espíritu.

¿Cómo nos damos cuenta de que esa sensación de vacío que sentimos es espiritual?

Porque no se puede llenar con nada de lo que probamos o intentamos.

¡Atención! Es nuestro espíritu quien hace que nuestro cuerpo y nuestra alma (mente, voluntad y emociones) tengan vida. Cuando fuimos creados, primeramente, se formó nuestro cuerpo (carne), luego el alma y, por último, fue soplado sobre estos dos el espíritu. A partir de ese “soplo”, el alma y el cuerpo comenzaron a vivir (para conocer más puedes leer el comienzo de la creación en el Génesis). Por tal motivo, el espíritu que está en nosotros y que es nuestra parte más profunda, también es la más importante. A este le sigue el alma y, por último, el cuerpo, que también se conoce como “la parte más baja de nuestro ser”.

Ahora, vamos a presentarte al médico del espíritu.

En no pocas ocasiones, sentimos dolor en el espíritu. Es un dolor difícil de describir, se muestra como un malestar interior, un no saber qué nos pasa, sentimos que no estamos llenos o satisfechos en esta vida, aun en algunos casos a pesar de tener todo lo que necesitamos. Aunque nada lo haya activado, experimentamos un desconsuelo profundo que nos lleva a contemplar nuestra vida –o la vida de otros–, la naturaleza que nos rodea, la maravilla de todo lo creado y decir: “¿Y quién creó todo este universo tan perfecto como una pieza de relojería?”. Otras veces, la vida nos pone frente a una enfermedad, una catástrofe natural, una pandemia no imaginada en la tierra. De pronto, aparece aquello que no podemos manejar. Pasamos a un ámbito desconocido porque nunca antes manejamos algo así. Nunca antes tuvimos respuestas para estas situaciones. Entonces, comenzamos a preguntarnos: ¿hasta acá llegó todo?, ¿esto es todo en la vida?, ¿es todo esto la vida? Lo que no podemos controlar nos hace ver nuestra propia impotencia, nuestra vulnerabilidad. No somos omnipotentes como pensábamos. Entonces comienzan los interrogantes, nos enfrentamos a un límite.

El dolor producido por estas vivencias necesita del médico y creador del espíritu, del especialista espiritual. Pero ¿quién es? Te lo presento, a partir de ahora lo llamaremos Zoe.

Zoe es el especialista espiritual.

En griego, la palabra Zoe significa vida de Dios. De ahora en más, en estas páginas, vamos a hablar de Zoe para referirnos al que habita en el espíritu, a esa vida que da vida y que nos fue soplada. Ese espacio está vacío de la vida Zoe en muchas personas porque, tal vez, muchas de ellas no experimentaron en la vida del espíritu.

Zoe, vida de Dios, no es estático, es dinámico, es la vida verdadera que llena el espíritu y quiere salir de él a bañar con su presencia la mente y el cuerpo. Y esta vida verdadera no viene sola, es acompañada de dones o regalos, como prefieras llamarlos. Zoe es un obsequio, pero, aunque está disponible gratuitamente para cada uno de nosotros, no es dado a todos los seres humanos.

Ahora bien, quizás me preguntes: “Alejandra, ¿si es gratuito, por qué no lo reciben todos?”. Porque hay que desearlo, buscarlo, pedirlo.

El que pide, recibe; el que busca, halla; al que llama se le abrirá.

Si me acompañas, en este recorrido intentaré enseñarte a desearlo, buscarlo y recibirlo.

Como señalamos anteriormente, todos los seres humanos estamos formados por espíritu, alma y cuerpo. Ahora, desarrollaremos las características de cada uno.

Espíritu

El espíritu consta de tres partes: conciencia, intuición y comunión, y es el espacio que Zoe eligió para comunicarse con el ser humano, para comunicarse con todos nosotros. El espíritu es la parte de nuestro ser que reservó para que nos pudiéramos comunicar con él. Es como el lugar privado, la oficina personal de Zoe. Este sitio ha sido preparado y decorado especialmente para que nos relacionemos con él, y eso es algo precioso. El espíritu expresa el poder y la vida que se hallan en él. ¿Sabías eso?

Alma

El alma es el asiento de la voluntad, es decir, nuestras ganas de hacer o no hacer algo, nuestras emociones y nuestra inteligencia. Dicho de otro modo, el alma es la expresión de la personalidad, de nuestra manera de ser, de lo que nos causa risa, gracia o tristeza.

Nos han enseñado a vivir de acuerdo a lo que el alma (mente, voluntad y emociones) nos dice. Las telenovelas y la música romántica nos alimentan el alma y nos hacen llorar por ese amor perdido, por las malas decisiones que tomamos en la vida, por el recuerdo de ese ser querido que ya no está con nosotros, y también por las alegrías y las oportunidades que se nos presentan, etc. Así, el alma se agranda, engorda, se expande y toma el control de nuestra vida.

Todos los días luchamos con el alma, pero no siempre ganamos, porque, a veces, son nuestras emociones las que tienen la victoria. O estamos bien o estamos mal, de acuerdo a las vivencias que experimentamos.

El alma expresa nuestro libre albedrío. Además, manifiesta las opiniones que tenemos sobre un tema, porque está llena de experiencias de vida. El alma tiene la tradición de nuestros padres, las costumbres de nuestros abuelos, la religión y la historia familiar. Todas las vivencias, buenas y malas, se encuentran allí.

Si un día tenemos ganas de llorar, simplemente lloramos; si al día siguiente queremos reír, pues reímos. El alma es cambiante. Si no la sometemos, tomará las riendas y regirá nuestra vida. A diferencia del espíritu, el alma no alberga a Zoe, no es guiada por la vida de Dios, es por ello que guarda relación directa con lo que hemos vivido y heredado, y la razón por la que es tan fluctuante.

Cuerpo

El cuerpo tiene cinco órganos –correspondientes a los cinco sentidos– que le permiten al ser humano comunicarse con el mundo físico e interactuar con él. Los cinco sentidos son: tacto, olfato, oído, gusto y vista.

Tanto el espíritu como el alma y el cuerpo nos envían mensajes a diario, constantemente. Somos nosotros, por nuestra libertad, los que decidimos quién o qué nos va a guiar.

El alma se comunica tanto con el espíritu como con el cuerpo, es la intermediaria, y puede decidir por quién quiere ser guiada.

El lugar donde reside Zoe


Como ya mencionamos, de los tres componentes que forman nuestro ser, el espíritu es el más elevado –porque puede comunicarse con Zoe– y el cuerpo, el de menor rango, ya que recibe la influencia del espíritu y del alma. El alma es el eslabón que los une para que trabajen en conjunto. El cuerpo es la certeza del alma, mientras que el alma es la certeza del espíritu.

El alma decide a quién va a escuchar, según la parte más primitiva –el cuerpo y sus sentidos– o la parte más elevada –el espíritu–. Y, a la vez, el alma va a tomar esas decisiones con su voluntad y con su libertad. Por ejemplo, supongamos que tengo que decidir si continúo o no con una relación de pareja. Puedo decidir desde el alma, desde la razón, desde la emoción, con lo cual, si un día estoy bien, decidiré una cosa, si estoy mal, decidiré algo muy distinto o, tal vez, por distintos altibajos emocionales podría cambiar de opinión en el mismo día. Pero también puedo meterme en el espíritu, buscar la respuesta allí y dejar que Zoe me vaya guiando y me conduzca a ese ámbito del espíritu en el que predomina la paz y la sabiduría.

Espíritu, alma y cuerpo, ese es el orden para que Zoe comience a actuar e inundar, a su vez, a las otras dos partes. El espíritu es el más noble; el cuerpo, el más primitivo, por eso va último.

Toda comunicación de Zoe se da en el espíritu. No es por medio de la razón ni de las emociones que llegamos a conocerlo, sino a través del espíritu.

Los buscadores espirituales son los que han decidido dejarse guiar por la voz que proviene del espíritu.

Cuando el alma se deja inundar o iluminar por el espíritu, empieza a llenar de luz todos los espacios internos.

Todo lo que aprendamos, estudiemos, las capacitaciones, la profesión que tengamos, la elección de nuestra pareja, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestras relaciones interpersonales serán bañadas con una nueva luz: la luz del espíritu, que trae vida a todo, renovando y activando lo que estaba dormido.

Buscadora espiritual

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