Читать книгу Cómo enseñar a predicar - Alex Chiang - Страница 6
ОглавлениеPrólogo
“Dios habla hoy” es una declaración con implicaciones muy comprometedoras que suscita varias interrogantes, como: ¿qué dice?, ¿a quién se lo dice?, ¿cómo lo dice?, ¿qué lengua utiliza?, ¿cómo interactúa con otras voces?, entre otras. Todas estas preguntas se responderían si tuviésemos acceso a sus palabras; acceso que se encuentra en manos, en boca, de sus voceros.
Pregoneros o portavoces, según este manual, son los individuos llamados e incuestionablemente leales. En su pasión y destreza está su capacidad de comunicar el pregón con prontitud y de hacer conocer al pueblo planes y decisiones que afectarán su destino; el pregonero podría morir en el intento.
Cuando el pueblo oye la voz de Dios, disfruta del éxtasis, y lo visitan la perplejidad, la perturbación y el estremecimiento. Es consolado, instruido; celebra el final del silencio de su Dios y el advenimiento de un interlocutor de conversación interminable.
El pueblo ordena, reordena, elimina, da y, sobre todo, encuentra su lugar y misión en la tierra, en busca de la utopía esquiva: “cielos nuevos y tierra nueva donde mora la justicia”, lo propio y anhelado de su creador.
Hacia aquí apunta este manual. Se ocupa, no de la “palabra de Dios”, que nunca ha estado en crisis, sino del vocero y de su vocería, lo cual sí lo está.
El libro se nutre de verdades y convicciones: Dios habla y su voz nunca está vacía ni “vuelve vacía”. Se nutre de una prolongada, reflexionada y articulada experiencia de predicación y formación de predicadores del autor. Se nutre, finalmente, de una vivencia de “Escuela”, es decir, de una filosofía de formación de cómo se hace un vocero de Dios. Filosofía que toma forma de “escuelita”, espacio donde se da un aprendizaje significativo, al cual se llega, no por inscripción, sino por llamado, y del cual nunca se sale, es decir, quien allí estudia, nunca se gradúa.
Éste es un libro de inmenso valor, quizás único, no en el arte de la predicación, sino en el artificio de cómo enseñar a predicar con fidelidad, relevancia y claridad. Que a través de quienes lo usen, la iglesia y el mundo sepan que Dios habla hoy, y que, cuando lo hace, “calla toda la tierra”.
Jorge Atiencia